Si el movimiento que encabeza Claudia Sheinbaum, que tiene las condiciones dadas para ser la expresión más nutrida y duradera del mundo, tiene que aprender de los propios errores que se notan a primera vista, tendrá que ajustar. Es verdad, el Consejo Nacional que se vivió el pasado fin de semana ayudó para encontrar un punto de unidad nacional, del mismo modo debe ser la coyuntura perfecta para reconocer esas contribuciones a la causa lopezobradorista. Desde luego que el pueblo es el principal protagonista, y la fuerza que ha hecho posible llevar a la izquierda al poder. Esto también incluye, por supuesto, la suma de los aliados que, a lo largo de estas décadas, han caminado con Andrés Manuel López Obrador. El PT, como tal, es el único de los partidos, desde que AMLO intentó llegar a Palacio Nacional, que ha acompañado y, con ello, siempre ha procurado estar en las buenas y en los momentos de mayor tensión. En pocas palabras, construyó los cimientos desde abajo.

A lo que vamos es que, para el caso, es indispensable ir considerando la democracia participativa de quienes han mostrado fidelidad a la causa. Esto alude porque en algunos casos, hay cierta discriminación y, con ello, hemos visto que se minimiza esa labor conjunta que se ha realizado a la par, sobre todo en el quehacer legislativo donde el Partido del Trabajo, con esa proporción numérica, hace posible que las reformas alcances la ponderación para la declaratoria constitucional. Por esa sencilla razón, la dirigencia que encabeza Luisa María Alcalde, siendo responsable de la toma de decisiones, debe poner principal interés en mantener la coalición Seguimos Haciendo Historia. Podemos citar el caso de Coahuila para la reflexión, donde el voto se fragmentó por no abrir el abanico del diálogo.

Se especulan varios rompimientos en enclaves fundamentales para la izquierda. Hay que aclarar que eso, por insignificante que muchos lo vean, sería el inicio de un punto de quiebre que no le conviene a nadie. No tendría ningún sentido que Morena compitiera solo; quizá le alcance para ganar en algunas entidades, pero llegaría dividido en los congresos locales que, a la postre, son relevantes para las declaratorias constitucionales. Desde ese punto de vista, a nuestro juicio, la importancia que tiene una unión, evidentemente, radica en los logros que se han alcanzado, y en las políticas públicas que se han profundizado en un trabajo colaborativo y de organización de una coalición que, de signar nuevamente esa relación que ha funcionado en los puestos de elección popular, sería prácticamente invencible, considerando, por ahora, la crisis profunda que vive la oposición.

Por el PT, en algunos posicionamientos, ha señalado falta de interés de uno que otro legislador de Morena que menosprecia la importancia de una alianza de esta naturaleza. La coalición Seguimos Haciendo Historia, que la podemos comparar como una fórmula química, está compuesta por elementos que son esenciales. Si falta uno, desde luego, se estaría incurriendo en un grave error que puede traer costos muy altos. Siendo así, hay que poner mucha atención en las entidades federativas de San Luis Potosí y Zacatecas, lo mismo que Michoacán. En esos puntos, al menos en este momento, hay una guerra sin cuarteles por el posicionamiento. La solución, ya lo dijimos, no es que cada uno de los que integran esta unión inexorable compita por sí solo, sino encontrar acuerdos y consensos, pues esto, en un futuro corto, puede determinar el destino de esa ratificación del triunfo que ha venido desencadenando conquistas importantes.

La única manera para concretar y legitimar el proyecto de la cuarta transformación, más allá de las siglas de un partido, es la consolidación de una unión como la coalición Seguimos Haciendo Historia. Ese mismo discurso que leyó Luisa María Alcalde, que son fragmentos de la inspiración que escribió Claudia Sheinbaum, tienen un alto contenido de reflexión sobre la importancia que tiene mantenerse en unidad sin distinción alguna. Con esa declaración de principios, Morena debe prometer apertura y flexibilidad para los procesos electorales que se avecinan ante un futurismo que, desde hace meses, se juega en un proceso preelectoral en las 16 entidades en que habrá relevo del ejecutivo en 2027.

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PT y PVEM pertenecen a esa misma historia que ha ido acuñando Morena en dos vertientes esenciales: el proceso legislativo y, desde luego, los ejercicios de votación que son indispensables para ganar la presidencia de la República, la mayoría en ambas cámaras legislativas, lo mismo que diputaciones locales y ayuntamientos. Es verdad, en todo este devenir han existido aciertos y desaciertos; sin embargo, hay que entender los propios errores. Los adversarios no entran dentro del movimiento, sino en la oposición. La cohesión social, que nos hace aclarar los errores para aprender de ellos, nos lleva a una sola conclusión: la coalición Seguimos Haciendo Historia, por su naturaleza, debe tener larga vida, pero también respeto a las bases que cada fuerza representa.

En los círculos de opinión se habla de muchas diferencias que hay entre el Verde, PT y Morena. Por eso, en ese tema de unidad del que se habló en el consejo, por supuesto, va implícito el papel determinante que juega la coalición Seguimos Haciendo Historia, sobre todo cuando se está a favor de una política pública progresista como la que encabeza Claudia Sheinbaum.

Notas finales

Reyes Galindo, uno de los protagonistas más activos del Congreso Local de Michoacán, sobre todo en ese relevo generacional que hizo énfasis López Obrador en su momento, hizo gala de una de las iniciativas que mayor impacto han tenido en este segundo tramo de ejercicio legislativo. Él, que ha sido uno de los diputados más propositivos, puso sobre la mesa el tema de la “muerte cívica”: un mecanismo que, a grandes rasgos, busca defenestrar de la política a los actores que, por su conducta antisocial en alguna encomienda, hayan hecho mal uso de su función en cargos públicos. Desde luego, hablamos de actos de corrupción, y otro tipo de actividades que califica la sociedad como lastres. De ser aprobado, entre muchos aspectos más, impediría a todos aquellos funcionarios que arrastren un historial de negativos competir por puestos de elección popular. Para tal efecto, esto abriría un nuevo panorama para desterrar por completo la opulencia, pero también la demagogia. Enhorabuena por este tipo de propuestas que, propiamente dicho, son parte de ese andamiaje ético del proyecto de la cuarta transformación.