Morena, en unos meses más, dará el golpe definitivo al PAN cuando gane las elecciones intermedias del 2027. Lo hará, no hay ninguna duda, con un triunfo contundente de acuerdo con algunas encuestadoras que vienen anticipando el margen superior con el que cuenta el partido guinda en Querétaro. Con ello, terminará la era dominante del blanquiazul que, ante las discrepancias internas que no han podido superar, continúa cayendo en la decadencia de la que difícilmente podrán reponerse mientras no realicen un cambio estructural de fondo, empezando por los órganos de dirección que se convirtieron en un mecanismo de componendas que siguen complicando su futuro al no desprenderse de ese estigma de la corrupción, pues el panismo, a duras penas, puede asomar las narices en los temas dominantes de la agenda pública. De hecho, los ha afectado mucho la falta de cuadros y liderazgos que puedan jerarquizar otra narrativa que no sea el golpeteo.
Lo que sigue pretendiendo el panismo, desde el legislativo hasta las entidades que gobiernan, es descalificar las acciones que lleva a cabo la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Lo más interesante de todo ello es que, de manera paradójica, la guerra sucia ha impactado positivamente en el abrumador respaldo que mantiene la jefa de Estado. El PAN, de hecho, sigue sin convencerse que van por la dirección equivocada, aspecto que repercute, naturalmente, en las elecciones intermedias del 2027, pues las metas de Morena, en efecto, contemplan ganar las 16 entidades federativas que estarán en juego, incluido Querétaro, por supuesto.
Y mientras el PAN no haga nada para reestructurarse, permitirá que Morena continúe ganando más terreno. De hecho, los datos que han mostrado muchas encuestadoras, a la par de esa degradación que vemos del panismo a diario, confirman que hay una clara posibilidad de que la derecha pierda uno de sus principales epicentros. A propósito de ello, una de las metodologías que recientemente mostró la ponderación de una serie de resultados a pregunta expresa, concluyeron que Morena no solamente empató al PAN en Querétaro, sino que lo superó. Eso lo ha dejado bien claro, inclusive, el mismo termómetro social que mira y observa con detenimiento la decadencia del PRIAN a nivel nacional. Y así como el PRI sufrió una dolorosa derrota en el Estado de México, la derecha convulsionará ahora que Morena, en términos de intención del voto, ya rebasó en inclinación de voluntades en puntos cruciales como el que abordamos en los fragmentos de esta columna.
Interrumpir esos triunfos consecutivos para el PAN en Querétaro, es una de las principales apuestas de Morena. Cuando hablamos de esa posibilidad, de hecho, encontramos elementos muy claros, especialmente a razón de que las encuestas han ido comprobando ese posible escenario. En efecto, ese presagio no debe de extrañarnos, sobre todo en un momento crítico como el que vive el PAN. Perder, entonces, es una posibilidad altísima que debe de estar en el vocabulario de los dirigentes del panismo. Desde luego, no hay ningún impedimento que los haga llegar a ese punto, máxime cuando han perdido credibilidad y, de paso, han caído hasta la posición número cuatro como fuerza política de México. Por eso salta a la vista el impacto que ha generado ese descenso en la intención del voto en Querétaro, pues alguien que no es capaz de construir un contrapeso real y ser partícipe activo de los temas dominantes de la agenda, es imposible que esa plenitud, que conocimos en otros tiempos, se mantenga justo en la peor crisis del blanquiazul.
A todo ello, evidentemente, tenemos que darle el mérito a Morena que ha sabido aprovechar esa degradación del PAN para capitalizar simpatías en Querétaro. Hay, por así decirlo, una correlación de fuerzas, que por supuesto ha costado mucho esfuerzo construir bajo las condiciones sociopolíticas de aquella entidad. Sin embargo, el lopezobradorismo, que ha elegido a Claudia Sheinbaum como la heredera del bastón de mando, ha demostrado esa capacidad y liderazgo para tomar decisiones que, a la postre, tengan repercusiones positivas. Debido a ese trabajo, que se ha visto reflejado en su abrumador respaldo del 84% de la población a nivel nacional, son elementos que, desde luego, influyen en las elecciones intermedias del 2027. Esa inercia de la que hablamos, que en política es fundamental, será la punta de lanza, sumado al trabajo territorial que muchos protagonistas están llevando a cabo en Querétaro. Ese trabajo de base del que hemos hecho énfasis, es lo que ha permitido el despegue de Morena en aquel punto del país. La oposición podrá decir lo que quiera, pero es un hecho que la coalición Seguimos Haciendo Historia no solamente empató al PAN, sino que lo rebasó. Y eso, cada vez que los meses transcurren, se irá cristalizando en la misma percepción que vemos cada vez más en las encuestas de opinión pública que, el pasado dos de junio, tuvieron mucha precisión en los pronósticos de la silla presidencial.
Por eso el triunfo de Morena en Querétaro, en gran medida, dependerá de esa capacidad que tenga el CEN de tomar decisiones acertadas para garantizar la competitividad y arrastre de la sociedad. Eso, por las mismas condiciones que se dieron hace poco en la elección presidencial, puede servir como punta de lanza, y ante esa ascendente demostración, especialmente en la fórmula del senado de la República. Sin ir más lejos, y parafraseando la letra de esa enriquecedora voz del combativo Silvio Rodríguez, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que todos los caminos conducen a Santiago Nieto, que además del liderazgo que ha construido, es puntero en todas las encuestas de opinión pública.
Siendo así, todos, al menos los que vemos la realidad tangible de las circunstancias, estamos convencidos de que Morena ganará en Querétaro. Con ello, evidentemente, el PAN terminará una era de dominación y supremacía. Habrá alternancia y, con ese efecto, el país se pintará de guinda de norte a sur.