El INE ha validado finalmente la elección judicial. Este instituto, bajo la tutela de Guadalupe Taddei, ha optado por declarar la validez de la elección mas antidemocratica en la historia reciente del país.
Los consejeros Arturo Castillo, Claudia Zavala, Dania Ravel, Jaime Rivera y Martín Faz, conscientes de la gravedad del asunto, votaron en el seno del Consejo para rechazar la declaratoria de validez. Sin embargo, el resto de los miembros, de la mano de Taddei, se impusieron con su mayoría, lo que significa, en los hechos, desechar las evidencias que apuntan inequívocamente hacia la ilegitimidad de la elección.
A la postre será el Tribunal Electoral el que ratifique la decisión del INE. Sin embargo, se sabe de antemano que los tres magistrados obradoristas convalidarán la declaratoria del organismo.
La repartición de acordeones y las declaraciones hechas por miembros de la sociedad civil en distintos medios de comunicación han dado cuenta de la movilización masiva del gobierno federal y locales para inducir el voto en las distintas regiones del país. Cómo si se tratase de una vulgar lotería, se ha informado que más del 80% de los nombres y apellidos insertos en los acordeones han resultado electos.
La declaratoria de validez de la elección judicial ha sentado un peligroso precedente en la democracia electoral mexicana. En un ejercicio digno de los peores momentos del autoritarismo presidencial del siglo XX, las autoridades electorales han convalidado unos comicios colmados de irregularidades, manipulación, desaseo y acarreo que se no han visto jamás.
Hugo Aguilar, quien asumirá el cargo de presidente de la Suprema Corte a partir del 1 de septiembre, no es más que el resultado de una operación de Estado dirigida a colocar en los puestos judiciales clave a hombres y mujeres cercanos al régimen gobernante. Se teme, pues, que una vez que todos hayan iniciado sus funciones, México transite irremediablemente hacia el pais de un sola voz y de la voluntad de un puñado de políticos disfrazados de representantes del pueblo.
La presidenta Sheinbaum y el régimen, mirando hacia otro lado, a la vez que repudian la evidencia, lucen empecinados en cantar cómo México es hoy un país democrático; mientras que en la realidad el país ha dado un paso gigantesco hacia atrás en términos de salud política y libertades.