Cuando nos referimos a lo indígena en este país, lo hacemos desde una mirada de las minorías, de lo que aún permanece pero es incómodo, de una otredad marginada pero usada al mismo tiempo en el discurso político. De quienes resisten el impacto y los embates del capitalismo pero que no ocupan los cargos importantes en la toma de decisiones. Por eso la llegada de Hugo Aguilar a la presidencia de la Suprema Corte representa un respiro a la cuestionada elección del Poder Judicial, y al mismo tiempo, un escudo ante los embates de la derecha al movimiento político de la transformación. No hay nada qué cuestionarle y por el contrario, mucho simbolismo en lo que representa.
Mi objetivo no es romantizar el logro de que un “indígena” per se pudiera alcanzar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien dicho sea de paso, sería el segundo en ocupar el cargo después de Benito Juárez; sino reflexionar en el racismo y clasismo que impera en nuestro país y cómo nadie lo vio venir. Las apuestas en los círculos políticos y mediáticos se centraron en quienes desde la misma institución invirtieron al generar sus estrategias y alianzas. Pero en política, nada es casualidad. La misma presidenta del país, Claudia Sheinbaum habría señalado en noviembre del 2024 que: “hacían falta muchos Juárez en la SCJN”, sin que el mensaje fuera leído desde entonces.
El señor tiene con qué, como decimos coloquialmente. Es actualmente coordinador general de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y ex asesor del EZLN; es experto en la defensa de los derechos humanos, promotor de la organización comunitaria, ha sido consultor de la ONU en la agenda de tierra, territorio y recursos naturales de los pueblos indígenas y maestro en Derecho Constitucional. Un perfil con el expertis requerido pero también con el enfoque en derechos humanos que tanto se requiere en la aplicación de justicia. Esperamos que su visión conlleve también la perspectiva de género y de infancias que tanto anhelamos las colectivas feministas.
Pero Hugo no llegó solo. Logró estar en los acordeones promovidos por Morena y toda la estructura del estado porque Adelfo Regino, titular del INPI lo impulsó. Un oaxaqueño talentoso y con desarrollado olfato político. Midió los tiempos y generó la coyuntura. Ahora, con la llegada de su más cercano colaborador como presidente de la SCJN, Adelfo se coloca naturalmente en la antesala de la próxima gubernatura del estado. Escenario que no tenía contemplado el gobernador del Estado Salomón Jara ni tampoco quienes aspiran al cargo. Dicho escenario, es propicio para las campañas de desprestigio hacia ambos emanadas desde la tierra de Juárez.
Si bien los resultados de la participación ciudadana no son los mejores con un 13 por ciento del total de la población votante y esa cifra nos dista mucho de la legitimidad de un Poder Judicial, lo cierto es que es un ejercicio inédito y necesario, al que le faltó tiempo de preparación y mayores filtros ante la llegada de jueces y magistrados de dudosa procedencia, varios vinculados a organizaciones criminales, agresores de mujeres y violentadores.
Por eso me parece necesario reconocer el valiente esfuerzo realizado por el colectivo Defensorxs Mx y del activista Miguel Alfonso Meza, al entregar al Instituto Nacional Electoral, un listado de candidatos y candidatas que participaron en este proceso con historiales delictivos y peligrosos para el sistema judicial. La labor del INE y las personas consejeras será revisar este documento a detalle e impedir que aún ganando la elección, lleguen a ocupar espacios de impartición de justicia personajes impresentables como la esposa del senador Emmanuel Reyes, líder de la Luz del Mundo en México; organización relacionada a violadores y pedófilos, quien contendió para magistrada en Guanajuato, entre muchos otros casos.
Como oaxaqueña, pero más aún, como mexicana, celebro y me emociona la llegada de mi paisano a la Suprema Corte. Es positivo que la paridad alcance a un poder tan machista y patriarcal, aunque cuerpos de mujeres no sean garantía de perspectivas feministas, avanzamos, rompemos un techo de cristal y por algo se tiene que empezar.
*Activista feminista. Maestrante en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana. Autora del libro: “Salvavidas para madres autónomas” de Editorial Grijalbo.