Desde las arengas de la tribuna de San Lázaro, espacio que ha sido pionero en las reformas constitucionales que ha propuesto Claudia Sheinbaum, me llamó mucho la atención la intervención del coordinador de la fracción parlamentaria del PT. Con ello, entre muchos aspectos más, mencionó una palabra clave que, hasta ahora, es determinante para asumir ese enorme compromiso social que, en décadas, existió con el pueblo de México. Hablamos de la organización que, a la postre, llevó a construir alianzas estratégicas que, desde luego, han traído efectos duraderos, especialmente por abanderar la misma causa, que es el bienestar social y el mejoramiento de la calidad de vida a través de programas y esquemas de asistencia que, en los gobiernos de la 4T, hizo posible reducir la brecha de la desigualdad y, con ello, disminuir considerablemente los índices de pobreza. Por eso se ratificó el triunfo abrumador de Claudia Sheinbaum en la pasada elección.

Esto, sin duda, es el efecto de una connotación bien clara que se llama organización. Y quien asume una responsabilidad de esa naturaleza, que emerge de la necesidad de un cambio sustancial, tiene el compromiso de tomar en cuenta a todas aquellas fuerzas o expresiones que abanderan las causas de los sectores sociales, especialmente los más vulnerables del país. Lo que ocurrió en 2018, más allá del fenómeno social que significó Andrés Manuel López Obrador, fue la política de alianzas que supo mantener en esa apuesta para buscar la alternancia en el país. El PT, lo hemos dicho una y otra vez, ha sido fundamental para posibilitar este hecho histórico que, para fortuna de millones de mexicanos, tiene continuidad con la llegada de Claudia Sheinbaum a Palacio Nacional. A lo que voy es que, como tal, fue crucial diseñar la unificación de las expresiones que, en décadas, han caminado por la construcción de ese proyecto alternativo que, en concreto, está rindiendo frutos, sobre todo ahora que la presidenta le apostó al Plan México para confirmar que el territorio, como otras naciones importantes, será una de las grandes potencias económicas.

Con todo ello, volvemos al punto relevante, es gracias a la organización, pero sobre todo al compromiso social que la izquierda ha tenido con México. El simple hecho de construir alianzas estratégicas, evidentemente, te da una gran ventaja, máxime si persiguen el mismo fin común. Uno de ellos, sin duda, ha sido profundizar los cambios prioritarios de la agenda en temas de salud, programas sociales, educación, seguridad, ciencia, campo y tecnología. Por esa sencilla razón, no coincido en los comentarios que muchos cuadros de Morena, ante su crecimiento exponencial, han hecho en alusión a ir solos en los procesos electorales. Eso, de entrada, significaría un error político considerando todo lo que han construido y, de paso, sería un retroceso, especialmente porque hablamos de un partido hegemónico que menospreciaría, si así fuese el caso, el valor y la participación sustancial que han tenido fuerzas progresistas como la del PT.

Ahora que Luisa María Alcalde convocará a Consejo Nacional Extraordinario, máximo órgano para tomar decisiones, sería importante, en especial por el momento crucial en que se encuentran las iniciativas de la presidenta constitucional en el legislativo, refrendar ese compromiso con los partidos aliados, sobre todo por la competitividad que han significado a lo largo y ancho del país. Una alianza, sin duda, proyecta una estrategia ganadora a corto, mediano y largo plazo. El más claro ejemplo, en definitiva, es la coalición que han edificado Morena, PT y PVEM. Todos, sin excepción alguna, cargan con la misma consigna de continuar profundizando el cambio, pero, de igual forma, tienen propuestas para aterrizar en los puestos de participación popular. El punto relevante, que no debe dejar pasar Luisa María Alcalde, es signar un acuerdo de unidad que no excluya a nadie en algún tipo de aspiración, especialmente ahora que se asoma el ejercicio electoral del 2027.

Recordemos que, hace poco, Andrés Manuel López Obrador, con esa visión política que demostró, evitó fracturas y pugnas al interior de la coalición. Asumió ese compromiso y, de paso, abrió el compás para que Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña, representando al Partido del Trabajo y PVEM, se midieran en la encuesta interna y, a su vez, tuviesen libertad para recorrer el territorio nacional. Esa competencia, que todos sabemos el resultado, al final de cuentas, fue el mecanismo más eficaz para alcanzar acuerdos.

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A lo que voy es que Luisa María Alcalde, como pasó con las corcholatas, tiene la obligación política de hacer posible que la participación plural y democrática fluya al interior de una coalición. Y no solo eso, sino también que puedan medirse en la encuesta que aplique la dirigencia nacional para las 16 gubernaturas que estarán en juego en las elecciones intermedias del 2027. El Partido del Trabajo, una fuerza plenamente consolidada que ha sabido encauzar Alberto Anaya, tiene que tener, porque ha sabido demostrar lealtad y quehacer al interior, un representante en la encuesta para que la sociedad, a su vez, tomé la determinación de quien lo representará en las boletas en las 16 entidades federativas.

Morena, PT y PVEM, por acuerdo político y moral, pertenecen a la misma causa. Lo más justo, tal y como establecen los criterios de evaluación al interior del lopezobradorismo, es que cada fuerza tenga un representante en la encuesta y bajo las reglas de participación. Eso, lo damos por hecho, lo tiene contemplado la propia Luisa María Alcalde con ese dinamismo y apertura que ha mostrado desde que llegó a la presidencia de Morena. Es, además de una responsabilidad por lo que ha ido aportando el PT y el PVEM a la causa, una herramienta para tomar a todos por igual, tal y como lo planteó AMLO con las llamadas corcholatas.

El PT, por ejemplo, tiene liderazgos potencialmente consagrados en Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí, Tlaxcala, Chihuahua, Sonora, Colima, Nayarit, Sinaloa, Nuevo León y muchas otras entidades. A todos ellos, por su entrega, podemos atribuirles que son precursores de la construcción de este proceso de transformación. Para tal efecto, la pelota de participación plural de todas las fuerzas para puestos de elección popular, desde luego, está en la cancha de Luisa María Alcalde.