La prensa internacional se ha hecho eco de lo sucedido con el tenista Novak Djokovic. Fue retenido y expulsado de Australia tras habérsele prohibido su permanencia en el país y su participación en el torneo del Australian Open. Ello derivó de que el serbio no cuenta con un esquema completo de vacunación, pues el individuo, al igual que millones de personas en Europa, se han rehusado a recibir las dosis.
Las acciones llevadas a cabo por el gobierno del primer ministro Scott Morrison han mostrado al mundo lo que son verdaderas acciones de Estado dirigidas a la defensa del interés público. A pesar del impacto de Djokovic en el deporte mundial, y mismo ante la eventual pérdida de ganancias surgidas como resultado de la ausencia en la competición del tenista número uno en el mundo, el gobierno de Canberra, en legítima defensa de la salud de los australianos, expulsó al deportista.
El ejemplo brindado por los australianos es destacable. Un país sin una cultura propia (me perdonarán la expresión los australianos) sino una nación surgida de la emigración británica hacia el otrora Dominio del imperio, ha sido capaz de forjar un Estado capaz de hacer frente a desafíos comunes.
Al día de hoy, Australia goza de envidiables niveles de vida y una población semi homogénea que no ha vacilado en reconocer los derechos de las poblaciones originarias. Como heredera del parlamentarismo británico, y en tanto que miembro de la Commonwealth (donde la reina Isabel II es jefa de Estado, huelga subrayar) Australia representa hoy un polo de atracción para miles de estudiantes y migrantes que buscan continuar sus estudios o buscar oportunidades de empleo.
Las acciones del gobierno australiano contra Djokovic deberían se reproducidas por todos los Estados. Nunca más el interés económico de unos cuantos o el peso internacional de un deportista millonario deberán imperar sobre la protección de los ciudadanos. Así ha sido el ejemplo de Australia.
La historia no ha concluido aún. Con miras al torneo Roland Garros, el cual tendrá lugar en París, Francia, durante los meses de mayo y junio, el gobierno francés ha recientemente anunciado que no permitirá la entrada de Djokovic a menos que el testarudo tenista serbio cuente con el esquema completo de vacunación.
En el caso de México, he señalado en otros textos que la ciudadanía, a diferencia de lo sucedido en otras regiones del mundo, ha seguido fielmente las pautas y recomendaciones de las autoridades sanitarias en materia de vacunación. En este tenor, podemos asegurar que los mexicanos reticentes a ser vacunados integran un número residual. ¡Enhorabuena! Sin embargo, lo que sí debemos reconocer en los australianos es el sentido del papel y competencias del Estado y la defensa del interés general sobre cualquier motivación personal, gremial o deportiva.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4