Manuel Bartlett Díaz, entrar a detalle en su biografía me llevaría todo este texto y quedaría corto, pero es un servidor público que viene desde tiempos del presidente López Mateos, de ADN eminentemente estadista (su padre fue incluso gobernador de Tabasco) siempre ha sido de una sola pieza en cuánto a lo que ideológicamente se refiere, de los pocos políticos priistas qué no se prestó al amasiato cínico con su antítesis histórica, traicionando a la Revolución mexicana (nuestra tercera transformación) y al contrario, se mantuvo siempre en la línea del nacionalismo revolucionario; desde su férrea defensa, ya militando en partidos fuera del PRI (de izquierda) a nuestros recursos naturales, a los derechos laborales, al no abuso de las televisoras al inmiscuirse en el ámbito legislativo pretendiendo todo tipo de canonjías a su favor y defendiendo a las clases populares.
Lo único que no fue, presidente de la república, pero quizás fue mejor incluso, ya que de haberlo sido y según lo dictan nuestras leyes escritas y no escritas, México se hubiera perdido de años-Bartlett qué le han sido de una utilidad mayúscula. En este sexenio, al frente de la Comisión Federal de Electricidad, ya bien podemos afirmar que salvó a la industria eléctrica mexicana de las garras privadas y trasnacionales, se enfrentó a gigantes y negociando con firmeza, detuvo pues el abierto proceso privatizador ya incluso en “el tiempo añadido”, se diría en la jerga futbolística.
Su leyenda negra no le falta, y lo persigue en boca de los necios y poco enterados, ya que el, siendo secretario de gobernación del presidente Miguel de la Madrid (1982/1988), y en los hechos el segundo hombre más poderoso del país, fue precandidato a sucederlo, ganó Carlos Salinas, eso es por todos sabido, pero lo de la tan llevada y traída “caída del sistema” no tiene sustento, tan sólo porque a la elección de marras la calificaba el colegio electoral, en esos años perteneciente a la Cámara de Diputados, además de que no existía aún el andamiaje institucional para una transición qué hubiese resultado en desastre seguro, pero no obstante, visionario y patriota, y ya sea por cierto desquite al no ser el, el ungido o bien por algo de convicción democrática (lo más seguro, una mezcla de ambas), posibilitó de alguna manera la escisión del PRI para esas elecciones, ¿como?, abriéndole la llave a la ‘corriente democrática’, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo del partido auténtico de la Revolución mexicana (PARM) qué durante décadas fué su función (junto con el PPS) el ser un partido satélite del PRI, esto con el fin de realizarse elecciones regulares en todo el país, si bien en forma, nunca en fondo, siendo este el primer partido de aquella alianza el que les abrió la posibilidad de un registro jurídicamente válido, y así dar ellos ese paso que, a la postre, tan vital fue para la transición democrática en México.
La CFE es de los cargos en el gabinete de la próxima presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, que aún no se hacen públicos, y realmente ojalá y sea ratificado el señor Manuel Bartlett Diaz en su importantísimo encargo.