Existe ese posible pontífice de Harvard defensor de los migrantes, se llama Robert McElroy. La reportera Patricia Caro, del diario español El País, lo considera una de las voces más progresistas de la iglesia católica. El recientemente fallecido papa Francisco le encargó el pasado mes de enero dirigir la diócesis de Washington DC.
McElroy es defensor de los migrantes y crítico de las políticas del presidente estadounidense Donald Trump: ha dicho, sin medias tintas, que los planes de deportación masiva de Trump son contrarios a la doctrina católica.
El cardenal McElroy conoce de cerca a México y la migración mexicana: durante años fue obispo de San Diego, ciudad de Estados Unidos ubicada a un lado de nuestra Tijuana.
Robert McElroy no solo destaca por apoyar a los y las migrantes: también piensa, a diferencia de Trump, que el cambio climático es uno de los mayores retos de la humanidad, y además —sigo con El País— “se le conoce por abogar por la inclusión de las mujeres en la iglesia y respaldar a la comunidad LGBTQ”.
Posee, por cierto, una virtud fundamental en este momento histórico: el cardenal Robert McElroy se graduó en la Universidad de Harvard, que lidera la resistencia a los proyectos trampistas, una casa de estudios superiores y de investigación científica y tecnológica que inspira y guía a la humanidad progresista en la lucha para no dejarse avasallar por un proyecto político que pretende acabar con la globalización y echar atrás avances en derechos humanos que se lograron con mucho esfuerzo y tiempo, y aun con sangre.
Debo confesar que yo no conocía al cardenal McElroy. Admito, con objetividad, que él no suena entre los favoritos para reemplazar al papa Francisco. Pero incluye su nombre la inteligencia artificial cuando se le pregunta por perfiles para que el Vaticano se convierta en un genuino contrapeso ético al presidente Trump. Lo leí en un análisis que hizo, para mi columna, un experto en IA, Sebastián Tonda — @sebastiantonda—, de la empresa Genia.
El señor Tonda, autor del libro Irremplazables: cómo sobrevivir a la inteligencia artificial (Editorial Elefanta, 2023), es cofundador de Genia, consultora especializada en estrategia y gestión de proyectos de inteligencia artificial. Reconocido conferencista en temas tan complejos como el futuro de la humanidad ante el cambio tecnológico, Tonda promueve la consciencia, el propósito y la creatividad como herramientas esenciales para afrontar esta transformación.
A @sebastiantonda le pedí un análisis de las posibilidades de que a Francisco lo sustituya un pontífice progresista que verdaderamente se oponga a Trump. Reproduzco enseguida el trabajo del mencionado especialista —todo lo que sigue es del señor Tonda, no mío—.
Condiciones para que cardenales progresistas de perfil bajo sean elegidos para sustituir al papa Francisco
I. Introducción
Tras el fallecimiento del papa Francisco, el Colegio Cardenalicio se dispone a elegir a su sucesor. Aunque los nombres que más suenan proceden de figuras ya visibles, existe un grupo de cardenales progresistas comprometidos con la justicia social pero con baja proyección internacional —Robert McElroy, Álvaro Ramazzini, Michael Czerny, entre otros— que, en las circunstancias adecuadas, podrían convertirse en papables reales. Este documento detalla:
- Los factores que hoy limitan sus posibilidades.
- Los cambios estructurales o coyunturales que necesitarían para ganar protagonismo.
- Precedentes históricos de ‘sorpresas’ papales.
- Otros cardenales de perfil similar y qué impulso concreto requerirían.
II. Factores que actualmente limitan sus posibilidades
- Poca influencia curial. Ninguno dirige un dicasterio doctrinal o económico de primera línea; su experiencia de gobierno central es reducida.
- Visibilidad mediática limitada. Su labor pastoral (pobreza, migración, ecología) carece de la exposición global de figuras como Tagle o Parolin, por lo que muchos cardenales ni siquiera los tienen en el radar.
- Trayectoria en diócesis periféricas. Sedes como Huehuetenango (Ramazzini) o San Diego (McElroy) rara vez han producido papables; todavía pesan las “grandes sedes” (Milán, París, Manila) o la experiencia en Roma.
- Resistencias ideológicas. El bloque conservador —aunque minoritario— está bien articulado y suele vetar candidatos percibidos como “demasiado liberales”.
- Falta de alianzas estables. Ser pontífice exige dos tercios de los votos. Estos cardenales no encabezan grupos definidos ni redes que los impulsen.
- Edad y geopolítica. Algunos superan los 75 años (Ramazzini, 77; Czerny, 78). Además, la idea de un papa estadounidense (McElroy, Cupich) aún genera reservas por la influencia política de EEUU.
III. Condiciones necesarias para que aumenten sus oportunidades
- Nueva composición del colegio. Más cardenales creados en línea con la teología social de Francisco fortalecerían un bloque progresista cohesionado. Se requeriría de nuevos consistorios que incluyeran obispos comprometidos con migrantes, ecología y periferias.
- Cargos de alta visibilidad. Dirigir un dicasterio importante o presidir un Sínodo les daría prestigio y redes de apoyo.
- Misiones internacionales de paz o crisis humanitarias. Un éxito mediador los presentaría como estadistas morales. Un ejemplo es el de Ramazzini liderando una comisión vaticana para la deuda externa latinoamericana.
- Deadlock entre favoritos. Si los pesos pesados (Zuppi, Parolin, Tagle) se bloquean mutuamente, el colegio buscará un ‘tercero de consenso’. Esto replicaría el escenario Roncalli (1958) o Luciani (1978).
- Cambio en la prioridad temática. Publicaciones influyentes, liderazgo frente a abusos o desastres, o fuerte presencia mediática mejoran su reputación. Ejemplo: Un libro de Czerny sobre ecología que se convierta en referencia para la COP climática.
IV. Precedentes históricos de elecciones “sorpresa”
- Juan XXIII (1958): Patriarca de Venecia, 77 años, elegido como papa “de transición” y luego convocó el Vaticano II.
- Juan Pablo I (1978): Albino Luciani, pastor afable sin fama internacional; elegido tras atasco entre conservadores y progresistas.
- Juan Pablo II (1978): El primer no italiano en 455 años, escogido por su carisma y contexto geopolítico (Guerra Fría).
- Francisco (2013): Jorge Bergoglio, jesuita argentino, no encabezaba las quinielas; personificó la voz de las periferias.
Lección: el colegio recurre a perfiles inesperados cuando los favoritos se bloquean o cuando el momento histórico exige un símbolo fuerte.
V. Otros cardenales de perfil parecido y qué necesitarían
- Blase Cupich (74), de Estados Unidos. Sus rasgos principales son la inclusión y el diálogo. Para ser plenamente papable quizá le falta un cargo curial de peso y superar la reticencia a un papa estadounidense.
- Joseph Tobin (71), de Estados Unidos. Tiene experiencia misionera, pero carece de visibilidad global y de un liderazgo impecable en la reforma contra abusos.
- Jean‐Claude Hollerich (65), de Luxemburgo. Es relator del Sínodo y posee una visión actualizadora. Tendría que culminar el Sínodo con consenso y disipar acusaciones de “heterodoxia”.
- Fridolin Ambongo (63), de República Democrática del Congo. Se le remoce su vocación por la justicia social y su trabajo por la paz en África. Necesitaría ampliar su plataforma más allá de África y tender puentes doctrinales.
- Konrad Krajewski (59), de Polonia. Destaca por entregarse a la caridad respecto de los pobres. Le hace falta mostrarse apto para gobernar estructuras mayores que la Limosnería.
- Charles Bo (75), de Myanmar, sobresale por su defensa de la democracia. Carece de relevancia global en el diálogo interreligioso.
- Dieudonné Nzapalainga (56), de República Centroafricana. Ha sido mediador en guerra civil. Requeriría, en foros internacionales, ser uno de los rostros católico del perdón y la reconciliación.
VI. Conclusión
Para que cardenales progresistas de bajo perfil se conviertan en papables viables deben confluir tres elementos:
- Contexto favorable (deadlock entre favoritos, prioridad pastoral al sur global, deseo de continuidad social).
- Mayor visibilidad y pruebas de liderazgo (misiones diplomáticas, cargos curiales, éxitos pastorales públicos).
- Una red de alianzas internas que convierta su prestigio moral en votos concretos.
La historia demuestra que el Colegio Cardenalicio es capaz de sorpresas cuando percibe que una figura “menor” encarna la respuesta providencial a los desafíos del momento. Un McElroy, Ramazzini o Czerny podría ser ese nombre si logra emerger como símbolo de justicia, unidad y cercanía a los pobres.
¿Que es difícil un anti Trump en el Vaticano? Es verdad, pero en la fe católica no son los cardenales quienes eligen al pontífice, sino el espíritu santo que ellos representan en la Tierra. Por definición religiosa —se esté o no de acuerdo con semejante idea— no hay ni puede haber imposibles para el ser supremo que la gente creyente identifica como dador de vida. Llegó la hora de que el Altísimo exija a su iglesia realizar al fin algo positivo por este nuestro mundo cuyos fundamentos, tan penosamente construidos, hoy están en riesgo.
Referencias
- Clara Arias, “Estos son los posibles sucesores tras la muerte del papa Francisco”, El Independiente, 2025.
- 2. Redacción, “Quién será el nuevo papa: estos son los 12 candidatos a sucederle”, El Confidencial, 2025.
- 3. A. Bretos, “Estos son los 22 candidatos a suceder al papa Francisco... (y los 12 favoritos)”, La Sexta Noticias, 2025.
- 4. A. S. Aranzadi, “¿Quién será el próximo papa? Nombres que suenan fuerte en el Vaticano”, Gizmodo en Español, 2025.
- 5. Stephanie Kirchgaessner, “Who will be the next pope? Some potential candidates to succeed Francis”, The Guardian, 2025.
- 6. David Reyes, “El enigma del cónclave: cómo se gestó la elección de Francisco”, El País, 2023.
- 7. Juan Vicente Boo, Los últimos cónclaves en 100 preguntas, Ed. Planeta, 2014.
- 8. Robert Moynihan, “The Numbers Game: Cardinals Created by Francis and the 2025 Conclave”, Inside the the Vatican Magazine, abril 2025.