En esta semana, con motivo del 86 aniversario de la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas en 1938, las dos principales candidatas a la Presidencia de la República presentaron sus propuestas en materia energética.
En este tema, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez tienen dos visiones encontradas sobre el rumbo que debe seguir el país. Mientras que Claudia propone un modelo de continuidad de la transformación, con el fortalecimiento económico y consolidación de las dos principales empresas públicas, pilares del sector de energía del país, Pemex y CFE, Xóchitl ha dicho que busca reconvertirlo con mayor participación privada y apertura a las empresas extranjeras.
A continuación, cito algunas de las diferencias principales entre ambos proyectos, que dejan ver que el enfoque de Claudia es nacionalista, mientras que el de Xóchitl se orienta a la extranjerización:
1.- Claudia busca robustecer la industria para proveer de más energía al país, focalizado en la rectoría del Estado -que incluye inversión privada y público-privada-, que reconoce al petróleo y gas natural como fuentes de energía y plantea un proceso de transición hacia energías limpias para mitigar el impacto ambiental.
Xóchitl ha dicho que su proyecto priorizará la transición energética para desvincularse de los combustibles fósiles, dentro de un planteamiento económico neoliberal.
Hay que señalar que las economías de mercado más avanzadas en el mundo están replanteando el ritmo de esta desvinculación, con base en la experiencia que han tenido en los últimos años (como Reino Unido, Alemania y Estados Unidos).
Los especialistas señalan que, aunque no sea “políticamente rentable” expresarlo, lo realista es que no dejaremos de usar los combustibles fósiles y derivados como la gasolina y diesel cuando menos durante las siguientes tres décadas. La velocidad de la transición dependerá de varios factores técnicos y los cambios de patrones de consumo de la gente, considerando costos y subsidios, más que de las disposiciones del gobierno y las intenciones políticas (i.e. en vehículos eléctricos -EVs-, la transición para abandonar el motor de combustión interna está dependiendo, entre otros, de la falta de estaciones públicas de carga y altos costos, por lo que el crecimiento de las ventas de EVs se está desacelerando en EU y a nivel mundial, incluso cuando las nuevas regulaciones requerirían un aumento de casi diez veces de dichas ventas en sólo ocho años).
2.- El plan de Claudia, República Soberana con Energía Sustentable, reconoce la transición energética como un tránsito gradual hacia la descarbonización de las actividades económicas, con la meta de que la energía consumida provenga de fuentes renovables cada vez en mayor medida, enfatizando la soberanía nacional, la autosuficiencia energética y la disminución de la “intensidad energética”. Propone una estrategia integral para lograr la accesibilidad de todos los segmentos de la población a la energía eléctrica, gas y fuentes renovables para sus necesidades básicas, dando prioridad a grupos desfavorecidos.
Por su parte, el planteamiento de Xóchitl se inclina hacia una reestructuración y transición más acelerada, abierta a la competencia privada y extranjera, cuyo eje rector son criterios de eficiencia y sostenibilidad, sin consideraciones de tipo social.
3.- El sector energético es prioritario debido a que es un insumo en casi la totalidad de los procesos productivos, para la satisfacción de necesidades como la movilidad, y el acceso a la electricidad en los hogares y negocios. En ese sentido, el plan de Claudia ofrece estabilidad y soberanía sobre los recursos energéticos. Xóchitl propone una apertura que podría orientarse hacia una participación privada mayoritaria, incluyendo la extranjera, lo que conllevaría la posible pérdida del control nacional de estos recursos estratégicos.
4.- Claudia ha declarado que la propuesta de modernización que propone Xóchitl es una vuelta al pasado de apenas hace unos sexenios, de un modelo que ya probó sus ineficiencias e ineficacia, que redundó en mayor endeudamiento para Pemex, y que no resultó en inversiones en obras de infraestructura para el país ni bienestar. Claudia propone impulsar la potencia energética de México en extracción de petróleo, en producción de gasolinas y combustibles, en petroquímica, en materia de fertilizantes, en innovación, en disminución de emisiones contaminantes y de gases para reducir la huella de carbono, atención a zonas rurales donde aún se consume leña, y una apuesta creciente en energías renovables lo que, hay que indicar, requiere de amplias inversiones.
A su vez, Xóchitl critica el estado financiero y operativo de Pemex y la CFE, busca la reconversión del sector y cerrar refinerías (el proceso de cierre y el desmantelamiento que propone, según los expertos, tendría un alto costo económico y social y podría llevar hasta 10 años), priorizando la transición energética, orientando con ello la industria a una mayor importación y dependencia del exterior.
En conclusión, aunque faltan por conocer más detalles y monetizar las propuestas (sus costos específicos, la inversión total requerida, y su impacto en las finanzas públicas) en materia energética, se contrastan dos modelos que definen dos rumbos encontrados que tienen implicaciones directas en el proyecto de país por el que habremos de decidir en esta elección: priorizar la soberanía y el nacionalismo con Claudia para procurar bienestar con gestión estatal, o favorecer un enfoque centrado en la apertura y la competencia, con mayor intervención extranjera, en un sector sujeto a las fuerzas del mercado, con Xóchitl.
Como electorado habremos de decidir entre estas dos visiones no solo con base en aspectos técnicos, sino considerando las profundas implicaciones que estos modelos tendrán en la estructura social y económica del país. Es conveniente evaluar, entonces, las propuestas de las candidatas desde sus posibles impactos económicos y sociales para nuestro futuro.
Así, el 2 de junio habremos de definir el camino que queremos para México: la continuidad del modelo transformador de la 4T con ajustes y cambios, para fomentar mayor bienestar y prosperidad compartida, o un regreso al modelo económico neoliberal por el que ya transitó el país y que en mucho se cuestiona por los beneficios sociales que no pudo generar. El nacionalismo de Claudia o… la extranjerización de Xóchitl.