“A los periodistas no hay que matarlos a balazos, sino de hambre”.
Alejandro Moreno
Alejandro Moreno “Alito”, presidente nacional del PRI desde 2019 y exgobernador de Campeche, por años ha mantenido un discurso de oposición que contrasta con sus actos públicos y privados.
La difusión de imágenes y testimonios sobre sus vacaciones en Europa y sus paseos en yates de lujo con relojes que ni Obama, no han hecho más que profundizar las sospechas sobre su verdadero papel dentro del ajedrez político nacional.
Vacaciones al estilo 4T
Mientras México enfrenta violencia desbordada, una economía debilitada y una creciente desconfianza en las instituciones, Alejandro Moreno, como la élite de la 4T, se encontraba de vacaciones, viajando por París, Roma y Mónaco, incluido viaje en yate por la Riviera Francesa.
Las imágenes circularon en redes sociales y medios de comunicación y, es que no se trata de tomar o no vacaciones, sino de lujos que contrastan de forma grotesca con un discurso en el que insistentemente acusa al gobierno de Morena de corrupción, frivolidad y abuso de poder.
La pregunta obligada es ¿de dónde salen los recursos para ese nivel de viajes? Considerando que Moreno se ha desempeñado como servidor público prácticamente toda su vida y la más importante: ¿por qué la 4T dejó de perseguirlo y señalarlo?
La falta de transparencia en su patrimonio y los señalamientos acumulados durante su paso por el gobierno de Campeche, alimentan la sospecha de un enriquecimiento ilícito. Sin embargo, la Fiscalía General de la República a cargo de Gertz Manero, al igual que con los miembros de Morena, no ha actuado con firmeza.
Las denuncias y los hechos
Durante su gubernatura (2015-2019) fue señalado por presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos públicos, compras a sobreprecio y la creación de una red de prestanombres para adquirir propiedades millonarias.
Layda Sansores difundió audios en los que presuntamente se escucha a Alito negociando recursos ilegales y exhibiendo un lenguaje violento, misógino y autoritario.
A pesar de la gravedad de estos materiales el dirigente priista ha evitado enfrentar consecuencias legales, lo que deja entrever una red de protección política que trasciende partidos.
Aunque formalmente el dirigente ha sido una de las voces más críticas del oficialismo, en los hechos, su comportamiento ha favorecido los intereses de Morena. Su permanencia al frente del PRI, a pesar de las derrotas electorales, su negativa a dejar el cargo luego de la debacle de la alianza opositora en 2024 y su falta de estrategia como oposición, generan sospechas de una colaboración encubierta.
Analistas políticos y personajes de su propio partido han sugerido que Alito opera como un “opositor funcional” al estilo de la dirigencia panista o de MC, es decir, simulan resistir a Morena, pero, en la práctica, contribuyen a su hegemonía debilitando al bloque opositor desde dentro.
Amistades peligrosas
Cuando fue designado presidente del PRI lo asesoró José Murat Casab, un aliado de AMLO, que como gobernador de Oaxaca quedó marcado por sus prácticas gansteriles, por cierto, su hijo Alejandro, saltó a las filas de Morena.
Alito también mantiene vínculos cercanos con Adán Augusto López, incluso trascendió que sostuvieron reuniones privadas presuntamente para negociar apoyos legislativos o blindaje político, las versiones no han sido confirmadas, pero la tibieza de Morena hacia Moreno es cuando menos sospechosa. Por lo pronto Alito se ha mantenido en silencio frente a la presunta complicidad del morenista con el líder de La Barredora y el Cartel Jalisco Nueva Generación.
Pérdida de espacios
Bajo el liderazgo de Alito el PRI ha pasado de tener capacidad de negociación a convertirse en un cascarón instrumentalizado. En lugar de impulsar una renovación, el priismo se ha hundido en el descrédito.
Al modificar los estatutos del partido para prolongar su control, Moreno generó ruptura con liderazgos históricos y con cuadros jóvenes que lo ven como un obstáculo para cualquier intento de refundación.
La sumisión o complicidad del priista quedó registrada en una grabación donde Manuel Velasco operador del PVEM y gatillero de Adán Augusto le dice: “Te voy a hablar en clave, me mandaron a traer ¿ok?, hace como una hora y media, nuestro amigo, nuestro hermano, ya sabes con quién, -refiriéndose a Adán Augusto- sí, habló con su jefe (AMLO) ahí enfrente de mí y que, si no jalabas, se iban a ir con todo”.
Alejandro Moreno representa el peor rostro de la clase política mexicana: el cinismo, la impunidad y la doble moral.
Mientras posa como opositor, actúa como aliado silencioso del régimen. Mientras exige transparencia, evade la rendición de cuentas. Mientras pide austeridad, presume lujos.
México no necesita más “Alitos”, necesita partidos y liderazgos auténticos, comprometidos con la democracia y capaces de marcar distancia con el autoritarismo.
La permanencia de personajes como él en la esfera pública perpetúa la desconfianza ciudadana hacia la clase política. Y eso, en un país que se juega su futuro democrático, es inaceptable.
X: @diaz_manuel