Las malas señales
Bien dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Uno de los ejemplos más claros de lo anterior en la actual administración federal es el Secretario de Turismo, Miguel Torruco; quien dedicó su vida a forjar una imagen de liderazgo en el sector y que durante años, por medio de sus conferencias, se dedicó a criticar las acciones de los gobiernos en turno.
Ahora que lleva ya más de dos años en el puesto, resulta que no ha podido hacer nada de lo que antes el mismo decía que se tenía que hacer; al contrario, ha sido un funcionario acéfalo en los momentos en los que el país requería que hubiera una persona desde esa posición, que protegiera a una de las industrias más golpeadas en los últimos 2 años, y lejos de eso, ha sido consecuente de todas las decisiones que desde su gobierno se han implementado en detrimento del sector.
Y no, no es por culpa de la pandemia. La actual crisis sanitaria solo vino a agravar una crisis que se empezó a sentir desde el segundo semestre de 2019, con políticas públicas que han tenido un impacto devastador en la posición que ocupa México en turismo a nivel mundial.
Miles de empresas en crisis
La primera mala señal fue la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, que destinaba un recurso anual superior a los 5 mil millones de pesos, para promocionar nuestras marcas y mantener vigente a nuestro país, dentro de la mente de los posibles visitantes alrededor del planeta. Se acabó el CPTM, y se acabó la promoción. Claro, esa maquinaria quizá gastaba de más, quizá había pautas pagadas a tarifas más altas de lo normal, y todo lo que quieran señalar o denunciar, pero había promoción y hoy no la hay. Detectaron un mal y decidieron matar al paciente.
De hecho, en el 2019, primer año del actual gobierno, el ramo 21 del presupuesto federal, que es el destinado al turismo, tuvo un subejercicio de ni más ni menos 5,845 millones de pesos. Y el Secretario Torruco ni sus luces.
Hoy en plena pandemia, la dependencia que el encabeza, no ha sido capaz de funcionar como un facilitador y guía de miles de empresas que se han encontrado en crisis, algunas de ellas ya no pudieron siquiera llegar a este año.
Apoyos inexistentes
Sus operativos han sido bastante limitados, sus programas de apoyo prácticamente inexistentes o totalmente rebasados ante la magnitud del problema, y su actuar, parece más bien la de una Secretaría que está solo esperando a que las cosas sucedan o se resuelvan solas, para entonces sí, volver a hacer como si intervienen.
Lo único que han hecho en los últimos meses, es anunciar un programa de becarios para apoyar en una proporción mínima a los costos operativos de algunas empresas del sector. Esto en sí, es un recurso de la Secretaría del Trabajo por medio de Jóvenes Construyendo el Futuro, y no de la Sectur.
Ya viene Semana Santa
Hoy estamos por entrar en un periodo vacacional de alta afluencia de visitantes, un periodo que el sector necesita con urgencia, pero también, unas vacaciones en las cuales, si las cosas no se hacen con las medidas necesarias, podrán impulsar un nuevo pico de la pandemia con consecuencias no solo económicas sino también mortales.
Sin programa de capacitación
Ya hubiera sido hora para que Torruco gestionara los recursos, o implementará por lo menos un programa en donde no solo se capacite a las empresas, sino que también se les facilite el equipo necesario para que sus propiedades cuiden la salud de sus clientes y empleados. Con dispensadores, cubrebocas, termómetros, señaléticas o tapetes. Vaya aunque sea un manual de posibles requerimientos, pero ni eso, mucho menos promoción y proyectos que reposicionen a México en el lugar que le correspondería.
Yo recuerdo haber asistido en 2009 a la conferencia de un turistero impetuoso, crítico, lleno de ideas y soluciones. Una persona que comparaba hasta las casetas de peaje de otros países como China con las nuestras, que exigía que México entero se revistiera con sus símbolos culturales para ser más llamativos al turismo. Hoy esa persona es una sombra de lo que fue, o de lo que decía ser. Ni un programa exitoso, recursos perdidos, vaya ni una casetita de las que ponía como ejemplo ha podido remodelar.
Del dicho al hecho, hay un gran trecho y Miguel Torruco resultó ser un mejor borracho que cantinero.