Clase media significa, según el presidente Lopez Obrador, ser aspiracionista e individualista, no tener escrúpulos morales, creer en la filosofía de “el que no transa no avanza”, apoyar a los gobiernos corruptos y ser tan tonto como para dejarse engañar por los medios de comunicación vendidos a —y comprados por— la mafia del poder.
Con todo el respeto y el cariño que me merece un personaje histórico como Andrés Manuel, tengo otra definición de clase media, a la que por cierto pertenece el presidente de México, hombre honesto y esforzado como pocos.
Lo que sí es la clase media
Clase media es sinónimo de humanismo, de cultura del esfuerzo y no del privilegio, de honestidad, de innovación, de compromiso con los demás, de trabajo y ahorro, de progreso, de competitividad y de patriotismo.
Vayamos a un dato objetivo: la competitividad
¿Cómo le fue a Morena, el partido que rechaza a las clases medias, en las únicas cinco entidades mexicanas de alta o aceptable competitividad —según la clasificación del IMCO—, a saber: Ciudad de México, Nuevo León, Querétaro, Coahuila y Jalisco?
El partido de izquierda no ganó en ninguna de tales entidades, lo que habla de un abierto rechazo de las más avanzadas clases medias mexicanas al discurso —no tanto a sus hechos— del presidente López Obrador, quien lleva demasiado tiempo retando y cuestionando en sus mañaneras a los valores de la gente no de izquierda e inclusive a personas e instituciones respetadas y admiradas en los sectores sociales no comprometidos ciento por ciento, o no de manera incondicional, con Morena y la 4T, a saber:
√ el INE y su consejero más representativo, Lorenzo Córdova;
√ algunos medios toda su vida críticos e independientes, especialmente los históricos Reforma, El Norte y Proceso;
√ dos intelectuales con excelente trayectoria, reconocida dentro y fuera de México, en la historia y la literatura, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín;
√ los economistas de todo el mundo que aconsejaban programas de apoyo a las medianas y pequeñas empresas durante la pandemia;
√ médicos tan respetables como Francisco Moreno, del hospital ABC, o Guillermo Torre, del Tec Salud, cuyas opiniones no fueron escuchadas en el gobierno de México por la decisión presidencial de dejar la estrategia de combate al covid en manos de un especialista que traicionó a la ciencia para hacerse político chafa, Hugo López-Gatell.
¿Olvidó AMLO por qué ganó con tan amplia ventaja en 2018?
Obtuvo más del 50% de los votos porque el hoy presidente López Obrador se movió al centro político para convencer a las clases medias.
Lo hizo Andrés Manuel con un discurso moderado bastante cercano a posiciones ideológicas que hoy ataca.
Lo hizo también dejando los cargos más visibles de sus precampaña y campaña presidenciales en manos de dos figuras respetadas entras las clases medias apiracionales, el empresario Alfonso Romo, y la activista democrática Tatiana Clouhiter, hija de Maquío, un hombre de negocios símbolo del mejor PAN de la historia.
Alfonso y Tatiana siguen apoyando a AMLO —Romo como enlace con empresarios; ella como secretaria de Economía—, pero sus opiniones no tienen peso, es decir, el presidente mexicano no las escucha y mucho menos las hace parte de su filosofía de gobierno.
Unos datos sencillos
Veamos algunos números acerca de las elecciones locales en las entidades y ciudades con el mayor nivel de competitividad en nuestro país:
√ En la Ciudad de México la oposición ganó nueve alcaldías y siete Morena y sus aliados.
√ En Nuevo León la gubernatura fue para Movimiento Ciudadano, el segundo lugar correspondió al PRI, el tercero al PAN y el cuarto a Morena —con un lamentable 14% de los votos.
√ En Querétaro el PAN arrasó en la elección de gobernador; Morena logró apenas el 24% de los votos.
√ En Coahuila el PRI ganó todos los municipios importantes.
√ En Jalisco la misma cosa, pero fue Movimiento Ciudadano el que se quedó con casi todas las alcaldías de mayor tamaño.
√ En las cinco ciudades con más de un millón de habitantes que tienen los mayores índices de competitividad —Valle de México, Monterrey, Mérida. Mexicali, Queretaro, San Luis Potosí y Guadalajara—, a Morena solo le fue bien en Mexicali.
Gobernar solo con el apoyo del México menos competitivo, ¿para qué?
Sigo pensando que nuestro país ya necesitaba un gobernante austero, honesto y cercano a la gente; sí, como Andrés Manuel López Obrador.
Por esa razón no dejaré de decir, cada vez que sea necesario, que ¡¡¡es un honor estar con Obrador!!!
Pero como no se me da el dogmatismo, considero mi obligación expresar mis desacuerdos con lo que me parece inadecuado del trabajo del presidente AMLO.
No entiendo su necesidad de polarizar, de dividir a México en dos, de unir a las clases medias en su contra y a las clases bajas a su favor.
¿Las clases altas? Se acomodan a lo que sea, esto es, apoyarán a Andrés Manuel mientras les convenga y lo traicionarán cuando lo vean sin poder.
Gobernar sin las clases medias significa optar por el atraso, que deberíamos tratar de eliminar para siempre, no convertir en una virtud política.
¿Podrá ganar Morena las presidenciales de 2018 sin las clases medias? No lo sé, pero si se me pidiera apostar, lo haría en contra del partido de izquierda; conste, casi seguramente entregaré mi voto al instituto político fundado por Andrés Manuel por un deber de lealtad, pero pienso que la mayoría de la gente no lo hará así.
Las clases medias son numerosas y forman opinión. Convencerán a muchas personas de que rechacen a Morena. Estoy seguro de ello. Claro está, todavía podría AMLO impedirlo. ¿Cómo? Cambiando su discurso y apoyando más proyectos aprobados por la gente no de izquierda.
El sol de Sonora
Alguien me preguntaba si representa un giro positivo hacia las clases medias, en los hechos desde luego —no en el discurso—, lo que el presidente López Obrador encargó a Alfonso Durazo: un parque de energía solar en Sonora.
Honestamente hablando, no lo sé. Sin duda es un avance en relación a la política de hacer girar prácticamente todo alrededor de energías fósiles. Pero, debemos entenderlo claramente, si lo que se quiere es de verdad conseguir la aprobación de la gente no de izquierda —que es mucha en México; afortunadamente el nuestro es un país plural—, deberá el presidente de México abandonar el mito del nacionalismo revolucionario de que solo el gobierno puede encabezar grandes proyectos energéticos. Ojalá Durazo convenza a Andrés Manuel de permitir una participación amplia de la iniciativa privada en ese parque solar. Porque el próximo gobernador de Sonora, la verdad sea dicha, está muy lejos de ser un ideólogo de izquierda.
Durazo, Navarro, Scherer, son hombres 4T por honestos y decentes, no por leer a Karl Marx o idolatrar el Che Guevara
Si se analizan correctamente las cosas, algunas de las personas más valiosas de la 4T nada tienen que ver con la izquierda, doctrinalmente hablando.
El gobernador electo de Nayarit, Miguel Ángel Navarro, no es un teórico de la revolución ni nada parecido; su valor, que es mucho, radica en ser, nada más, un médico honesto que decidió hacerse político simplemente para ayudar a su gente.
¿Durazo es experto en Rosa Luxemburgo, en Antonio Gramsci, en Dolores Ibarruri? Pienso que le tienen sin cuidado tales personalidades del comunismo mundial: lo suyo es la administración pública, que domina como muy pocos en México, lo que sin duda le servirá para que Sonora dé un gran salto hacia el desarrollo, con importantes obras públicas, sí, pero también con libertad de empresa, con innovación aportada por el talento de los particulares e incrementando la competitividad?
¿Julio Scherer Ibarra, probablemente el colaborador más eficaz del presidente López Obrador, se formó en algo parecido al socialismo? Por supuesto que no. Su principal maestro fue su padre, don Julio Scherer García, un periodista libertario que dejó como herencia la revista Proceso, que lo mismo arremete en sus reportajes contra los neoliberales tramposos que zarandea a los izquierdistas decepcionantes. Algunas personas partidarias de la 4T dicen que si don Julio viviera, Proceso no sería así de crítico como lo es con el presidente López Obrador. Tienen razón, si don Julio estuviera vivo Proceso sería distinto: sería esta revista infinitamente más dura de lo que hoy es en relación a AMLO y a la Cuarta Transformación. No se iba don Julio a traicionar a sí mismo solo por amistad con el tabasqueño.
Claro está, en Morena y sus gobiernos también hay figuras muy relevantes y honestas que tienen una sólida formación izquierdista —son de las que más aportan al proyecto de AMLO—, como Epigmenio Ibarra, Claudia Sheinbaum, Rafael El Fisgón Barajas, Jesús Ramírez y Pedro Miguel.
En Morena, por supuesto, hay algunos de clase alta —demostrada por la cuantía de su patrimonio o sus modales fifís—, como Manuel Bartlett y Marcelo Ebrard, pero en general lo mejor de Morena es aspiracionista y clasemediero.
Es verdad que en el partido fundado por AMLO —una gran verdad— tanto la mayoría de quienes son abiertamente de izquierda como aquellos y aquellas que solo exhiben su honestidad sin una ideología definida, son excelentes representantes de la clase media mexicana, incluido el propio Andrés Manuel. Todos y todas han tenido a sus hijos e hijas en colegios privados, de vez en cuando vacacionan en el extranjero, cambian su coche por uno más nuevo o más grande cuando tienen oportunidad de hacerlo, han adquirido su propia casa, compran un iPad, ven Netflix, recurren a Amazon, circulan por los Puentes de los Poetas (construidos por AMLO), se suben a la bicicleta para no contaminar y se trasladan por las cada día mejores ciclopistas de la Ciudad de México, etcétera.
¿Por qué, entonces, insisten en negarse a sí mismos? No lo entiendo porque, evidentemente, no tiene el menor sentido.