RERUM NOVARUM
Por Eugenia Jiménez Cáliz
La labor de atender espiritualmente a los fieles no siempre es recompensada, la mayoría de los sacerdotes en México carecen de prestaciones sociales para tener una vejez digna.
Los obispos no le han dado la importancia requerida al tema de la seguridad social de sus “hijos” los sacerdotes para que tengan un retiro digno, pese al envejecimiento del clero.
Al llegar a los 75 años de edad los curas pertenecientes a las diócesis deben renunciar, según lo establecido en el Derecho Canónico y salir de los templos en donde han vivido sus últimos años, sí lo decide su obispo.
A esa edad y después de servir la mayoría de ellos por más de 40 años a la iglesia son pocas las opciones que tienen para su futuro, al quedarse sin parroquia, pueden acogerse en las casas sacerdotales, que pocas diócesis tienen, y las cuales no siempre tienen la estructura necesaria para atenderlos, por padecer enfermedades crónico-degenerativas.
Otros deciden integrarse a otra parroquia, generalmente si el párroco es su amigo o fue su alumno, por su amistad les dan alojamiento y alimentos, además les permiten celebrar misas y el estipendió que se obtiene se les entrega para sus gastos.
Algunos son acogidos por fieles que los reciben en sus casas y otros son aceptados en sus familias, éstos en menor número porque familiares no quieren tener la responsabilidad de cuidar a un sacerdote anciano y enfermo que representa gastos.
Al jubilarse los clérigos, sólo en algunas arquidiócesis como en Guadalajara, CDMX, Monterrey y Mérida, entre otras tienen recursos suficientes para entregarles una mensualidad.
La Arquidiócesis de México les entrega 12 mil pesos trimestrales (4 mil pesos mensuales), cantidad que no siempre se deposita a tiempo.
Crisanto Quintero sacerdote responsable de la Comisión para los sacerdotes jubilados de la Arquidiócesis de México informó que se atienden a 81 sacerdotes mayores de 75 años a quienes llama los “jubicuras” y reconoció que de estos hay tres que andan sufriendo, pero porque no quieren irse a vivir a las casas del sacerdote.
A todos, dijo se les ofrece seguros médicos y se les da seguimiento. Para cuidarlos va a proponer que un seminarista adopte un “jubicura” para que todos los días estén en contacto.
El analista en religión Guillermo Gazanini consideró que los obispos son los responsables de la seguridad social de los sacerdotes para que tengan un retiro digno, pero “les falta previsión y no le han dado importancia, pese al envejecimiento del clero”.
Esta situación en un futuro cercano traerá problemas serios a las diócesis por no contar con un sistema de retiro que sea autosuficiente.
La Conferencia del Episcopado Mexicano consideró Gazanini debería configurar un sistema de previsión social que integre a todas las diócesis y las de mayor recursos deberán apoyar a las más pobres, para que todos los sacerdotes tengan un retiro digno. Pero los obispos mexicanos “no tienen voluntad de entrarle a esto”
Expuso el caso de la conferencia de obispos de Estados Unidos: ahí el sacerdote tiene la calidad de empleado, hay un consejo de asuntos económicos en la parroquia administrado por laicos y de los recursos recolectados se envía un porcentaje a la diócesis, se les da su salario a los sacerdotes y gastos de manutención, además se crea una bolsa mutual para cesantía o vejez del cura, por lo que se atiende su ahorro para su retiro.
En México no se le otorga la administración a los laicos, los sacerdotes centralizan los recursos, por lo que no existen criterios de transparencia, los fieles desconocen lo que se recauda en donativos para las obras de la iglesia.
La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no tienen ninguna referencia de que los ministros de culto pueden registrarse como empleados, pero hay AR que los llegan a registrar como empleados para ofrecerles seguridad social como es el caso de algunas iglesias evangélicas.
La iglesia católica mexicana tiene 11 mil 744 sacerdotes diocesanos y la edad promedio es de 60 años de acuerdo al Anuario Pontificio del 2019. Por lo que es urgente establecer un sistema de seguridad social para los sacerdotes principalmente para los que viven en comunidades rurales pobres que sobreviven de la ayuda que reciben de sus fieles.
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