En medio de las tensiones económicas globales, cuando la amenaza de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos pone en jaque a muchos sectores productivos de México, cabe preguntarse: ¿qué puede hacer un estado como Nuevo León para resistir, adaptarse y salir fortalecido? ¿Qué respuestas institucionales pueden ofrecerse ante un entorno que, a todas luces, rebasa las decisiones locales? La respuesta no es sencilla, pero claramente su solución requiere de liderazgo, visión y capacidad de acción.
La reciente incorporación de Betsabé Rocha como secretaria de economía del gabinete de Samuel García fue más que un ajuste administrativo. En un momento donde la economía nacional se enfrenta al reto de competir en un escenario cada vez más proteccionista, el estado requirió de un perfil capaz de ejecutar con precisión una estrategia que si ya estaba planteada en el Plan Estatal 2022-2027, su aplicación hoy se vuelve urgente. ¿Qué se puede hacer cuando los mercados externos se cierran? Apostar al fortalecimiento interno. Reforzar la economía local. Impulsar la innovación. Y, sobre todo, diversificar los caminos.
¿Estamos listos para competir sin depender exclusivamente del vecino del norte? La estrategia anunciada recientemente sugiere que sí. Con tres grandes líneas de acción —inversión, apoyo a MIPYMES y capacitación para el talento local—, el gobierno estatal plantea un modelo de desarrollo integral y territorialmente equilibrado. Ya no se trata solo de atraer capital extranjero. Ahora, el objetivo es descentralizar el crecimiento, evitar la concentración en Monterrey y detonar el potencial económico de todo el Estado.
Por ejemplo, el programa de incentivos fiscales del 100% en el ISN para empresas exportadoras que se establezcan fuera del área metropolitana no solo busca atraer proyectos, sino también redistribuir oportunidades. ¿Cuántas veces se ha hablado de reducir las desigualdades regionales sin acciones concretas? Aquí hay una medida tangible. Lo mismo ocurre con el fortalecimiento de la proveeduría local en el que se aplicarán descuentos significativos a quienes consuman insumos del propio Estado, apostando por una economía más circular, más resiliente y menos expuesta a cadenas globales que hoy son volátiles. A su vez se crea la Ventanilla para la Mujer Emprendedora y Empresaria, pero más allá del gesto, se acompaña con capacitación, digitalización y acceso a financiamiento. ¿Puede un estado crecer si la mitad de su población no accede plenamente a la economía productiva? La respuesta es obvia, y la acción, urgente.
Algunos dirán que los incentivos fiscales no son suficientes. Por eso, también se contempla una robusta batería de apoyos no fiscales como el acceso preferencial a servicios estatales, tarifas logísticas reducidas, prioridad en proyectos públicos y espacios garantizados en ferias como PROVEE NL 2025. ¿No es esto, acaso, una plataforma para construir un ecosistema económico más sólido?
Pero, más allá de las cifras, lo relevante es el enfoque. Nuevo León está apostando por un modelo donde la política económica no se limita a resistir embates externos, sino que busca transformarlos en oportunidades. Donde el gabinete se mueve, no por crisis, sino por visión estratégica. Y donde el liderazgo se ejerce desde la anticipación y no desde la improvisación.