Natalie Kitroeff y Paulina Villegas publicaron en The New York Times, el 26 de diciembre de 2024, el texto calumnioso “En México, los cárteles prueban el fentanilo en personas vulnerables y animales”. Kitroeff y Villegas, cuatro días después reforzaron el infundio: “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa”.

La presidenta de México se vio obligada a refutar a las periodistas del NYT: “No es muy creíble este reportaje por cómo se está presentando y lo vamos a demostrar científicamente”. De inmediato, el diario estadounidense decidió apoyar el trabajo de Kitroeff y Villegas: “The New York Times tiene absoluta confianza en nuestros reportajes sobre la producción y realización de pruebas con fentanilo en México”.

Claudia Sheinbaum, durante mucho tiempo científica de primer nivel en la UNAM —además pasó cuatro años de su vida en uno de los centros de investigación más prestigiados del mundo, el Lawrence Berkeley National Laboratory, de la Universidad de California— exigió al NYT un mínimo de ética periodística y respeto a la ciencia: “Aquí estamos defendiendo el derecho a la información y si es factible o no que un medio, que sea mexicano o no, publique notas que no son creíbles desde la perspectiva científica”.

Y no, las notas de Natalie Kitroeff y Paulina Villegas no eran creíbles desde la perspectiva de la ciencia. Sheinbaum pidió que la explicación la dieran dos personas con amplios conocimientos técnicos: el director de IMSS-Bienestar, Alejandro Svarch Pérez —médico internista y autor de numerosos artículos científicos— y la teniente Juana Peñaloza Ibarra, química analista de precursores en campo de la Secretaría de Marina.

Unos dos meses después de que la ciencia —no el gobierno mexicano— refutara el reportaje sobre el fentanilo de The New York Times, en el podcast The Daily de ese periódico a la periodista Natalie Kitroeff se le desaparecieron los laboratorios de fentanilo, lo que atribuyó a las presiones de Donald Trump sobre las mafias del narcotráfico: “Cuando empezamos a hablar con nuestros contactos del cártel, nos dijeron que, básicamente, no había producción de fentanilo en la ciudad (Culiacán). Se había desplomado por completo, había caído en picada”. Periodismo ficción o, de plano, el NYT ha decidido utilizar una de las tácticas favoritas de Trump: jamás aceptar una equivocación.

Las columnas más leídas de hoy

Antes de sus historias no científicas sobre el fentanilo, Natalie Kitroeff y The New York Times había participado en la increíblemente inmoral campaña para relacionar a AMLO con el narco: “EE. UU. indagó acusaciones de vínculos del narco con aliados del presidente de México”, publicó Natalie Kitroeff, esta vez con la ayuda de otro periodista, Alan Feuer.

Menciono los antecedentes de Natalie Kitroeff porque tengo una duda acerca de las intenciones de un reciente reportaje de ella sobre Claudia Sheinbaum publicado con dos títulos diferentes: en internet, “Eres dura”: cómo Sheinbaum se ganó los elogios de Trump, y en la versión impresa de The New York Times, La presidenta de México domina con calma la ira de Trump.

Analizado sin mayor contexto, este nuevo reportaje de la periodista de The New York Times —curiosamente dos veces publicado, con dos títulos distintos— es muy favorable para la presidenta de México y, por lo tanto, para nuestro país. Pero, ya visto en cierto contexto...

Llama la atención que el reportaje haya empezado a circular el pasado viernes a las 5:24 a.m. con el encabezado “Eres dura”: cómo Sheinbaum se ganó los elogios de Trump, y 24 horas después en la edición en papel del NYT como La presidenta de México domina con calma la ira de Trump.

¿Claudia domadora de Trump? A mexicanos y mexicanas nos puede alegrar que así se vea a la presidenta Sheinbaum en Estados Unidos. Pero...

Al mismo tiempo que se difundía en internet el pasado viernes el reportataje de Kitroeff acerca de cómo Claudia ha toreado a Trump, la presidenta mexicana apareció en otra nota de portada de The New York Times: Líderes que se enfrentan a Trump amplían su apoyo en casa. En esta el periodista Mark Landler, jefe de la oficina del diario neoyorquino en Londres, decía:

Claudia en NYT
  1. “En Gran Bretaña, un primer ministro en decadencia (Keir Starmer) se ha convertido repentinamente en un estadista”.
  2. “En Canadá, el Partido Liberal en el poder tiene la oportunidad de ganar unas elecciones que se creían inalcanzables desde hace tiempo”.
  3. “En Alemania, el canciller entrante (Friedrich Merz) de centroderecha domina la agenda tras unas elecciones que muchos temían que marcarían un gran avance para la extrema derecha”.
  4. “En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha recibido elogios y cifras de encuestas espectaculares por su gestión serena de los aranceles de Trump”.

Claudia Sheinbaum en la lista de líderes globales más importantes de la actualidad. Un orgullo para México, sin duda, sobre todo porque así lo expresa el periódico más influyente del mundo, The New York Times.

Pero, y ¿si hubiese una intención del NYT más allá de lo estrictamente periodístico? Es un diario que ha sido enemigo de México, como lo demuestran sus reportajes absurdos sobre el fentanilo y sus lamentables calumnias contra AMLO.

¿Si la intención fuera enfrentar a Trump con la presidenta de México? A los machos narcisistas no les agrada que se les compare en desventaja con una mujer.

Diga lo que diga Trump en este momento sobre el New York Times, él como neoyorquino desde su nacimiento, hace casi ocho décadas, ha sido formado en gran medida por el NYT.

Mucha gente me ha recomendado la película The Apprentice, dirigida por Ali Abbasi y protagonizada por Sebastian Stan. “Ese filme sirve para entender a Trump”, me han dicho.

Ayer vi The Apprentice. El NYT desempeñó un papel fundamental en el momento más importante de la vida empresarial de Trump, cuando era un joven ejecutivo de la empresa de su padre.

El hoy presidente había decidido construir un gran hotel en un barrio destruido de New York, pero necesitaba apoyo del gobierno de la ciudad. Un abogado perverso lo asesora y conduce en sus primeros pasos empresariales.

El litigante consigue para Trump una entrevista con The New York Times para que dé como decidido el proyecto. Trump duda después de la entrevista y dice: “Debí haber hablado con mi papá antes de anunciar el hotel”. El abogado, su maestro en estrategia, responde a Trump: “Se convencerá cuando lo lea en el Times. El Times es, obviamente, The New York Times, que si es fuerte a nivel mundial, para la sociedad neoyorquina es la Biblia.

Si hay alguien ciento por ciento New Yorker es el presidente de Estados Unidos. En una de esas, de lo que se trata es de provocar un estallido de ira de Trump. Por fortuna, Claudia ha sido más que prudente y no ha caído en las actitudes agresivas de otros líderes mundiales en el trato con el poderoso gobernante del vecino país del norte.

Para el posible veneno de The New York Times el antídoto es la serenidad y las ganas de llevar la fiesta en paz de la presidenta de México.