En apenas ocho meses, Circe Camacho ha hecho lo que muchos no pudieron en años: recuperar la dignidad de Xochimilco. Su comparecencia ante el Congreso de la Ciudad de México no fue una simple rendición de cuentas, sino la confirmación de un liderazgo que está desmantelando inercias y reconstruyendo, con hechos, la confianza ciudadana.
Lejos de los discursos decorativos, lo que se presentó fue una lista concreta de resultados: calles ordenadas, comercio popular reactivado, participación ciudadana fortalecida, auditorías que comienzan a limpiar la corrupción heredada, y una firme defensa del medio ambiente. Lo que más sorprendió a los legisladores presentes, de todos los colores partidistas, no fueron los números, sino la coherencia de una administración que ha hecho del territorio su oficina y de la gente su principal alianza.
No fue casual que incluso diputadas y diputados de oposición reconocieran públicamente que el cambio se nota. Algunos lo dijeron con datos duros, como la diputada del PAN que reveló desvíos millonarios de la administración anterior, contrastando con la actual gestión que ha entregado cuentas claras y mantiene coordinación constante con el Congreso. Otros, como legisladores del PRI y Movimiento Ciudadano, hablaron de voluntad política, visión institucional y decisiones valientes, como la cancelación de eventos ilegales que dañaban el ecosistema local.
Pero el mensaje más fuerte no vino de los partidos, sino del propio contexto: Xochimilco venía de años oscuros. Una administración que dejó rezago, conflictos sociales, desorden urbano y un daño institucional que parecía irreversible. Hoy, esa misma alcaldía es ejemplo de que la transformación sí es posible cuando se gobierna con ética, conocimiento y cercanía.
Camacho no se limitó a administrar el caos heredado: lo enfrentó. Ordenó, denunció, limpió, reconstruyó. Recuperó el respeto por la autoridad local sin autoritarismos, usando la ley, el diálogo y el trabajo territorial como herramientas centrales. A diferencia de quienes se escudaban en pretextos, su administración ha hecho más en ocho meses que en los tres años previos.
La diferencia está a la vista: mientras antes los problemas crecían sin control, ahora se enfrenta cada desafío con decisión. Mientras antes se usaba el poder para beneficiar a unos cuantos, hoy se protege el interés común. Mientras antes gobernar era un privilegio cerrado, hoy es una responsabilidad compartida con la ciudadanía.
La comparecencia de Circe Camacho no fue un ejercicio de rutina legislativa. Fue la constatación de un fenómeno político poco común: una mujer que ha roto el molde de lo que se espera de una alcaldesa en funciones. Xochimilco no solo tiene una nueva administración; tiene un nuevo rumbo.
Y ese rumbo, por primera vez en muchos años, apunta hacia adelante.