El “totoposte” es una tortilla enorme y muy delgada, de maíz tierno revuelto con manteca de cerdo, que se extiende a mano y se pone a cocer en comal de barro. Es como una fritura ligera, de un sabor incomparable, un verdadero manjar con el que da gusto acompañar las comidas más tradicionales de Tabasco, desde carne salada con chaya, hasta unos tamales, un chilpachole de jaiba o un rico pejelagarto asado.
Recordé el sabor del “totoposte” gracias a un video donde se observa al presidente Andrés Manuel López Obrador, que visitó su estado el fin de semana pasado, hacer un verdadero malabar con este tesoro gastronómico que, pese a sus cuidados, al final se le termina resquebrajando en las manos.
Precisamente por su consistencia tan delgada, a diferencia del “totopo” oaxaqueño, el “totoposte” no se puede comer como taco, ni como garnacha. Los tabasqueños se olvidan de eso y cuando lo compran en el mercado o con alguna cocinera tradicional para llevarlo a casa, o cuando del comal lo trasladan a la mesa, sufren para lograr que la delgada tortilla no se quiebre. Es entonces cuando llega el jefe o la jefa de familia y hace lo único posible de hacer con un “totoposte” para empezar a comerlo: quebrarlo.
Parece una metáfora. Y pensándolo bien, aplica para el país, para la oposición y para el gobierno. La realidad de México es plural y quebradiza como esta tortilla que tiene el sabor de la cultura nacional, una combinación de lo prehispánico con lo moderno. Hay que apreciar su constitución, porque como el país, o como la oposición, es difícil que pueda mantenerse en una sola pieza.
El presidente López Obrador tiene una parte importante del totoposte nacional y del de Tabasco. Pero la realidad también es quebradiza, y arrastra con ella a cualquiera cuando algo tiene que caer y hacerse pedazos. La imagen presidencial se cayó como pedazos de “totoposte” el fin de semana en su propia tierra. Le cuento.
Allá por el año de 1994, cuando el PRI todavía era un duro hueso de roer para la oposición, el entonces candidato a gobernador del PRD, Andrés Manuel López Obrador, llamó a sus seguidores a desconocer al gobierno “espurio” del priista Roberto Madrazo, mediante una “resistencia civil” que contemplaba entre otras cosas, impedir la producción de pozos petroleros, dejar de pagar impuestos y servicios al gobierno y municipios, no comprar en comercios propiedad de “empresarios conservadores” (¿le suena?) así como no pagar los consumos de luz a la Comisión Federal de Electricidad.
De todas sus propuestas, la más atractiva y la que a la larga le generó una mayor presencia a su movimiento, fue la del no pago a CFE. Los tabasqueños de todos los partidos, incluidos muchos priistas, se acogieron a ella, impidieron por la fuerza los cortes de luz y terminaron por acumular una deuda colectiva del orden de los 11 mil millones de pesos.
Una vez ganada la presidencia, el año pasado se instauró el programa “Adiós a tu deuda”. El acuerdo de CFE con Tabasco era que cada deudor firmara convenios que en realidad eran contratos con nuevas condiciones, todas ventajosas para la Comisión, entre ellas la de aceptar que, en caso de futuras deudas, la dependencia que dirige Manuel Bartlett pudiera proceder contra los morosos como si fueran Salinas y Rocha o tiendas Coppel, por la vía civil. Hasta las escrituras de las casas y comercios se pidió a los deudores.
El programa caminaba con los exhortos de las autoridades locales para que la gente “regularizara” su situación. La publicidad oficial insistía: López Obrador le cumple a los tabasqueños. Pero el totoposte de la realidad empezó a quebrarse cuando una priista, Lorena Beaurregard de los Santos, descubrió el engaño y lo hizo público: “Adiós a tu deuda” es más neoliberal que cualquier programa de Carlos Salinas de Gortari, deja en la indefensión a los usuarios y lo peor, no significó una baja en los recibos, es decir, no se acabó el problema de las altas tarifas de luz en una entidad con 40 grados a la sombra todo el año.
El resultado de la intervención opositora, que representó encender la luz en medio de la oscuridad del debate público, fue que sólo la mitad de los deudores firmó la regularización de su deuda, alrededor de 250 mil usuarios, y de ese porcentaje, 50 por ciento volvió a convertirse en deudores de la CFE. Por eso López Obrador enfrentó reclamos en su gira de tres días con sus paisanos y tuvo que ofrecer que su gobierno va a estudiar de nuevo como solucionar el embrollo. El problema estaba ahí, sólo necesitaba procesarse políticamente.
Las rechiflas dejan varias lecciones a él y a la oposición. El presidente debe estar consciente ahora que nada es para siempre, ni siquiera el apoyo de sus paisanos, y que ofrecerles perdón a las deudas y una tarifa de luz más barata que en el resto del país, le va a acarrear todavía muchos problemas a su gobierno. Como dicen los viejos: “prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”.
La oposición, me dice por teléfono Lorena Beaurregard, debe entender que tiene que unirse, salir del centro, bajar a las regiones, desmenuzar los problemas del país, y hablarle a los ciudadanos no del “crecimiento cero”, sino del caso concreto de los trabajadores que perdieron sus ingresos como resultado de cierres de empresas, y de las historias de las familias que pierden a alguien por la falta de medicinas o de tratamientos oncológicos.
En Tabasco, militantes de todos los partidos, el PAN, el PRI, el PRD, el PES, entre ellos el dirigente estatal blanquiazul, Pedro Gabriel Hidalgo, el senador Juan Manuel Fócil, la propia Beaurregard, Juan José Rodríguez Prats, el ex gobernador Manuel Andrade, así como empresarios y ciudadanos en general, ya entendieron que el totoposte de Morena es tan frágil como lo demostró la gira presidencial.
Por eso constituyeron un “frente opositor” al gobierno local para visibilizar los problemas de la gente. Tratan de construir una tortilla sólida. Se antoja difícil. Pero si la vacuna lleva el principio activo de la enfermedad, hay que seguir de cerca este esfuerzo de opositores tabasqueños que lo conocen mejor que nadie, y que ya le causaron la primer derrota a López Obrador en su propia tierra.