Aunque se presenten de mil maneras y con distintos nombres, siempre disfrazados de “ciudadanos” y vestidos de blanco, los conservadores opositores a Andrés Manuel López Obrador al final siempre terminan “evidenciados” (por no decir ridiculizados) por su escaso poder de convocatoria, como ocurrió ahora con la marcha “Terminas y te vas”, en la que los fotógrafos tuvieron que casi pegarse a los pocos manifestantes presentes, para que no se notara lo enormes espacios vacíos.

Estamos a días de la jornada de consulta por la revocación de mandato, culminación de una larga y tortuosa lucha política y legal para que los ciudadanos puedan contar con esta importante herramienta de participación ciudadana. Tal vez sea más correcto decir que será un punto de inflexión, pues difícilmente se resignarán quienes le tienen miedo a la democracia y a la voz del pueblo.

Porque el miedo ha sido el principal móvil de quienes han tratado de obstaculizar esta consulta en todo momento, un terror que tiene varias fuentes.

Existió el temor coyuntural, es decir de la circunstancia política actual de la derecha, que esta medida pudiera llevar gente a las urnas en una jornada electoral, hundiendo a sus candidatos ante la alta participación ciudadana.

A pesar que esto ya fue resuelto en su favor, al realizarse la consulta en otra fecha (aunque signifique esto más recursos), persiste el miedo a ser humillados, a que se refrende el enorme apoyo ciudadano en favor del proyecto de AMLO en 2018, que muestre que la posición retrógrada en defensa de los privilegios y las prácticas corruptas de antes, ya está históricamente derrotada. Este ha sido el principal motivador para que busquen evitar, y luego deslegitimizar esta consulta ciudadana.

Pero también existe otro temor, no derivado de alguna situación política, sino más profunda, más existencial, que es sencillamente el miedo de la élite hacia cualquier cosa que huela a pueblo. Odian que se le brinde una herramienta a la ciudadanía que puedan esgrimir en contra de la cúpula política. Es algo que les quita el sueño en las noches, y es eso lo que tratan ante todo evitar.

Lo anterior, pese a que se trata de un instrumento normal, utilizado en muchos países. En Estados Unidos, por ejemplo, los presidentes tienen periodos de cuatro años y de ahí viene su gran ejercicio de “revocación” (ellos lo nombran reelección) que es lo mismo. Acabamos de ver como cae un presidente americano, que no fue reelecto, sino revocado, algo que no ocurría desde hace más de 30 años.

En el caso de nuestro país, de haber tenido este ejercicio antes, ¿cuántas vidas pudimos haber salvado de la guerra que inicio Calderón?, ¿cuánta corrupción y desvíos hubiéramos evitado, abreviando el mandato de Peña Nieto?, ¿cuántos crímenes de estado pudimos haber evitado, tan solo por el temor de los gobernantes a ser revocados? No podemos enfatizar esto lo suficiente: incluso para los que piensan que AMLO es un “dictador”, este domingo tienen la oportunidad de “salvar al país” de su supuesta tiranía.

Por eso, manifestar su oposición a la revocación del mandato siempre ha sido complicado para la derecha, que recurre a distintas excusas legaloides, a engorrosos trámites legislativos, o a preocupaciones presupuestales (siempre a conveniencia: los que lloran el costo de la consulta son los que lloraban por el fin a los dispendios en los fideicomisos en los que se erogaban 250 mil millones de pesos). Nunca pueden decir de frente: “me da miedo que mande la mayoría”, suspirando por un virreinato.

En este contexto, la ya mencionada marcha “Terminas y te vas”, convocada supuestamente por los casi olvidados e intrascendentes “ChalecosMx” resultó ser un despropósito colosal.

Por un lado, si lo que buscan al oponerse a la consulta es ocultar el gran apoyo que todavía goza el actual gobierno entre la ciudadanía, ellos mismos se condenaron al fracaso, tal solo con ver su paupérrima convocatoria. En Cancún, en la Ciudad de México y en las demás ciudades donde se realizó esta movilización, las imágenes eran similares: unos cuantos “patrones” asoléandose en calles o glorietas casi vacías. Por su influencia, tenían la cobertura mediática garantizada, y de ahí un distorsionado impacto, mucho mayor al que su tamaño merecía, pero incluso con esto, no podían silenciar las risas de quienes los veían, tal como antes ocurrió con los hoy desaparecidos “Frenaa”.

Esto, sin dejar de lado que, aunque contaron con un slogan gestado en algún despacho de marketing de Polanco, el “Terminas y te vas”, en los hechos ellos protestaban para que Andrés Manuel López Obrador pueda concluir su mandato. Sí, teniendo la posibilidad de poner fin a esta “pesadilla” que todos aseguran sufrir, ellos optan por salir a las calles a pedir que continúe en su cargo, pues les pesa más que se tenga esta herramienta ciudadana a futuro.

En contraste con esta esta desnutrida manifestación, el pasado fin de semana hubo una enorme marcha en favor de la consulta, en Veracruz, pese a todos los candados legales y las prohibiciones para promover esta jornada (ojo, solo promoverla está prohibido, el hacer campaña en contra de la participación ciudadana está totalmente permitido, declaró el INE).

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y al tan solo ver esta masa ciudadana que sale frente al silencio oficial de la autoridad electoral, a invitar a la consulta, y luego ver a dos docenas de gente “nice” con sus carteles pidiendo no acudir, ya queda más que claro quién goza del favor de la mayoría y cuál es el camino que han decidido y siguen decidiendo transitar los mexicanos.

En el colmo de las ironías, el supuesto “autoritario” es quien desde que fue jefe de Gobierno ha querido implementar este legado para los mexicanos, y quienes se supone que “defienden la democracia” son quienes buscan acallar la voz ciudadana.

Les guste o no, AMLO ya hizo historia.