“A falta de un programa con medidas tangibles para mejorar el bienestar de la ciudadanía, los reaccionarios recurren, privados de todo escrúpulo, a difundir mentiras e instigar un voto visceral movido por el miedo, las pulsiones de venganza y la desinformación”
(Azahara Palomeque, Los peligros de la retórica reaccionaria, 2022)
En esta semana, Claudia Sheinbaum presentó su eje “República Educadora, Humanista y Científica”. Hizo pronunciamientos importantes sobre como alcanzar más desarrollo sostenible para la “construcción de la paz”, que es otro eje de su proyecto de nación, a partir de fortalecer el sistema educativo público del país.
Por su parte, sobre este tema Xóchitl Gálvez no ha presentado aún un paquete de propuestas articuladas que puedan ser evaluadas (“muy pronto vamos a anunciar una estrategia dirigida, no a la educación pública, sino a dar dinero a las universidades privadas -empresarios-, para que abran espacios a quienes queden fuera del sistema público” -de forma selectiva-).
En lo que va del periodo de campañas, Claudia ha estado concentrada en “dar señales” consistentes sobre su proyecto de gobierno en sus recorridos por la República, mientras que Xóchitl ha estado más enfocada en “hacer ruido”, con lo que se conoce en política como “soundbaits” (que son señuelos que resuenan fuerte en medios y redes sociales, y atraen la atención), con el esbozo de planteamientos poco estructurados que carecen de bases firmes y que acaban en contradicciones (por ejemplo, reiniciar el NAIM, construir una mega cárcel, prometer una incosteable “tarjeta mexicana” -representaría 7.5 puntos adicionales del PIB-, etc.). Se ha centrado en explotar el miedo, la violencia y en ofrecer lo que llama “oportunidades”, basadas en la meritocracia (i.e. educación superior para quienes tengan méritos).
El martes pasado, con la mira puesta en su proyecto, Claudia mencionó que “frente a las ocurrencias (de Xóchitl), nosotros ciencia con conciencia” y presentó sus planes de educación, ciencia y cultura, con un enfoque novedoso, dirigido a conectar la academia con el pragmatismo para contribuir a crear prosperidad. Y hay puntos que pueden fortalecerse, como la innovación y la productividad.
Claudia ha declarado que le gustaría ser recordada como la “presidenta de la educación pública y el desarrollo”. Buscará que México sea una potencia educativa. Y una potencia de la innovación. Para lograrlo, propone que “sin educación pública no hay desarrollo, y que la calidad y la gratuidad deben ser en todos los niveles educativos, porque es un derecho, no una mercancía que se compra con dinero ni un privilegio para los que tienen recursos. Está bien que haya educación particular, pero de eso se encargan los particulares.”
Su plan contempla siete puntos principales:
- Salarios justos para maestras y maestros.
- Becas para estudiantes.
- Centros públicos de educación inicial.
- Apoyo a la educación primaria y secundaria.
- Fortalecimiento de la educación media superior. Hace falta millón y medio de espacios para que los jóvenes puedan seguir estudiando en el nivel medio superior. “El objetivo es que haya el mismo número de preparatorias que secundarias en el país, etapa donde están los problemas de la juventud como adicciones, depresiones, y salud mental”.
- Crecimiento de la educación superior. Ampliar en 300 mil los espacios educativos (“factible y presupuestado”). “Si hay universalidad en la media superior y mayor número de espacios en educación superior, son menos jóvenes vinculados con la violencia”. Eliminar las colegiaturas de los sistemas de educación superior pública. Vincular las instituciones de educación superior con la sociedad y promover una mayor participación en la investigación científica y ampliar inversiones en posgrados.
- Vinculación de la ciencia con sectores prioritarios. Aumentar el presupuesto a las ciencias, las humanidades y la cultura.
En este último punto me quiero concentrar porque Claudia subrayó que la educación y la investigación científica deben estar ligados a la sociedad. La academia que no se vincula con las necesidades reales del país, con su industria y el gobierno, no contribuye a crear políticas públicas que incidan en el desarrollo, y se quedan solo en el plano de las ideas.
Innovación y productividad
Uno de los objetivos del plan de Claudia es convertir a México en “potencia de la innovación”. Y vaya que se necesita apoyar este tema en el país, junto con la productividad.
Cuando habla de potencia, dice que se trata de “hacer de la ciencia una aliada en todas sus acciones de gobierno, y que la comunidad científica no se quede en el trabajo individual: ciencia para el desarrollo, para mejorar la salud, para proteger el medio ambiente y cambio climático, mejorar la calidad de las energías que consumimos; para enfrentar el problema del agua, soberanía alimentaria…”
Para lograr un verdadero desarrollo regional, hay que aprovechar el potencial del país y exponenciarlo. Ha señalado, con razón, que en las oportunidades que ofrece el nearshoring, hay que impulsar la “educación para la relocalización”. Hay que invertir para generar talento para crear tecnología innovadora nacional, en los polos del bienestar que su plan económico busca crear, en las comunidades locales de proveeduría.
En mi opinión, hay que poner mayor énfasis en la innovación para la productividad como condicionantes para la prosperidad, para lograr el crecimiento de nuestra economía. El emprendedurismo y la innovación tecnológica están transformando y aumentando la productividad de importantes sectores de las economías a nivel mundial. En México empiezan a manifestarse estas tendencias, pero es necesario ampliarlas y profundizarlas.
La productividad está relacionada principalmente con el tipo de tecnología que se utiliza en el proceso productivo. Usamos tecnologías, herramientas y maquinaria menos avanzada de la que está disponible, porque no es rentable para las empresas, su costo es alto o porque no hay créditos para adquirirla, por lo que no se puede potenciar el esfuerzo del trabajador.
La falta de inversión en ciencia, tecnología e innovación provoca el rezago de innovación que hay en México, pues según el Índice Global de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), en 2023 teníamos la posición 58 de 132 economías estudiadas, por lo que habría que priorizar la inversión en este sector como motor de desarrollo.
Los avances tecnológicos en los próximos 5 a 10 años definirán el nivel de desarrollo de los países a nivel mundial, por lo que el plan que Claudia ofrece va en camino para lograr la prosperidad compartida que propone, si además se fortalece la inversión en este rubro.
De ganar el día de la jornada electoral, por primera vez tendríamos en México una científica en la Presidencia de la República, justo cuando más se requiere un enfoque científico y humanístico para promover el verdadero desarrollo. El gobierno que Claudia plantea va a “auxiliarse de la ciencia e innovación, y del conocimiento, para fortalecer el humanismo mexicano en la siguiente etapa de la transformación”.
Las elecciones son una importante oportunidad para reflexionar sobre lo que es mejor para nuestro país. La dirección que tome México dependerá de nuestra decisión el próximo 2 de junio. Hay que decidir informadamente qué proyecto de nación queremos. ¡Qué nadie, y menos de afuera, nos venga a “vender espejitos”...!