El decreto del gobierno federal para que a partir del 1 de febrero de 2024 no haya más maíz transgénico en México, afectará a la cadena productiva nacional, pero sobre todo a los consumidores, quienes al final tendrán que absorber los costos de esta medida, advirtieron especialistas.
Si bien la fecha de inicio de este decreto se está negociando, para que se aplace hasta 2025, los efectos, no sólo provocarían un aumento en la inflación, mayores costos a la producción y finalmente a los consumidores.
En primera instancia, de acuerdo con la firma de consultoría World Perspectives Inc. provocaría un aumento en el costo del maíz que no está genéticamente modificado de hasta 48%, afectando los niveles de inflación, la actividad económica y la seguridad alimentaria en toda la región norteamericana.
Lo anterior, porque la oferta de maíz que no está genéticamente modificado es limitada, lo que provocaría que las importaciones que realice el país a partir del inicio de la restricción serían más elevados en precio.
“En el primer año de la prohibición, los precios del maíz no transgénico aumentarían un 48 % a 8,14 dólares por bushel y México pagaría 571 millones de pesos adicionales por el maíz importado (28,6 millones de dólares)”
World Perspectives Inc
En este sentido, el presidente del Consejo Nacional Agropecuario, Juan Cortina Gallardo, aseveró que la agricultura, como cualquier otro sector, debe innovar para enfrentar los retos del siglo XXI, sobre todo aquellos relacionados con la innovación para abastecer las necesidades de alimentación de la población.
Al respecto, World Perspectives Inc. señaló que un 10 % de la población mexicana carece de acceso a una alimentación adecuada, cantidad que podría hasta triplicarse en los nueve estados mexicanos más pobres de implementarse estas medidas prohibicionistas contra el maíz transgénico.
De acuerdo con datos de la industria agroalimentaria en México, el precio del maíz es el indicador más grande sobre el acceso a los alimentos para los mexicanos en el decil de ingresos más bajos que gastan aproximadamente el 52 % de sus fondos en alimentos.
“Desafortunadamente, las barreras de México a la innovación biotecnológica solo exacerbarán la inflación de los precios de los alimentos para sus ciudadanos más vulnerables al interrumpir las cadenas de suministro e impedir el acceso de los productores a nuevas tecnologías para impulsar los rendimientos”
Michelle McMurry-Heath, presidenta y directora ejecutiva de la Organización de Innovación en Biotecnología (BIO)