Por ahí he leído que solo 29 palabras de la lengua española terminan en ‘j’. Y que de estas solo tres son propias de nuestro idioma: boj, carcaj y reloj.

Creo que nunca antes había escrito ni carcaj ni boj y no averiguaré qué significan: no tiene sentido práctico hacerlo. La tercera palabra, reloj, la he utilizado innumerables veces en mis artículos, sobre todo porque a los políticos mexicanos les encantan tales joyas, mientras más caras, mejor.

Samuel García, gobernador de Nuevo León, ha sido captado usando un reloj Jacob & Co. de edición limitada que tiene un precio de lista de más de 700 mil pesos. Su esposa, Mariana Rodríguez, fue vista con un Audemars Piguet de 1.2 millones.

Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, una vez trató de esconder su Rolex Submariner Date Oyster con oro amarillo. Por más que jaló la manga de su saco, no logró ocultar la joya, también carísima.

Todo un clásico el Rolex Submariner. Lo usó James Bond en ‘Dr No’, ‘From Russia with love’, ‘On her Majesty´s secret service’, ‘Goldfinger ‘ y otras películas.

Es un lujo, pero el 007 y Ebrard —y Samuel y Mariana— lo valen. Lo mismo que la leyenda del tenis, Roger Federer, y el goleador Cristiano Ronaldo, otros dos fanático de los Rolex.

El Rolex, por su precio, puede ser un problema para un político, sobre todo si está obligado a la austeridad republicana de la 4T. Para los deportistas no representa ninguna complicación porque, si les estorba, se lo quitan en la cancha y se lo ponen al terminar la competencia.

Para un espía como el 007 la situación es más compleja. No está obligado a la austeridad, sino todo lo contrario: la reina para la que trabaja le exige andar elegante y fifí siempre. Pero, ¿luchar contra los villanos con el Rolex en la muñeca?

Ian Fleming, el creador de Bond, estaba consciente de la complicada situación:

“He discutido con James Bond el problema del reloj y me hace entender que el Rolex Perpetual pesa aproximadamente 6 onzas, por lo que esto haría que su mano izquierda fuera bastante lenta a la hora de un combate”.

Ian Fleming

Entiendo que el Rolex Submariner es todavía más pesado que el Perpetual. ¿Cómo se las arreglaba Bond para ser más rápido lanzando golpes que sus rivales? Con astucia, seguramente.

Pero quizá por eso el 007 prefirió usar relojes más ligeros en otras películas, como el Breitling Top Time en ‘Thunderball’, el Hamilton Pulsar —primer reloj digital de pulsera— utilizado por el agente secreto en ‘Live and Let Die’ o el Omega Seasmaster de ‘Goldeneye’.

Aunque después Bond volvió a los relojes pesados, como el Omega Planet Ocean de ‘Casino Royale’.

Todas las celebridades (y muchos políticos) aman los relojes

A Serena Williams se le ha visto con un Audemars Piguet Millenary. A Lionel Messi con un Yacht-Master 40 de la firma Rolex. A Novak Djokovic con un Seiko Astron. Rafael Nadal usa un Richard Mille. Tom Brady ha presumido su costosa colección de relojes. Muhammad Ali usaba un Cartier Tank. La princesa Diana alguna vez se puso dos relojes en la muñeca, en un juego de polo, cuando todavía estaba enamorada del príncipe Carlos: uno era de ella, el otro de su marido, quien estaba entre los competidores; era una forma de desearle suerte.

Los políticos de todo el mundo no escapan al hechizo de los relojes.

Kennedy, Obama y Churchill, a los tres alguna vez se les vio con Rolex. Kennedy tenía un reloj de otra marca que le gustaba más, pero no se lo ponía en público porque se lo había regalado Marilyn Monroe, quien como todos sabemos no era su esposa, pero en intimidades no nos vamos a meter. Obama en la presidencia era discreto y usaba relojes menos costosos, pero ya fuera del poder se deja ver con joyas caras.

En México, Ebrard y Samuel no son los únicos políticos enamorados de los relojes de lujo. El priista César Camacho Quiroz fue fotografiado con un Patek Philippe. El expanista Marcelo García Almaguer colecciona relojes caros. A un integrante del gabinete de Peña Nieto, Alfonso Navarrete Prida, lo asaltaron y le robaron su Patek Philippe. Emilio Lozoya Austin pagó 40 mil dólares por un Patek y otro tanto por un Frank Muller.

Los políticos mexicanos se anticiparon a los ricos de China

Ebrard, Lozoya, Camacho Quiroz, García Almaguer, Samuel, Mariana y Navarrete deben ser considerados pioneros en el arte de las nuevas inversiones. Es que, ni hablar, se anticiparon a los chinos.

Hace unos días, el Financial Times informaba que los inversionistas chinos “optan por relojes de lujo por encima de las casas”.

Sí, como el canciller mexicano, el gobernador de Nuevo León y no pocos de los integrantes del gabinete de EPN, los ricos de China “están gastando su dinero extra en los Rolex a medida que una desaceleración inusual se apodera del sector inmobiliario”.

Es lo que dice el famoso FT: “Los alguna vez entusiastas inversionistas inmobiliarios de China están dirigiendo su atención a los relojes de lujo como una mejor reserva de valor frente a la desaceleración del crecimiento económico y la intensificación de la campaña del presidente Xi Jinping contra la especulación inmobiliaria”.

Ya no invierten los chinos en segundas o terceras casas, sino en relojes de alta gama, como Rolex y Patek Philippe.

Obviamente los relojeros suizos están felices de que sus relojes “sean la respuesta” a la pregunta que angustia a los millonarios chinos: ¿En qué invertir?

Y todo gracias a la crisis de Evergrande y de otras empresas inmobiliarias

Una encuesta entre chinos ricos “encontró que el 88 por ciento de los encuestados planeaba mantener o aumentar el gasto en relojes de lujo”, que son vistos no solo como un símbolo de estatus, sino como “una protección contra la inflación”.

Lavado y fuga

Por lo demás, la potabilidad de los relojes de lujo facilita el lavado de dinero y la fuga de capitales: no hay necesidad de reportarlos ante las autoridades de migración y se venden fácilmente en cualquier país. Qué maravilla.

Un tal Wang dijo al Financial Times “que algunos de sus clientes gastaron decenas de miles de dólares en un reloj para poder evadir los estrictos controles de capital que imponen un límite anual de 50 mil dólares para las remesas de personas al extranjero. ‘Los funcionarios de aduanas no se darán cuenta de su reloj o es posible que no sepan cuánto vale. Eso crea una forma segura y eficiente de llevar su dinero al extranjero’…”.

En Israel, también locos por los relojes

Algo así ya había pasado en Israel, donde los ricos también ven a los relojes de lujo como grandes inversiones. Y es que un Rolex Submariner como el de Marcelo Ebrard rápidamente quintuplica su valor.

Cito a otro reportaje de FT: “Israel puede ser un país pequeño, con menos personas viviendo allí que Londres, pero su mercado de relojes es sorprendentemente lucrativo”.

La Federación de la Industria Relojera Suiza lo agradece, sin duda. Hublot puso una tienda Haifa poco tiempo después de haber abierto en Tel Aviv. También Audemars Piguet se instaló en esta última ciudad. En Jerusalén hay un mercado de relojes de lujo muy desarrollado, que sobre todo vende a turistas judíos ricos.

En fin, es una suerte que en México tengamos políticos tan sofisticados que sepan dónde y cómo invertir su dinero. ¿Que llevan una fortuna en la muñeca? Ellos lo valen, claro que lo valen. Para eso, para comprar joyas, se dedican a la política.