“El pueblo de México es mucha pieza y millones y millones van a salir a votar el 1º de junio y van a decir: ‘¡México es un país democrático y en México el único que decide es su pueblo! ¡El pueblo de México decide en nuestro país!’”, Claudia Sheinbaum, 18 de mayo de 2025.

Doy por descontado que no voy a votar por alguno de los candidatos en las elecciones del Poder Judicial el próximo domingo 1 de junio, mi elección está entre anular mi voto o no votar.

Si usted es de los 35,924,529 de ciudadanos que le dieron a la hoy presidenta Claudia Sheinbaum Pardo el mandato (orden para los que somos de a pie) de aprobar la reforma judicial de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, tiene la obligación moral de no dejarla sola, ella sólo está cumpliendo las órdenes de ustedes, no está cumpliendo caprichos de nadie más, sólo es lo que ustedes le ordenaron... Cúmplanle, no la dejen sola o va a parecer que ustedes la engañaron y quieren hacerla quedar mal con los 24,190,665 millones que votaron contra ella y, obviamente, contra la tan mencionada reforma judicial.

Obviamente, yo soy parte de este segundo grupo y sí les puedo asegurar que voté contra Claudia porque estoy en contra de la reforma judicial, entre otras cosas.

De los restantes 38,353,810 que no votaron en el 2024 y tenían credencial de elector vigente mejor ni hablamos. Si no participaron en las elecciones fáciles, que se han hecho por muchos años, pues menos irán a éstas en que hasta los electores “voluntarios” necesitan llevar acordeones para que las capacitaciones a las que han asistido tengan éxito en las urnas.

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Por cierto a los 35,924,529 que metieron a Claudia en esta situación les hago una recomendación, ayúdenla para que no ganen las tres ministras que puso AMLO y que serían un lastre tanto para el Poder Judicial como para la presidenta, si ellas son las más votadas, y por ende las próximas presidentas de la Corte. Sería una mala señal de que sólo eso quería Andrés Manuel, que sus evidentes incondicionales controlen el Poder Judicial.

Insisto ustedes la metieron en esto, ayúdenla, voten, pero no por las tres ministras de AMLO: Yasmín Esquivel (la que frenó con el Poder Judicial la investigación de su supuesta tesis pirata), Lenia Batres (la “ministra del pueblo” que AMLO nombró después de que fue rechazada por el Senado y que además es hermana del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, de su capacidad mejor ni hablamos) y Loretta Ortiz, que fue fundadora de Morena.

Estas tres ministras, que son las únicas que decidieron aparecer en la boleta para mantenerse en la Corte, en todo lo que llegó al pleno contra AMLO siempre votaron por en base a cuestiones ideológicas más que jurídicas. Sin duda que son su herencia a Claudia, pero los 35,924,529 millones pueden hacerle el favor de quitarle ese regalo envenenado.

Mis razones contra el abuso del voto popular

De origen, estoy en contra de que con el voto popular se vaya a elegir a los miembros del Poder Judicial, soy de los “anti-demócratas” que piensa que para elegir puestos que necesitan una evaluación de capacidades y conocimientos los ciudadanos sólo podemos ser manipulados y que sería mucho más efectivo y barato que se hicieran exámenes (como los que ya se hacían), aunado a una evaluación de su experiencia en la impartición de justicia. Y que con base en eso se seleccionen las mejores opciones para cada puesto y que se hiciera una tómbola o rifa o como se le quiera llamar.

Podría apostar, con muy poco temor a equivocarme, que esta opción sería mucho más barata y saldrían mejores perfiles de juzgadores. Aunado a que no le deberían su puesto a ningún grupo de poder ni lícito ni ilícito.

Seamos honestos con nosotros mismos:

Los grandes defensores de esta elección aseguran que no hay nada más sabio que el voto popular para elegir a las personas más capaces y honestas para aplicar la justicia en México, pero seamos honestos con nosotros mismos, ¿alguien puede negar que muchos (sino es que la mayoría) de los políticos elegidos por el voto popular para los poderes ejecutivos y legislativos de los tres niveles de gobierno son corruptos y no son los mejores para esos puestos?

Basta voltear a ver a los legisladores que sólo levantan la mano a la orden del presidente en turno (bueno en el sexenio pasado y en esto se ha llegado a lo absurdo) para darse cuenta que eso del voto popular purificador es sólo un mito romántico, por no llamarlo ingenuo.

¿Usted cree que tenemos a los alcaldes y regidores, gobernadores, presidenta, legisladores locales y federales mejor preparados y que no hay corrupción? Si así lo cree, mis más sinceras felicitaciones: usted vive feliz y sin preocupaciones por el porvenir suyo, el de su familia y el de México.

Siempre he pensado que los que abusan del voto popular o de las consultas para decidir asuntos que deben ser decididos por personas con ciertas cualidades técnicas, como por ejemplo en dónde debe construirse una refinería o si debería construirse un tren o revivir una aerolínea (perdón, eso no lo consultó el expresidente; lo que consultó fue la cancelación del Aeropuerto de Texcoco), solo están eludiendo su responsabilidad y si algo sale mal es culpa del ciudadano no de ellos.

Los que piensan que hay que votar para que no ganen los que Morena quiere, los felicito por su optimismo, pero si de entrada no se tiene claridad sobre cuáles no son de perfil 4T, ante lo acelerado y desorganizado del proceso (que se hizo con ese objetivo), es poco probable que esa estrategia sea efectiva.

¿Anular o no votar?

Al principio de este año, yo estaba convencido que lo mejor que podía hacer para dejar una evidencia del rechazo al voto popular de juzgadores y, en general, a la reforma judicial de la 4T era anular el voto.

Argumentaba que sería un gran despertar ciudadano: “imaginen que la mitad de los que votamos contra Claudia fuéramos a las urnas, anuláramos nuestro voto y despertáramos el 2 de junio con más votos nulos que votos válidos para muchos juzgadores electos. Con qué cara se aparecerían a decir que fue la voluntad popular este proceso. El voto nulo es la mejor arma, además de que al dedicarle tiempo a esta opción es evidente nuestro rechazo, a diferencia de sólo no ir”.

Pero el paso de los días me hizo poner en la balanza también la opción de simplemente no votar.

Los 35,924,529 de ciudadanos que ordenaron a Claudia sacar adelante la reforma judicial son el 36 por ciento de los 99,793,821 millones que podrían votar el 1 de junio, es decir, esa tasa de participación está garantizada por el respaldo en las urnas del año pasado, la opción de anular el voto perdía fuerza si no había un liderazgo nacional que la apoyara.

Pasó el tiempo y no apareció ese líder necesario para impulsar la campaña.

Luego llegó a mis manos el articulo “Elección de máximas autoridades judiciales por voto popular en Bolivia: Tres procesos fallidos” de Soraya Santiago Salame, Doctora en Derecho Constitucional por la Universidad de Salamanca, España, publicado en la edición del 10 de diciembre pasado en Jurídica Ibero, Revista semestral del departamento de derecho de la Universidad Iberoamericana.

“La elección de altas autoridades judiciales por vía del sufragio universal, instituida en Bolivia a partir de la promulgación de la Constitución vigente, representa una práctica inédita en la región que, a la fecha, luego de los dos procesos desarrollados mediante esta modalidad de selección, no ha logrado que el Legislativo realice una preselección basada en méritos, como establece el texto constitucional, así como tampoco ha conseguido generar la confianza suficiente en la ciudadanía sobre el proceso electoral. Esta afirmación se sustenta en el marcado absentismo del electorado y en el bajo promedio de votos en favor de los candidatos preseleccionados por el Legislativo, pues en ambos procesos, más del 50% de votos se decantaron por las opciones nulo y blanco” describe el resumen del documento.

En el desarrollo del artículo, página 3 del texto, señala: “Esta situación evidencia que la elección de los más altos cargos del sistema de justicia boliviano, en ambos procesos, mereció una designación netamente política con el agravante de que el Órgano Legislativo contaba con el monopolio de un único partido (el gobernante), lo que ocasionó que Bolivia cuente, desde 2011, con máximas autoridades judiciales seleccionadas con base en criterios eminentemente políticos y, además, carentes de legitimidad”.

Sin un análisis profundo pensé que todos los populistas de izquierda son iguales y además Evo Morales, impulsor de la reforma en Bolivia, fue protegido por López Obrador cuando era prófugo de la justicia en su país. Y si allá van dos procesos con un alto porcentaje de votos nulos y blancos y eso no les importó, es de esperarse que pase lo mismo en México.

Es más, creo que hasta dirían que no son nulos voluntariamente, que fueron el reflejo de un mal trabajo del Instituto Nacional Electoral y fueron errores de los electores que en realidad apoyan la reforma.

Todavía hace algunas semanas pensaba anular mi voto pero el INE acordó que los ciudadanos no cuenten por cuál opción votaron los electores el día de la elección. Sino que serán funcionarios del Instituto los responsables del conteo de votos los días siguientes, es decir cuántos votos fueron anulados no se sabrá la noche del 1 de junio, ni la mañana del día siguiente.

“A diferencia de procesos anteriores, para la elección de diversos cargos del Poder Judicial se implementará un mecanismo distinto para la recepción y el conteo preliminar de los votos, ya que los electores ingresarán en una ‘urna única’ todas las boletas, mientras que el conteo y cómputo de los votos se realizará en los Consejos Distritales”, señalan los acuerdos del Consejo General del INE/CG57/2025 e INE/CG210/2025.

Adicionalmente a esto los ciudadanos no cancelarán las boletas no utilizadas, estás serán enviadas en blanco a los consejos distritales donde se contarán los votos en la semana siguiente a la elección. Yo confío en el INE como institución, pero por desgracia su presidente Guadalupe Taddei ha votado a favor de decisiones que favorecen al actual gobierno, y en varias ocasiones ha estado en contra de la mayoría del Consejo General.

Por estas razones llego a la última semana con la decisión tomada de no ir a votar... aunque lo que no he descartado es participar en una marcha contra el proceso si es que se realiza en Monterrey.

¡Hasta la próxima!

ecrespo@mobilnews.m