En su edición de aniversario 15 de “Ñ”, la revista cultural de El Clarín, se publica de nuevo una entrevista que Ezequiel Martínez le realizó al escritor peruano-español, Mario Vargas Llosa, sobre su libro La tentación de lo imposible que versa sobre Víctor Hugo. Vargas Llosa también habló de los compromisos intelectuales y contra la llamada literatura light. Estos días han sido de ferias literarias, tanto en el Zócalo como en Monterrey y, al menos en la feria que organiza el ITESM, la literatura light sigue ganando terreno. He aquí unos fragmentos.

“Espero equivocarme con eso de que la novela está en peligro, y que sea una profecía totalmente errada. Creo que se empobrecería mucho la vida sin novelas. Pero nosotros hemos vivido en nuestra época fenómenos tan extraordinarios, que nada se puede excluir. Todo puede ocurrir, eso está demostrado. Hoy en día está de moda un tipo de novela ligera, light.”

“Los escritores hoy están impacientes, escriben rápido, quieren tener éxito cuanto antes. Y el público tampoco está dispuesto a hacer el esfuerzo de una lectura sostenida. Entonces lo que está de moda es la novela light, esa es la realidad. Hay algunas excepciones: ciertas novelas light son magníficas, brillantes, pero la tendencia es un poco preocupante.”

“Es preferible que la gente lea, aunque sea literatura de muy escasa calidad. Ahora, hay un tipo de literatura que en lugar de crear lectores para la buena literatura, los vacuna contra la buena literatura. Si El Código da Vinci al final a ti te produce un extraordinario placer y lo que buscas son obras que sean equivalentes, entonces tú nunca vas a poder leer el Ulises de Joyce, nunca vas a leer a Proust, ni vas a gozar con Borges. Yo creo que esas otras lecturas en cierta forma te vacunan, así como las telenovelas te pueden cancelar completamente la sensibilidad para gozar de un tipo de teatro de gran refinamiento, por ejemplo. Porque esas obras, algunas muy bien hechas, que te capturan la atención muy rápidamente, son obras descomplicadas, que no ponen en ejercicio tu inteligencia ni tu capacidad de raciocinio, que no te plantean dudas o problemas. Son una agradable ensoñación, casi como tomarse un tranquilizante: te descansan, te sedan un poco, pero eso crea lectores pasivos, lectores que son los espectadores de telenovelas. ¿Qué inconveniente tiene eso?: que rápidamente puedes llegar a descubrir que si eso es lo que te interesa, entonces ¿para qué leer? Hay un cine, una TV que te da eso mismo. La buena literatura necesita lectores que sean activos, que estén dispuestos a enfrentarse a la complicación, que trabajen codo a codo con el autor, con su imaginación, con sus conocimientos, para poder disfrutar cabalmente la obra. Cosas como El Código da Vinci están totalmente reñidas con eso, es una literatura de otra naturaleza.”

“Puede haber una literatura libresca, entre comillas, que sea inmensamente creativa y vital. Es el caso de Borges: sus obras están hechas a partir de libros, su material son muchas veces ideas de filósofos, de poetas, de literatos... Ahora, eso no le resta vitalidad ni frescura. Lo que pasa es que llega a través de experiencias intelectuales, que es la materia que más utilizaba Borges, y eso no se puede decir que sea una literatura cortada de la vida, una literatura para académicos o profesores. Para nada: es un tipo de literatura que exige ciertos conocimientos, que exige un esfuerzo intelectual para poder aprovechar el alimento que contiene, pero que es absolutamente vital. La prueba es que está viva, y cada vez tiene más lectores. Al mismo tiempo tú tienes una literatura hecha de la experiencia que puede ser muy mala, que puede ser muy pobre, muy superficial o mecánica. Es un problema de nivel de calidad en cada uno de estos géneros. Si me preguntas qué tipo de literatura hago yo, creo que es una literatura más fundada en la experiencia vivida, pero eso no me impide disfrutar también de la experiencia leída.”