Es lo que espero. La próxima gira presidencial llevará —o debería llevar— a Claudia Sheinbaum a una ciudad conocida en el idioma zulú como IGoli, Lugar de Oro en español; en afrikáans e inglés, Johannesburg, en nuestra lengua Johannesburgo.

Como sea que se llame está lejísimos. La presidenta deberá armarse de paciencia para llegar a ese destino, que pienso no podrá eludir porque, como líder de talla global, tiene la obligación de cumplir compromisos en lugares tan remotos como Sudáfrica.

¿Que en Canadá no vio a Trump? Pues no lo vio, y no pasa nada. Acudió Claudia a una cumbre con gobernantes muy importantes; desde luego, con el interés particular de platicar cara a cara con el presidente de Estados Unidos. No se pudo, ya tendrá la presidenta de México la oportunidad de verlo en el futuro, o no, y a seguir adelante. La diplomacia ni empieza ni termina con Trump.

Centralismo

La experiencia nos resulta bastante familiar a quienes hemos trabajado fuera de la Ciudad de México en cargos directivos de empresas y aun de gobiernos locales.

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Admitamos una gran verdad: es terrible el centralismo en nuestro país. AMLO quiso corregirlo enviando algunas secretarías de su gobierno a entidades federativas alejadas de la capital, pero lamentablemente fracasó.

Así las cosas, hay que viajar a la CDMX casi cada semana si se dirige una empresa o una dependencia pública importante en regiones que la sociedad chilanga ofensivamente llama provincia o interior de la nación.

Ayer hablé —me dio mucho gusto hacerlo— con el querido Francisco González, quien me dio la oportunidad de dirigir al diario Milenio desde su nacimiento.

Fue una verdadera chinga trabajar, desde Monterrey, para hacer posible que naciera Milenio en la Ciudad de México. Armé una estructura administrativa capitalina, pero el mando de la empresa permaneció en la Sultana del Norte como parte del grupo empresarial de Pancho. Así que fueron años de viajar a cada rato desde aquella provincia para atender compromisos tan importantes como inevitables en la capital.

A veces Pancho González me acompañaba en tales viajes. En no pocas ocasiones aterrizábamos en Chilangolandia y ya se había cancelado la reunión pactada con cualquier gente del gobierno que nos había citado. ¿Qué hacíamos? Aprovechar el tiempo en otras actividades productivas.

Las personas que trabajan en la CDMX conocen menos que la gente de provincia o del interior la experiencia de viajar para atender un compromiso que se cancela.

El G-7

La presidenta Claudia Sheinbaum viajó a Canadá para participar en la cumbre del Grupo de los Siete. Sobre eso escribió hoy en El Heraldo de México, en su columna Misión Especial, la embajadora Martha Bárcena, una persona realmente experta en relaciones internacionales; entre otros puestos Martha encabezó la representación de México en la capital de Estados Unidos, Washington.

Este martes, muy temprano, Bárcena, mujer inteligente y preparada que ha sido muy crítica del actual gobierno federal, me envió por WhatsApp su artículo “Sheinbaum en el G-7” con una amable nota llena de sabiduría: Les invito a leer esta #MisiónEspecial. Aunque no tenga lugar la reunión con Trump la presencia de la presidenta @Claudiashein es importante. En sus reuniones bilaterales puede alcanzar acuerdos relevantes.

La embajadora Bárcena empieza por subrayar que al Grupo de los Siete pertenecen Alemania, Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, Reino Unido, Japón y los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. Para la cumbre de Canadá se invitó a líderes de otros países, Corea del Sur, India, Brasil, Sudáfrica, Australia, Emiratos Árabes Unidos, Ucrania y México.

Donald Trump se retiró del evento y, por tal motivo, canceló el diálogo cara a cara con Claudia Sheinbaum. Pero el mundo es mucho más grande que Estados Unidos, así que la presidenta aprovechará la cumbre para buscar acuerdos con quienes dirigen las naciones participantes en esta junta del G-7.

El final del artículo de Martha Bárcena tiene mucho sentido: A la presidenta Sheinbaum “el presidente de Sudáfrica le pedirá confirmar su participación en la reunión del G-20 a llevarse a cabo en su país este año, y Lula de Brasil le solicitará atender en noviembre, la COP30 sobre cambio climático. Tendría que participar en ambas”.

Volar a Sudáfrica

Claudia ya viajó a Río de Janeiro, en vuelo comercial desde la Ciudad de México con escala en Panamá. La presidenta deberá invertir bastante más tiempo para llegar a Johannesburgo, Sudáfrica.

Habrá gente insistiendo en que vuele en aviones de la fuerza aérea mexicana. Será decisión de Claudia hacerlo así o seguir viajando al extranjero como cualquier persona de clase media, en aerolíneas comerciales. Pero aun si decidiera utilizar un jet del ejército, no se salvaría de al menos una escala. Pocas aeronaves en el mundo tienen la capacidad de volar directo entre la CDMX y Johannesburgo, y no creo que las fuerzas armadas mexicanas tengan alguna que pueda mantenerse en vuelo más de 17 horas.

Si viajara en línea aérea comercial a Sudáfrica, Claudia tendría que hacer escala en Europa. Aeroméxico ofrece el servicio con escala en París, Francia, o en Amsterdam, Países Bajos. Son dos vuelos de más de 10 horas cada uno con escalas de tres o cuatro horas.

La Ciudad de la Luz

No creo que a Claudia se le haya perdido nada ni en París ni en Amsterdam. Pero podría aprovechar el viaje a Sudáfrica para tener actividades con grupos empresariales de cualquiera de las dos capitales europeas mencionadas. Inclusive podría participar en alguna actividad política o académica con grupos de izquierda en la Ciudad de la Luz o Ciudad Luz —así apodada, según leí, por el alumbrado que en el siglo XVII el rey Luis XIV mandó instalar y que apantallaba tanto a residentes como a visitantes—.

¿Y Trump? ¿Irá al Lugar de Oro?

Claudia Sheinbaum tiene un nivel de liderazgo global que no tuvo ninguno de sus antecesores. Deberá seguir viajando para consolidarlo. Se encontrará con Donald Trump en cualquiera de las cumbres que vienen, o no ocurrirá; tal vez deberá visitar Washington para el encuentro, o esperar que él venga a nuestro país.

Lo más probable es que, en algún momento, se dé el diálogo cara a cara entre la presidenta de México y el presidente de Estados Unidos. Mientras se concreta —supongo que el canciller Juan Ramón de la Fuente ya trabaja para hacerlo posible—, debe Claudia hacer un plan de viaje por Aeroméxico a la lejana Johannesburgo pasando por París o por Amsterdam. Me dicen que hay otras dos opciones, por Lufthansa vía Frankfurt, Alemania, o por British Airways, vía Londres, Reino Unido.

Cualquier ruta comercial que seleccionara la presidenta e inclusive en avión oficial, no se salvaría de hacer escala en uno de los trayectos más largos que se pueden realizar desde nuestro país.

En cualquier aeronave, del gobierno o comercial, Claudia Sheinbaum tendrá internet eficiente para hacer su trabajo presidencial. En una de esas hasta podría aparecer brevemente en videollamada en la conferencia de prensa mañanera charlando con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodriguez. De que se puede se puede. Hace no mucho tiempo vi una etapa del Giro de Italia en un avión en el que viajé de Estados Unidos a México. Y sí, le fue bien al Isaac Torito del Toro, quien no participará en el Tour de Francia; es muy joven y sus entrenadores deben cuidarlo.