El pasado 13 de junio, el cura Antonio María Cabrera, de 68 años, fue detenido en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México; se le imputa el delito de violación de al menos una menor.

Uno más de la Legión de Cristo, acusado por ese infame delito. Espero que haga su “penitencia” en el penal de Barrientos, recluido en una celda de dos por dos, iluminada las 24 horas del día, en la que escuche aterrorizado los gritos de los otros presos, las amenazas... que viva el más puro terror, como el que sintió aquella menor de la que abusó sometiéndola… un ser frágil, inocente, a la que destrozó su vida para siempre.

La Fiscalía Federal de la República lo detuvo. Este cura, fue director de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac y se desempeñaba actualmente como director del Centro de Desarrollo Estratégico en Bioética de esa institución, ligada a la congregación fundada por Marcial Maciel.

La Fiscalía le imputa haber agredido sexualmente a una menor en diversas ocasiones en un inmueble ubicado en Naucalpan. Abusos que sucedieron en tres ocasiones: una en mayo de 2004, otra en abril de 2007 y la tercera en 2011. La denuncia se produjo años después, en 2024, por lo que iniciaron las investigaciones. No importa cuánto tiempo pase, estos delitos jamás deberían de prescribir…

El silencio de las víctimas se debe al pavor que sienten de ser revictimizadas, de ser cuestionadas. Ese mutismo se debe también a que se sienten culpables, avergonzadas, no reparan en que no tienen culpa ni tuvieron la fuerza física para defenderse. El terror las hace presas…

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Los Legionarios de Cristo han asegurado estar “en plena disposición para colaborar con las autoridades civiles” en esclarecer los hechos. Reafirman su “compromiso con la protección de menores y personas vulnerables”; se muerden la lengua al decir esto, ese órgano con el que reciben muchos demonios “el cuerpo de Cristo”. Ellos nunca han protegido a las víctimas, solo lo han hecho con los depredadores, los abusadores, los violadores de su congregación que están escondidos bajo la sotana. Algunos tuvieron el valor de denunciar y fue cuando se desató el escándalo…

La Universidad Anáhuac guarda el habitual silencio. El flamante director de Bioética, el santo sacerdote que aparece sonriente portando un traje, ostentándose como tal, ocultaba tras ese rostro amable el verdadero, el del depredador, el del violador que creyó haberse salido con la suya por el pasar de los años.

El daño que causó hizo trizas la vida de esta menor, la despojó de todo, de su autoestima, de su esencia, la introdujo a un infierno… y no fue la única, se presume que hay doce niños más.

Antonio María Cabrera era cercano a Marcial Maciel, el fundador... el violador... el drogadicto... el esposo... el padre de varios hijos... el defraudador; el protegido por el Vaticano; por Juan Pablo II, por Benedicto y los antecesores que sabían quién era: el mismo demonio disfrazado de santo líder... el impune.

Los “Millonarios de Cristo” tejieron una red de fideicomisos y empresas subsidiarias que operaban desde un paraíso fiscal. Entre 2010 y 2011, la congregación acumuló más de 295 millones de dólares inversiones en sectores como el inmobiliario, el tecnológico y el petrolero. Los escándalos sobrepasaron a la congregación…

Estos millonarios ingresos proceden de las Universidades Anáhuac que están entre las civiles, y además de las eclesiásticas y de los 150 colegios para niños y niñas que cursan desde maternal hasta la preparatoria.

Nadie dijo nada, ese silencio y esa complicidad permitieron que Maciel abusara de al menos 175 niños y seminaristas. Un hombre inteligente, perverso, manipulador; quien abusó también de dos de sus hijos.

Antonio Cabrera, persona de alta visibilidad académica y religiosa, ligada a figuras clave del conservadurismo católico en México, formaba parte también del Comité de Ética de posgrados en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud de la UNAM, lo que lo ponía en una red académica de peso político y religioso. El sacerdote participaba activamente en estructuras jerárquicas que promueven valores tradicionales dentro de la Iglesia y en políticas educativas.

La detención de Cabrera abrió la posibilidad de que otros sacerdotes abusadores y violadores, no solo de esta siniestra y millonaria legión, paguen por estos abusos que destruyen tantas vidas. Esto de que los Legionarios están en la disposición de “colaborar con las investigaciones”, es probablemente otra de sus muchas mentiras. Cuando salió a la luz que su santo líder y fundador era uno de los peores criminales, lo negaron todo. No lo aceptaron hasta que les fue imposible negarlo… quisieron regenerarse, renegando de su líder, de su fundador... y ahora Antonio Cabrera, el legionario está preso.

Antonio Cabrera no debería salir nunca de prisión, que sepa lo que es el terror de estar en un lugar en el que ahora él es el vulnerable, ya que en esos lugares odian a que los que violan o abusan de niños y niñas; son catalogados como los peores, los más bajos criminales…

Los Legionarios de Cristo no se libera de los escándalos sexuales, están impregnados en sus sotanas. A pesar de ello, siguen enriqueciéndose con sus negocios millonarios, con los donativos, con los engaños…

No deberían tener perdón de la sociedad, no deberían tener instituciones que están llenas de posibles víctimas, de niños y niñas inocentes… ¿Cuántos más?

“Los Legionarios de Satán”, deberían llamarse… ¿o no?