La serie “Adolescence”, disponible en Netflix, ha logrado agitar conciencias sobre el impacto de las microcomunidades conectadas por símbolos y significados tan propios, que escapan a otras generaciones e inclusive, a otros grupos que no están socializados en el mismo espacio y no logran descifrar ni comprender la crisis por la que atraviesan los más jovenes.
Esa crisis es resultado del intenso bombardeo sobre la insuficiencia que constantemente se vive en el espacio digital. En cuatro capítulos, el protagonista de esta serie, Jamie Miller, va desenvolviendose desde una aparente vulnerabilidad y timidez hasta una personalidad violenta, autoritaria y con poca tolerancia a la frustración.
El estudiante de 13 años, detenido en un operativo de alto nivel, como si se tratase de Joaquín “El Chapo” Guzmán, es acusado de terminar con la vida de una de sus compañeras con un cuchillo. La trama se desenvuelve en un ambiente escolar hostil, intervenido por dos mundos irreconciliables: el virtual y el real.
En el primero, Jamie es parte de la comunidad denominada “incels”, traducido al lenguaje de generaciones como las que leen esto “celibes involuntarios”, hombres convencidos de su incapacidad o fealdad para sostener relaciones sexo afectivas con mujeres, que están condenados al celibato por no resultar atractivos para ellas y al mismo tiempo en que construyen deseo, alimentan el odio por pensar que las mujeres nunca los querrán por no tener dinero, ya que según ellos, las mujeres son unas interesadas o por ser feos y no ofrecer atractivos, ya que mantienen la creencia de la regla “80/20”: El ochenta por ciento de las mujeres se siente atraída por el veinte por ciento de hombres que si son “guapos”, “adinerados” y “tontos” en el sentido de “ser complaciente hasta dejarse pisotear” por ellas. Lo que en el español mexicano podría denominarse como “mandilón”.
Estos conceptos obligan al protagonista, supuestamente, a realizar un despliegue contundente de masculinidad que se expresa de manera violenta y confundida en el exceso de acuchillar a una de las chicas, compañera de su escuela, que en algún momento calificaba en Instagram a ese chico como “incel”.
En el segundo mundo paralelo, el de lo real que guarda un profundo impacto de lo sucedido en el mundo virtual, durante el segundo capítulo de esta serie, los policías realizan una investigación completamente a ciegas. Intentan dialogar y sus preguntas ofenden. El binomio que investiga pertenece a una generación distinta y parecen no tener siquiera redes socales. Uno de ellos es padre de un chico que estudia en la misma escuela y avergonzado por el ridículo papel que hacen, se ve obligado a explicarle a su padre algunos de los códigos que comparten a partir de lo que sucede en el plano virtual.
No saben que la manosfera es una red de páginas y de redes sociales que promueven masculinidades hostiles hacia las mujeres, en las que combaten ideas y argumentos del movimiento feminista, desplegando violencias simbólicas en tono de broma en referencia a “volar feministas” o “matarlas”.
No saben que una nueva ola de conservadurismo se apodera de los dispositivos de los más jóvenes, alimentada por las claves de los algoritmos que se han diseñado para mostrar más contenido sobre un tema que se consuma, generando personalidades obsesivas y polarizadas por el hecho de que cada contenido que muestra a esos usuarios, reafirma y radicaliza sus propias ideas, aislandoles del pensamiento general hasta el punto de pensar que aquella visión o interpretación del mundo es la única posible.
No logran comprender que las redes sociales han impactado al punto de ser decisivas sobre la validación, principalmente para estos hombres, la validación masculina. Que tienden a identificar a líderes o voces de autoridad, como un tipo de “Temach”, que se convierten en sus guías y son vistos como el padre o como el modelo de quien hubiesen querido como padre, aquel que les representa el ideal de aspiración para un hombre que a menudo, representa valores ultra conservadores y suelen ser creadores de contenido o cualquier charlatán en tanto que mantenga la lógica de despreciar a las mujeres por ser las causantes de una supuesta ineficiencia de aquellos hombres.
En esa ambivalencia, desean profundamente el afecto y respuesta sexual de las mujeres pero las desprecian. Anhelan a las mujeres que sus amigos “incel” también desean, no por la mujer sino por obtener la validación de aquellos mientras que a las mujeres que tienen despliegues de feminidad o sexualidad en redes sociales, las convierten en objetivo del desprecio más extremo. Así lo demuestra el tercer capítulo, en el que Jamie deja de ser un suave y vulnerable adolescente para mostrar una personalidad violenta con una psicóloga joven que parece atraerle. A ella le dice que, en medio del desprecio contra la víctima que fue herida de muerte con el cuchillo, aquella había enviado una foto de sus pechos a uno de sus amigos que a su vez, la hizo circular. Lo califica de “tonto” porque ninguna otra chica le volvería a enviar ese tipo de fotos. Pero destaca la falta de empatía y la falta de enfoque a la víctima.
Paradojicamente, esta serie expone la insensibilidad de quienes habitan las redes y la fragilidad de los argumentos que se presentan en este tipo de plataformas de consumo inmediato pues en X, antes Twitter, por semanas el debate se ha centrado en que el caso se parece bastante a un joven afrodescendiente que mata a una chicha blanca. Vale la pena recalcar que el lugar donde se ubica la problematización es una comunidad de Inglaterra, en que inclusive, se llega a señalar al padre por pedofilia bajo la idea de que los niños abusados tienen comportamientos antisociales al crecer. Lo curioso es que el debate sea la discriminación racial por encima de las nuevas misoginias.
Para despedirnos, además de recomendar esta serie con atención y disposición para entender los nuevos paradigmas de la humanidad, vale la pena decir tres cosas curiosas. Lo primero que esto no es ficción y no se limita a las fronteras del país en que se grabó, la manosfera, como su concepto indica, aborda significados y sifnificantes de la esfera o sea, del globo planetario, de cualquier espacio con acceso a Internet. Lo segundo es que esta es una de las tantas respuestas a los feminismos, que al avanzar en lograr algunos derechos, se ha enfocado durante las últimas décadas en transformar las dinámicas de lo cotidiano con conceptos como Micro machismos. El feminismo pudo traspasar los espacios políticos, públicos y gubernamentales para centrarse en las desigualdades en lo personal, en las dinámicas de relaciones afectivas y sexuales, teniendo como respuesta uno de los movimientos más violentos que no busca sacarnos de los espacios de toma de decisiones sino de la vida misma.
Lo último. Solo para empatar en los términos, en la “manosfera”, originalmente “manosphere”, se enuncia la lucha por los derechos de los hombres y tiene un lenguaje propio. Las mujeres son llamadas Stacy, femoids, foids, envras, bops, con una cultura de las sustancias, como en la serie le llaman “Matrix” por la película pero que en realidad es una expresión sobre acceso a drogas qué refiere a estar “redpilled” o con la pastilla roja a conocer los secretos de la naturaleza de las mujeres, tener una revelación de como es que piensan o son, según ellos, y “blackpilled” o estar con efecto de pastilla negra a mirar la propia decadencia o miseria, fealdad o sentimientos de inferioridad por los cuales aquel hombre siempre será un celibe involuntario o “incel”, las creencias de soledad que se van interfortaleciendo en el aislamiento qué tienen estos sujetos, que a menudo, habitan más en el espacio virtual que en el espacio real.
Entre ellos, algunos son reconocidos como alfas, betas, sigmas, incels, currycels, ricels, boyos, wizards, aspies o ricels. Cada uno tiene un contenido y papel distinto, aunque de eso platicaremos en otra columna. La obsesión por etiquetar y nombrar absolutamente todo ha desplegado un nuevo idioma de actos en presente continuidad con términos como “looksmaxxing”, “mewing”, “mogging”, “lookism” o “whitemaxxing” y se expresan con “hacer un ER” qué es enloquecer y matar mujeres, especialmente Feministas, “LDAR” qué es el acrónimo en inglés de la recomendación de encerrarse en su cuarto para hundirse en la tristeza así como finamente “ser MGTOW”, un hombre que ha expulsado a las mujeres de su vida y de su atención, puesto que todo este movimiento es profundamente sexuado y basado en las distinciones y luchas de género.