Luego de meses de simulación e ilegalidad el próximo primero de marzo inician formalmente las campañas políticas. Ahora las candidatas presidenciales deberán centrarse en mostrar a la ciudadanía sus propuestas y proyecto de gobierno.

Mal tercio

Pero en esta contienda existe un tercero en discordia, alguien que quiere mantenerse como eje de la contienda, quitándole protagonismo y voz a su candidata, quizá pensando que “mejor ni hable” mientras lanza toda la fuerza del Estado para atacar a la oposición.

Es Andrés, que con tremendos signos de desesperación hace lo que puede y lo que no, por recuperar la agenda y la narrativa como parte de su estrategia para que la campaña de Claudia Sheinbaum, que ni se ve ni se escucha, recupere el rumbo.

Como buen jefe de campaña, AMLO había diseñado una estrategia para que, como se dice coloquialmente, “el tiro” fuera con él y así proteger a su candidata, que no prende ni con ocote de Valle de Bravo. Él definió los tiempos, los temas, el dónde y con quién decir las cosas y cuándo abrir un debate para que todos discutamos sus ocurrencias, es decir, marcar la agenda y que se hable de lo que él quiera.

El paquete de iniciativas de reformas constitucionales que presentó forma parte de esa estrategia, también la larga y provocadora entrevista que ofreció a una corresponsal de Russia Today, un medio expulsado en Norteamérica y Europa por intervenir directamente en las elecciones y en la política interna de los países.

Encuestas inverosímiles

Por otro lado, está la estrategia del “Arroz Cocido”, que bien describió Héctor Aguilar Camín, buscar desmoralizar a la oposición con el cuento de que Sheinbaum es invencible con base en encuestas que señalan la supuesta popularidad de AMLO, algunas publicadas por el propio presidente y, como dice el dicho, “alabanza en boca propia es vituperio” y se desacredita por falta de sustancia.

Otra parte de la estrategia es publicar constantemente encuestas inverosímiles que proclaman el triunfo absoluto de Claudia y que los suyos repiten para difundir la idea de que ya no hay nada que hacer, llegando al extremo de decir que la ventaja supera el 60% de las preferencias.

Nota al calce, la mayoría de las casas encuestadoras enfrentan un problema metodológico, la inseguridad les impide encuestar en campo y las telefónicas tampoco son confiables por la misma razón, poca gente responde a teléfonos que no conoce.

Las encuestas no reflejan el sentir social y sí, fenómenos como la concentración ciudadana del pasado 18 de febrero en el Zócalo de la CDMX y que se replicó en al menos 120 ciudades del país. Tampoco consideran el descontento a nivel local por temas de inseguridad, falta de servicios de salud, medicamentos y atención hospitalaria; deficiencias en infraestructura y servicios y un importante tema, la escasez de agua provocada por la irresponsable decisión de quitar el presupuesto a las dependencias encargadas de dar mantenimiento y realizar mejoras a la infraestructura existente, obras que de necesarias pasaron a urgentes.

Descontento y rechazo

El presidente López Obrador habla constantemente de que Claudia representa el continuismo de su proyecto, pero ese discurso pronto se convertirá en el lastre de su campaña. Poco a poco cunde el descontento y el rechazo, basta ver las recientes giras donde los ciudadanos se expresan directa y abiertamente exigiendo solución a los cada vez más grandes problemas que los aquejan.

AMLO ya no viaja en los aviones comerciales, en realidad, apenas llegó al poder “el pueblo bueno” dejó de interesarle, no soporta que lo increpen, le pidan o le exijan respuestas, se alejó del pueblo de México.

Además, se le atravesaron una serie de problemas que lo han tenido sumamente ocupado y muy iracundo.

En un interesante artículo titulado “La agenda va cambiando de manos”, el periodista Javier Solorzano escribió con gran tino que el actual momento político le ha quitado capacidad de maniobra al presidente.

A pesar de lo que digan las encuestas, la oposición está apareciendo con mayor regularidad producto de la marcha, el proceso electoral y de los equilibrios informativos electorales por parte de los medios de comunicación y las redes. A lo que se suma la filtración de información sobre la presunta participación del narcotráfico en las campañas presidenciales de López Obrador.

Mientras, Claudia Sheinbaum, sin argumentos ni propuestas fue invitada al noticiario vespertino de Joaquín López Dóriga, quien, con su gran experiencia como entrevistador y a sabiendas de que la corcholata se enoja con preguntas difíciles, la fue desnudando, y como no puede ir en contra de AMLO, solo alcanzó a negar lo evidente y decir que todo lo que esta mal lo va continuar.

Otra estrategia fallida, donde Andrés ya perdió el control del debate, es la polarización en las redes sociales.

En fin, a AMLO, Claudia y la 4T se les desgastó la narrativa, sus argumentos pierden peso y credibilidad y, lo peor, a pesar de que se proclaman triunfadores absolutos, pierden los estribos y se muestran iracundos con mucha facilidad.

X: @diaz_manuel