Comentaba ayer en la tarde que Claudia Sheinbaum salió de Palacio Nacional caminando. Y que lo hizo con poca seguridad. Subrayé que no se trató de un evento raro en el caso de la presidenta: en sus giras Claudia se acerca a la gente sin que lo impidan sus guardias, que son realmente unos cuantos —desde luego, en comparación con los enormes equipos de seguridad de otros presidentes—. Guardias, por lo demás, a quienes evidentemente se les ordena que no compliquen la relación de la mandataria con la gente que desea dialogar, saludarla, tomarse una fotografía con el celular, entregarle una petición, etcétera.
No hay duda de que, lo dije aquí ayer martes 4 de noviembre y lo repito este miércoles, su salida a las calles de alrededor de Palacio Nacional tuvo un significado especial: mandar un mensaje de coherencia. Porque, si los delitos graves están disminuyendo —las estadísticas no mienten—, la presidenta tenía que demostrar que nuestras calles son razonablemente seguras.
Añadí a lo anterior que “por ahí se presentó un incidente que fue destacado por el amarillismo mediático. Pero no pasó de ser una anécdota”.
Fue en cierto sentido solo una anécdota porque, afortunadamente, el acoso que sufrió la presidenta de México no llegó a causar un daño físico. Pero ocurrió algo tristísimo: el video de ese hostigamiento fue muy difundido en redes sociales y en medios de comunicación.
Ninguna mujer merece que se le acose, es verdad. Pero tampoco tiene nadie por qué exhibirla en una situación tan lamentable que no se dio por su culpa.
Como siempre que comento agresiones contra mujeres, pregunto a feministas que me dan su opinión. Otra vez, la activista Frida Gómez, colaboradora de SDPNoticias, me entregó su diagnóstico de la situación.
Frida empieza por aplaudir estas palabras de la periodista Maca Carriedo: “Reproducir un acoso es volver a exponer a quien lo sufrió”. Brillante mensaje de Maca, quien al eliminar con absoluta honestidad el video que ella había publicado, subrayó el hecho, horrible, de la violencia digital. Lo hizo al rechazar la difusión voraz de un video en el que un sujeto, un violentador de mujeres cualquiera, se acerca inapropiadamente a la presidenta cuando, al terminar la conferencia matutina de ayer, Claudia Sheinbaum salió a caminar por la calle con la tranquilidad que tiene una mandataria que se sabe apreciada y cuidada por la gente, en un clima de tensión política nacional por los hechos trágicos de Michoacán.
Claudia, evidentemente, tiene confianza en la seguridad capitalina. Así que salió a la vía pública, aunque implicara, como apunta Frida, un desafortunado hecho que invadió su esfera personal poniendo en riesgo su investidura presidencial y amenazando su tranquilidad, seguridad y dignidad.
Nombrar lo sucedido durante su traslado a la Secretaría de Educación Pública en el centro de la Ciudad de México apenas es el primer paso para identificar que en el lamentable hecho, ¡¡¡la mujer más poderosa de México fue víctima!!!
Debe quedar perfectamente claro que la presidenta fue en este caso la víctima, como demasiadas mujeres en nuestro país —y en el resto de las naciones, por desgracia—. Y eso, ser la víctima, significa que toda difusión en video de lo que le pasó debe ser considerada revictimización, que no es un delito en el código penal, pero que debería serlo, sobre todo en el caso de las mujeres y de todas las personas menores de edad que tienen derecho a que nadie les obligue a revivir el trauma por la vía de recordarlo en cualquier forma.
Para Frida Gómez, la obsesión por la inmediatez y la inmoral manía del amarillismo hacen que haya comunicadores carroñeros sin escrúpulos sembrando las peores teorías sobre lo que, indignantemente, a diario viven demasiadas mujeres.
Pero lo inmediato sumado a la falta de análisis crítico de contenido, hizo que inclusive legisladoras ¡¡¡de Morena!!!, como María Teresa Ealy, reprodujeran la escena lamentable. Ella debería ya borrar lo que difundió en sus redes sociales.
El problema de fondo, asegura Frida, es que la indignación es selectiva y que la conciencia sobre la violencia de género no ha alcanzado aún al ejercicio personal sobre cómo cada periodista, legislador o legisladora o la gente de redes sociales la maneja y la comunica.
Que algunos actores, inclusive mujeres feministas, reprodujeran la violencia al difundir sin límites el video explícito en el que un sujeto bajo influencia de sustancias tóxicas se comporta de manera imprudente, irrespetuosa y según la ley, delictiva en términos de acoso, es indicador de que este tema ni está resuelto ni es comprendido del todo.
Frida Gómez acepta que algunas personas hicieron lo anterior por ingenuidad, pero otras difundieron el video con el mayor dolo posible. En efecto, con la perversa intención de dañar a la presidenta.
Deberíamos todos y todas, sostiene Frida Gómez, quedarnos en la posición, unánime, de condenar enérgicamente cualquier tipo de ofensa contra la presidenta. Lo demás es politiquería vulgar y machista.
Enseguida algunos ejemplos de lo bueno y lo malo que hicieron medios y personas destacadas en las redes sociales.
√ Los y las que entendieron y se negaron desde el inicio a compartir el video: Beth Castillo, Jorge Armando Rocha, Saskia Niño de Rivera, SDPNoticias, La Catrina Norteña.
√ Quienes lo bajaron cuando aceptaron, con gran valentía, que había revictimización: Maca Carriedo, Hans Salazar.
√ Quien lo difundió para defender a las mujeres, pero revictimizó a la presidenta: la ya mencionada diputada Ealy.
√ Quien fue particularmente miserable diciendo que se trató de un montaje: Ricardo Salinas Pliego.
√ Quienes sugirieron que fue culpa de la presidenta: Claudia Anaya, exdiputada del PRI; Pamela Cerdeira, periodista; Etcétera, medio de comunicación, y numerosos bots.
√ Otros medios que lo difundieron completo porque sus editores, por ignorancia, no comprenden lo que es la revictimización: Reforma, Quadratín, El Financiero, El Universal, el diario español El País —quizá no el video completo, pero sí una foto—, CNN en Español, el periódico argentino El Clarín, el rotativo madrileño El Mundo, El Sol de México, Latinus.
Si respetan la ética todos los medios y todas las personas que difundieron el video lo borrarán.
Yo me quedo con lo que dije ayer: al salir a la calle la presidenta de México nos invitó a vencer el miedo que nos ha invadido por causa de tantos años de la fallida guerra contra el narco de Felipe Calderón. Y, también, no solo por el incidente del acoso, sino por la espantosa revictimización de la presidenta, que fue un llamado a todas las mujeres a hacer a un lado los temores.
Mencioné ayer mismo el aria Digo que nada me asusta —Je dis que rien ne m’épouvantes—, de la ópera Carmen: “Digo que nada me asusta... Pero, por más que finja ser valiente, ¡en el fondo del corazón me muero de miedo!”. La canta una mujer aterrorizada, pero que venció el pánico generado por haber entrado a las peligrosas montañas que rodean a Sevilla. ¿Cómo le ganó al miedo? Por una obligación ética.
Es la ética la fuente de la que abrevan valentía las mujeres mexicanas a quienes nadie tiene por qué acosar ni tampoco por qué revictimizar.
Posdata: Dejo aquí un comunicado de la secretaria de las mujeres, Citlalli Hernández:
Condenamos con firmeza la agresión sufrida por la presidenta Claudia Sheinbaum. El hecho constituye una violencia sexual y una violación a los derechos humanos que ninguna mujer debe padecer. Ningún cargo público elimina el derecho a la integridad y a la dignidad. La investidura presidencial no despoja de derechos: los refuerza.
Este acto confirma que las agresiones de género no distinguen jerarquías; son expresión del patriarcado y de una cultura que normaliza el acoso, el abuso y la impunidad. Por ello, exigimos a los medios de comunicación y plataformas digitales una cobertura con ética y perspectiva de género. Informar no significa exponer. Reproducir imágenes o videos de la agresión implica revictimizar, vulnerar la intimidad y convertir un delito en espectáculo.
El artículo 6° constitucional y los artículos 5, 7 y 36 de la Ley General de Víctimas, así como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, prohíben difundir material que atente contra la intimidad o la dignidad de una persona. Hacerlo reproduce violencia mediática, perpetúa estigmas y normaliza la agresión.
Decir que una agresión con connotación sexual fue “a propósito” o “una cortina de humo” es profundamente problemático y violento:
1. Revictimiza y banaliza la violencia, al insinuar participación o fingimiento, lo que contradice las leyes de víctimas y de acceso a una vida libre de violencia.
2. Desvía la atención del agresor y de la autoridad, ocultando el deber institucional de investigar y sancionar.
3. Reproduce narrativas misóginas que históricamente han desacreditado las denuncias de mujeres para proteger estructuras de poder.
Sostener tales versiones es inaceptable.



