La decisión del Gobierno de la Ciudad de México de aliarse con Airbnb para acoger a los refugiados económicos occidentales ahora conocidos con el eufemismo de “nómadas digitales” podría ser catastrófica para los habitantes capitalinos y del resto del país.
No sé si la jefa de gobierno de la capital, por quién yo voté, tenga conocimiento de la experiencia vivida en ciudades como Barcelona, París, Ámsterdam y Miami, en donde la empresa de renta de casas y departamentos por períodos cortos ha sido fuertemente regulada ante el acaparamiento de viviendas por parte de un número cada vez menor de renteros y el incremento en los costos de la vivienda.
La realidad es que ciudadanos de algunos países de Europa y en especial de los Estados Unidos ya no pueden pagar los precios inflados e irreales que las grandes corporaciones exigen por rentar o comprar una vivienda, y con el auge del trabajo remoto, han exportado su crisis inmobiliaria a México.
El futuro que la jefa de gobierno, sus “asesores” y Airbnb ve para los habitantes marginados y morenos de la CDMX es el de ser “guía de turistas” para los visitantes, es decir, ser los sirvientes de una nueva camada de neocolonizadores armados de un dólar sobrevaluado y respaldado únicamente por armas nucleares y pocas cosas más.
Aunque las autoridades aseguren que “no se incrementarán las rentas”, la realidad es que la presencia de estas plataformas si encarece los precios de renta y venta de vivienda.
Este error del gobierno capitalino nos costará muy caro a los mexicanos, definitivamente.