Débil y ruin, así es la oposición en México. Sus líderes más visibles pactan con lo peor de Morena y sus acuerdos les garantizan impunidad, contratos, posiciones y protección mutua.
El caso de Ricardo Anaya es emblemático, cuando Adán Augusto López, uno de los principales operadores de López Obrador, parece acorralado por sus presuntos vínculos con el crimen organizado, a Anaya y otros líderes, les llega el momento de pagar facturas.
El que calla, otorga
Apenas estalló el escándalo del exsecretario de seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, señalado como líder del grupo criminal La Barredora, aliado del Cártel Jalisco Nueva Generación, los coordinadores de las bancadas opositoras en el Senado, Ricardo Anaya (PAN), Manuel Añorve (PRI) y Clemente Castañeda (MC), desaparecieron de la Comisión Permanente y evitaron pronunciamientos.
También guardaron silencio los dirigentes nacionales del PAN, PRI y MC: Jorge Romero, Alejandro Moreno y Jorge Álvarez Máynez. Una omisión que confirma lo que muchos advertían: la oposición protege a figuras de Morena porque en esa protección va su propia supervivencia.
Anaya
La carrera de Ricardo Anaya ha estado marcada por la traición y por alianzas con lo más oscuro de la política nacional. Desde joven escaló posiciones por traicionar a quienes lo apoyaron.
De eso sabe el exgobernador de Querétaro, Francisco Garrido Patrón, quien lo formó políticamente y lo integró a su círculo cercano. Anaya rompió con él para aliarse con Marcos Aguilar Vega y, más tarde, como dirigente nacional del PAN, excluyó de cualquier espacio en el poder al grupo de Garrido.
Otro de sus mentores fue Gustavo Madero, quien, cuando solicitó licencia de la presidencia del PAN para buscar una diputación, dejó a Anaya como presidente interino; posición que aprovechó para consolidarse, impedir el regreso de Madero y quedarse con el control del partido.
Ya instalado en el poder, Anaya no solo traicionó a personas y termino por traicionar al propio PAN. Siendo coordinador de los diputados blanquiazules entre 2012 y 2015, se alió con Manlio Fabio Beltrones (PRI) y Ricardo Monreal (entonces en MC, luego Morena) para pactar reformas y acuerdos legislativos que beneficiaban los intereses de Morena, partido recién creado por AMLO.
Para mantener el control del PAN, Anaya formó un grupo con Marko Cortés, su sucesor como dirigente nacional. Juntos operaron una estrategia para debilitar a sus adversarios al interior del instituto y evitar la formación de un bloque opositor que pudiera disputar la presidencia a AMLO en 2018. Así, en lugar de buscar una alianza en torno a un candidato único, Anaya prefirió dividir el voto y allanarle el camino a López Obrador. Desde entonces, el PAN se volvió funcional a Morena.
Operaciones sospechosas
Transcurría la campaña presidencial de 2018 cuando Anaya fue investigado por empresas fantasma y operaciones inmobiliarias sospechosas, donde se triangulaban recursos y se compraban y vendían terrenos a sobreprecio. Una práctica que, por cierto, recuerda a lo ocurrido con Víctor David Mena, uno de los principales desarrolladores inmobiliarios en Querétaro y en obras como el Tren Maya.
A pesar de denuncias y señalamientos, Anaya obtuvo impunidad gracias a su entendimiento con la 4T. La Fiscalía General de la República de Alejandro Gertz Manero, no movió un dedo en su contra. Anaya huyó del país y, años después, regresó como el “hijo pródigo”, cobijado por Marko Cortés y Jorge Romero, para convertirse en coordinador de los senadores del PAN.
Su estrategia, someter al PAN
Ponerse al servicio de los intereses de Morena le ha funcionado. En Yucatán, su aliado, el insignificante ex “dirigente” panista Raúl Paz Alonzo se unió a Adán Augusto cuando Morena necesitaba votos para aprobar la reforma militar. Paz, quien antes había rechazado la iniciativa, no solo terminó votó a favor, terminó saltando a Morena, un ejemplo perfecto del modelo político servil y traidor del grupo de Anaya.
Hoy en su desperation, Paz, cobarde ataca sin que nadie lo pele, a quien gobierna bien y a quien le debe todo en Yucatán, hace miserables campañas con una bajesa que no tiene límites.
Lo mismo ocurrió con otras reformas, en la del poder judicial, figuras del PAN, como algunos miembros del clan Yunes, traicionaron al partido para votar con el bloque oficialista.
Ciertamente no existe oposición, la prueba son los líderes totalmente coludidos y que respaldan las practicas delincuenciales del partido en el poder.
La presidencia de Jorge Romero ha sido más de lo mismo: todo un fiasco y la complicidad con Morena ha ido llevando al PAN a la quiebra, facilitando el empoderamiento del partido oficial y, sobre todo, la impunidad.
Hoy, con Adán Augusto bajo investigación en Estados Unidos, la pregunta es: ¿Anaya lo traicionará, como ha hecho con todos sus aliados, o seguirá protegiéndolo para salvarse a sí mismo?
X: @diaz_manuel