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El peso mexicano cerró el primer semestre del año con una depreciación frente al dólar, lo que representa su peor disminución desde marzo de 2020 que fue el año de la pandemia de Covid-19.
La baja de la moneda azteca ante la divisa estadounidense no es para nada traumática y puede traer beneficios, como son: que las mercancías mexicanas que se exportan puedan tener un precio más competitivo en el exterior; las familias que reciben remesas en el país pueden adquirir más pesos por sus dólares, a los turistas extranjeros que visitan el territorio nacional les conviene un billete azteca barato y por último con la depreciación del peso, hay la posibilidad de que el Banco de México (Banxico) tenga remanentes de operación y estos entren a las arcas gubernamentales, y que estos ingresos extraordinarios sirvan para para el pago de la deuda y financiar los apoyos y proyectos de infraestructura de la próxima presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El primero de diciembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia, el peso cotizaba en 20.3060 unidades por dólar. Hoy, a más de cinco años del inicio del gobierno de la Cuarta Transformación, la moneda mexicana se encuentra en 18.8476 por billete estadounidense, una apreciación acumulada de 7.2%, de acuerdo con datos del Banco de México.
La apreciación o depreciación del peso frente al dólar tiene distintos efectos económicos. Por ejemplo, el retroceso del peso frente a la moneda estadounidense favorece a exportadores porque los productos hechos en el país serán más competitivos en precios.
Las personas que reciben remesas del exterior, debido a que van a obtener más pesos por una misma cantidad de dólares.
Al tener una moneda fuerte desincentiva a cierto grupo extranjeros a venir a México, es más fácil que estén interesados en visitar el país con un peso barato y que les rindan más sus divisas.
Los remanentes de operación del Banco de México provienen de la revaluación de las reservas internacionales, y de los ingresos derivados de las diferencias entre los intereses que la institución financiera cobra y paga a los intermediarios financieros.
La banca central mexicana obtiene la mayoría de sus ganancias de operación de la venta de dólares a mayor precio del adquirido al comprarlos; con lo que obtiene una “ganancia”, y es mayor el beneficio cuando más depreciación hay del peso frente a la divisa estadounidense: sin embargo, de lo contrario si hay apreciación de la moneda mexicana a lo largo del ejercicio se tienen pérdidas operativas.
La institución que dirige Victoria Ceja puede tener ganancias y pérdidas a lo largo de su ejercicio, pero Banxico no tiene un propósito de lucro, por lo que el banco, tras constituir reservas, está obligado a entregar a la Secretaría de Hacienda el importe del remanente de operación, si es que existe.
El Artículo 19 BIS de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria marca el destino de los remanentes de la banca central, y estipula que cuando menos el 70% de estos son para la amortización de la deuda pública del gobierno federal; el monto restante se destinará a fortalecer el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestales.
Banxico publicó el 23 de abril del 2021 los estados financieros correspondientes al ejercicio fiscal 2020, resultando un remanente de operación de 165 mil 067 millones de pesos; los cuales la junta de gobierno de la institución determinó repartirlo de la siguiente forma: 121 mil 775 millones de pesos se designaron a la amortización de pérdidas acumuladas del organismo financiero en ejercicios anteriores; otra parte se asignó a incrementar el capital contable del banco central.
Los recursos obtenidos en 2020 por el Banco de México no se entregaron a la Secretaría de Hacienda, por lo cual este procedimiento se interpretó como una decisión mezquina de parte de los funcionarios del organismo que en ese entonces era dirigido por Alejandro Diaz de León, escudando su actuar en una interpretación de la ley, y no con criterios para proveer de recursos al gobierno ante la crisis de salud y financiera provocada por la pandemia de Covid-19.
Los alegatos del Banco de México para no entregar los recursos provenientes del superávit operativo escondían un mezquino interés de proteger más los altos sueldos y pensiones de los funcionarios del banco central, antes de ayudar a la maltrecha economía del país provocada por la epidemia de coronavirus.
Los grandes remanentes del Banco de México del 2020 se debieron principalmente a que la pandemia fue un punto de ruptura, que provocó que en marzo de ese año el tipo de cambio marcara un máximo histórico de 25 pesos por dólar, para después mantenerse por arriba de las 20 unidades por billete verde, sin embargo, la moneda azteca se fue apreciando hasta llegar a menos de 17 pesos por el billete verde, el pasado mes de mayo.
En abril del 2017, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anunció que Banxico había entregado un remanente de operación por 321 mil, 653 millones de pesos al gobierno federal; monto que aproximadamente representaba 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB). El capital contable del banco central mexicano fue negativo en 2017, 2018 y 2019, por lo que en estos años no entregaron recursos por ese concepto.
Los grandes remanentes que tuvo Banxico en el 2016 se debieron a que, en el último día hábil de ese año, el tipo de cambio cerró en 20.62 pesos por dólar, lo que representa una depreciación de 19.87% respecto al cierre de 2015, cuando estuvo a 17.20 pesos.
Los gastos en sueldos de los altos funcionarios del banco central son muy elevados y eso merma los remanentes de la institución.
Habría que recordar que destina mensualmente 14 millones 854 mil 315 pesos para el pago de pensiones de 97 ex funcionarios, entre los que se encuentran el ex presidente de México Ernesto Zedillo Ponce de León, Francisco Gil Díaz y Agustín Carstens, reveló una investigación de la revista Contralínea de junio del 2019.
El gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, que iniciará su mandato el próximo 1 de octubre, recibirá de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador un peso apreciado frente al dólar, cosa que no sucedía en el país desde que el presidente Luis Echeverria Álvarez recibió el gobierno de manos de Gustavo Díaz Ordaz en 1970,
La depreciación del peso frente al dólar de las últimas semanas no ha sido traumática como en pasadas administraciones federales y puede traer beneficios a la economía mexicana.