Las circunstancias políticas, económicas y sociales actuales han generado que la presidenta Claudia Sheinbaum opte por un cambio en la conducción del país, que no solo rompe con AMLO y el orgullo de su nepotismo, sus hijos y los duros de Morena como Monreal y Adán Augusto López, sino también con los principales preceptos del tabasqueño.
No hay manera de tapar el desastre que heredó, las crisis en seguridad, salud, educación y económica y en la relación con Estados Unidos. El crimen organizado apoderado del país, chantajeando, asesinando, coaccionando, secuestrando e incrustado en gobiernos estatales y municipales. La corrupción a tope, con contratos y clanes familiares haciendo y deshaciendo en toda la obra pública del pasado sexenio. El desabasto de medicamentos y total abandono del sector salud y educativo. El compadrazgo, nepotismo y todas esas lacras que no fueron desterradas, no hay funcionario público de alto nivel que no tenga al menos un pariente, un compadre o un amigo en la nómina.
A todo lo anterior le sumamos las presiones del presidente de Estados Unidos en lo económico y en lo político y que va a los extremos abusando de la debilidad institucional y democrática en que dejó a México el expresidente.
AMLO planeó esto, el debilitar al gobierno que lo sucediera, manteniendo el control del Congreso, la Corte y las entidades federativas para seguir mangoneando el poder, y con la revocación de mandato a la mano en caso de que no se cumplan sus caprichos.
Por si fuera poco, se encuentra presente la amenaza de incendiar estados como Guerrero con su compadre Félix Salgado Macedonio y su hija la gobernadora, emparentados con grupos criminales como el de la Barbi, el Abulón y aliados de los Ardillos; o en Veracruz, donde la violencia es ahora más patente que con Cuitláhuac García, Zacatecas de los Monreal, Tamaulipas de Américo Villarreal y por supuesto, Sinaloa de Rubén Rocha y Sonora de Alfonso Durazo.
Está además la reactivación de grupos criminales como la CNTE y otras organizaciones aliadas a AMLO para tratar de frenar a costa de lo que sea el cambio de rumbo que está impulsando el actual gobierno.
Punto de quiebre
Llegamos a un punto en el cual o cambiamos rápidamente el rumbo y el estado de cosas o el país entrará en una severa crisis de gobernabilidad, económica y social.
Recordemos que AMLO arribó al poder con un país estable ordenado y en proceso de cambio, en otras palabras, pudo haber capitalizado lo que le dejaron y colgarse todas las medallas, pero lejos de eso, destruyó todo, lo bueno y lo malo. En términos futboleros, le dieron un pase a gol y la mando a las tribunas.
México crecía al 2.5%, tenía grandes obras de infraestructura que generarían empleo, ingresos y riqueza como el NAIM, la reforma energética, la de telecomunicaciones y una reforma educativa que al final de su sexenio estaría dando grandes resultados a la niñez y jóvenes y con un sector salud, al que hacía falta meter mano, pero que tenía las bases para funcionar.
Lamentablemente AMLO canceló, desmanteló y destruyó todo. En lugar del NAIM construyó un aeropuerto sin sentido, hizo una refinería que costó más de tres veces lo proyectado y que no refina y un Tren Maya nido de corrupción y con la presencia del gobierno chino, que no sirve ni para pasajeros ni carga, y una crisis absoluta en el sector salud al igual que el educativo, donde regresó el poder al grupo criminal de la CNTE.
Retomar el rumbo
La administración de Sheinbaum pareciera que quiere dar un cambio de rumbo para retomar lo bueno del pasado, empezando por la defensa del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, hechura de Salinas; y que busca recuperar los fundamentos que dieron estabilidad macroeconómica al país para que, desde la administración del presidente Zedillo, se eliminaran las crisis de fin de sexenio.
En el sector energético, partiendo del hecho de que se perdieron seis años en el sector, muchos de los planteamientos se encaminan a retomar buena parte de la reforma energética de Peña Nieto, como en temas de gas natural, combustible de la transición, energías renovables y la ampliación de la matriz energética junto con la participación privada. Todo a pesar de las trabas de la titular de energía Luz Elena González que protege a capa y espada al agrónomo Octavio Romero y los negocios de los hijos de AMLO.
En seguridad se regresa a temas de cooperación y planes bilaterales con Estados Unidos como el Plan Mérida y al combate real al narcotráfico y crimen organizado, así como hacia aquellos que dentro del gobierno han brindado protección o les han dejado ejercer a sus anchas.
Pésele a quien le pese, el cambio de rumbo va y cada día AMLO y los suyos se ponen más en evidencia de todo lo que se les acusa ¿Aún tendrá AMLO el poder suficiente para detenerlo?
X: @diaz_manuel