El motor de búsqueda tiene un nuevo Google Doodle con el cual hoy 27 de julio recuerda a Ramón López Velarde, considerado el padre de la poesía mexicana moderna.
A lo que Google Doodle celebra al poeta Ramón López Velarde con una bonita y colorida ilustración en sus letras de la artista Ale De la Torre que estará disponible durante todo el día en México.
El Google Doodle recuerda a Ramón López Velarde por el 106 aniversario del lanzamiento del último número en 1917 de la revista que el poeta cofundó: Pegaso.
¿Quién fue Ramón López Velarde? El mexicano es considerado padre de la poesía moderna
Ramón López Velarde fue un poeta mexicano considerado el padre de la poesía mexicana moderna.
El poeta Ramón López Velarde nació el 15 de junio de 1888 en Jerez, Zacatecas bajo el nombre de Ramón Modesto López-Velarde Berumen.
La obra más conocida de Ramón López Velarde fue La suave patria de 1921, uno de los escritos más importantes de México.
Pese a que Ramón López Velarde estudió derecho en la Universidad de San Luis Potosí su pasión fue la escritura y la poesía.
Lo que llevó a Ramón López Velarde a escribir de manera personal poemas sobre la nostalgia que sentía por su ciudad natal en 1915.
Ya para 1916, Ramón López Velarde publicó su primer libro titulado La Sangre Devota, mientras que en 1919 publicó Zozobra.
La poesía de Ramón López Velarde fue elogiada por su imprevisibilidad, así como por su lenguaje poco ortodoxo, sus juegos de palabras y sus rimas humorísticas de la época.
Las obras de Ramón López Velarde fueron:
- La sangre devota, 1916
- Zozobra, 1919
- La suave patria, 1921
- El minutero, 1923
- El son del corazón, 1932
- Silabario del corazón, 1933
- La niña del retrato, 1935
El poeta mexicano Ramón López Velarde murió con tan solo 33 años de edad debido a una bronconeumonía que se complicó debido a la sífilis que padecía el 19 de junio de 1921.
¿Qué sucesos relevantes vivió el poeta Ramón López Velarde?
El poeta Ramón López Velarde fue también un gran partícipe en la política y los movimientos, pues fue parte de la Revolución Mexicana.
A lo que Ramón López Velarde apoyó abiertamente las exigencias de reformas políticas de Francisco I. Madero, a quien conoció personalmente en 1910.
E incluso, Ramón López Velarde fue Secretario de Instrucción Pública de México, vertiente del gobierno federal a la que hoy se le conoce como Secretaría de Educación Pública.
5 poemas de Ramón López Velarde para recordarlo junto al Google Doodle
Para recordar como se debe a Ramón López Velarde junto al Google Doodle te damos 5 de los poemas más célebres del mexicano:
- El son del corazón del libro El son del corazón, 1932
- Huérfano del libro Primeras poesías, 1905-1912
- Ella del libro Primeras poesías, 1905-1912
- Del pueblo natal del libro La sangre devota, 1916
- El mendigo del libro Zozobra, 1919
El son del corazón de Ramón López Velarde
Una música íntima no cesa
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.
¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que no son.
Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mi su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.
Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.
Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas. Scherezada.
Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.
Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.
La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.
¡Oh, Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son marino, el son del corazón!
Ramón López Velarde
Huérfano de Ramón López Velarde
Huérfano quedará mi corazón
alma del alma, si te vas de ahí,
y para siempre lloraré por ti
enfermo de amorosa consunción.
Triste renuncio a las venturas todas
de tu suave y eterna compañía,
hoy que se apaga con la dicha mía,
el altar que soñé para mis bodas.
Y el templo aquel de claridad incierta
y tú, como las vírgenes vestida,
brillarán en la noche de mi vida
como la luz de la esperanza muerta.
Ramón López Velarde
Ella de Ramón López Velarde
Esta novia del alma con quien soñé en un día
fundar el paraíso de una casa risueña
y echar, pescando amores, en el mar de la vida
mis redes, a la usanza de la edad evangélica,
es blanca como la hostia de la primera misa
que en una azul mañana miró decir la tierra,
luce negros los ojos, la túnica sombría
y en un ungir las heridas las manos beneméritas.
Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
de nieves, que beatos se hinchan como frutas
en la heredad de Cristo, celeste jardinero;
tiene propiedades hondas y los labios de azúcar
y por su grave porte se asemeja al excelso
retrato de la Virgen pintado por San Lucas.
Ramón López Velarde
Del pueblo natal de Ramón López Velarde
Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
desahuciada por todos, iré por los caminos
por donde vais cantando los más sonoros trinos
y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.
A la hora del Ángelus, cuando vais por la calle,
enredados al busto los chales blanquecinos,
decora vuestros rostros -¡oh rostros peregrinos!-
la luz de los mejores crepúsculos del valle.
De pecho en los balcones de vetusta madera,
platicáis en las tardes tibias de primavera
que Rosa tiene novio, que Virginia se casa;
y oyendo los poetas vuestros discursos sanos,
para siempre se curan de males ciudadanos
y en la aldea la vida buenamente se pasa.
Ramón López Velarde
El mendigo de Ramón López Velarde
Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
de todos los voraces ayunos pordioseros;
mi alma y mi carne trémulas imploran a la espuma
del mar y al simulacro azul de los luceros.
El cuervo legendario que nutre al cenobita
vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
otro cuervo transporta una flor inaudita,
otro lleva en el pico a la mujer de Adán,
y sin verme siquiera, los tres cuervos se van.
Prosigue descubriendo mi pupila famélica
más panes y más lindas mujeres y más rosas
en el bando de cuervos que en la jornada célica
sus picos atavía con las cargas preciosas,
y encima de mi sacro apetito no baja
sino un pétalo, un rizo prófugo, una migaja.
Saboreo mi brizna heteróclita, y siente
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente,
y la pródiga vida se derrama en el falso
festín y en el suplicio de mi hambre creciente,
como una cornucopia se vuelca en un cadalso.
Ramón López Velarde