Es pertinente reiterar que el cambio de época hacia una nueva configuración de nuestra civilización, en particular debido a la digitalización y la globalización, impacta de manera muy fuerte en los conceptos, estructura y funcionamiento de la Constitución, el sistema político y la sociedad.

Si hasta ahora la Constitución se entiende como la base de la democracia y la Constitución democrática no es tal sin derechos, pluralismo y control del poder, la reconcentración de poder y autoridad en marcha está debilitando esos tres pilares.

En México, a manera de ejemplo, el que una sola fuerza política domine el mecanismo ordinario de reforma constitucional, y no se precisen o se puedan revisar por un órgano o poder diferente al legislativo los límites a los contenidos de la reforma, abre un espacio preocupante de incertidumbre y posible arbitrariedad.

Uno de los resultados de operar tan grande poder sin fronteras o control es que puede derivar en una rápida deslegitimación de los actores que lo detentan y provocar un escenario catastrófico.

Este riesgo es mayor aún si con el vertiginoso transcurrir del tiempo y los persistentes eventos violentos, asociados a otros factores (financieros o políticos) se configura una percepción popular líquida contraria al mandato mayoritario recibido en las urnas.

Conviene advertir que aun cuando la política social tome preeminencia en la agenda pública y se hagan notar los esfuerzos cotidianos del gobierno federal para atender y remediar algunos de los múltiples y complejos problemas que padecemos, la lenta o débil concreción de sus efectos puede hacer crecer la sensación y la idea de que con todo y una sobrecarga de concentración de poder en el sistema presidencial este es insuficiente o inviable para encarar con éxito los desafíos de hoy que, además, podrían crecer mañana.

Sirvan estas líneas para provocar algunas reflexiones y meditaciones ulteriores en medio de la vorágine de acciones y reacciones que apenas permite valorar y mucho menos retroalimentar las políticas y operaciones en curso.

Por ende, esa condición amplía el margen de error sin que se pueda corregir de manera eficaz en el corto o mediano plazo.