Acabo de leer una investigación que realizó el medio estadounidense The Wall Street Journal titulada “Gases tóxicos se filtran en aviones, enfermando a tripulaciones y pasajeros”.

Y es que esto fue compartido por la Association of Flight Attendants-CWA (AFA) del vecino país, con la finalidad de alertar a sus sobrecargos. Según esta investigación, “los médicos comparan los efectos cerebrales con las conmociones cerebrales en jugadores de la NFL. Una investigación del Wall Street Journal muestra que el problema está empeorando y no se está haciendo mucho al respecto”.

El texto comienza con la narración de una sobrecargo de la aerolínea de bajo costo JetBlue, que estaba haciendo un vuelo de Boston, EUA a Puerto Rico, cuando de pronto empezó a oler algo extraño; ella lo describió como un olor a pies sucios, sin embargo, no pasó a más de sentirse un poco “drogada”. Pero en el vuelo de regreso rumbo a Boston, estando en el galley trasero preparando las bebidas, de manera desesperada se llevó las manos al cuello y empezó a tener dificultades para respirar, posteriormente comenzó a vomitar y sus compañeros tuvieron que auxiliarla con oxígeno suplementario.

Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Boston, la sobrecargo fue llevada inmediatamente al hospital. Meses después de este evento sus síntomas empeoraron, diagnosticándole “lesión cerebral traumática y daño permanente al sistema nervioso periférico causado por los vapores que inhaló”.

Y, justamente aquí es donde empieza la parte más interesante de la investigación, pues resulta que el médico que atiende a esta sobrecargo, el doctor Robert Kaniecki, también es médico neurólogo consultor del equipo de los Steelers, de la NFL.

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Este médico hizo fuertes declaraciones al respecto, pues en una entrevista aseguró que los efectos en el cerebro derivados de la inhalación de estos gases tóxicos “eran similares a una conmoción cerebral química y ‘extraordinariamente similares’ a los de un linebacker de la NFL tras un golpe brutal... Es imposible no llegar a esa conclusión”.

Este médico, además de atender al equipo de futbol americano, también ha visto a más de 100 sobrecargos y más de una docena de pilotos en los últimos 20 años, quienes han sido afectados por estos gases y presentan lesiones cerebrales.

Pero no han sido solamente los tripulantes los afectados, también tiene registro de un pasajero frecuente de Delta, que en 2023 presentó una lesión cerebral. Según la propia investigación de The Wall Street Journal, la mayor presencia de estos gases tóxicos se presenta por fugas, en la familia de aviones A320.

También señalan que este tipo de “fugas” de los gases tóxicos se dan en aviones que utilizan los motores para “filtrar” el aire, un sistema conocido como “aire de purga” y que está instalado en casi todos los aviones, menos en los modelos B787 de la fabricante Boeing.

La investigación realizada por el medio norteamericano se basa en la revisión de más de un millón de informes de la propia Agencia Federal de Aviación norteamericana (FAA, por sus siglas en inglés) y de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), además de diversas entrevistas.

Según lo hallado, los fabricantes de aviones han presionado para implementar medidas que les permitan generar ahorros, sin embargo, estos cambios realizados han terminado por afectar la salud tanto de los trabajadores aéreos como de los pasajeros.

Sobre todo, los tripulantes han descrito ese desagradable aroma como un olor “entre perro mojado, esmalte de uñas y pies sucios o cheetos”. Esto ha obligado a varios aterrizajes de emergencia, pues reportan que han afectado a los pilotos en su campo de visión, así como en su capacidad de reacción durante el vuelo, y también reportan que pasajeros han enfermado. Eso sí, dejan claro que la mayoría de las aeronaves no emiten gases tóxicos y que cuando sucede un evento de fuga de gases, los efectos suelen ser leves, asintomáticos y fugaces.

Tanto Airbus como Boeing, han reconocido que esto puede ser provocado por fugas de aceite o de líquido hidráulico en los motores, además de emitir neurotoxinas y monóxido de carbono, entre otras sustancias.

¿Cómo es que sucede este fenómeno? Ellos lo explican de la siguiente manera:

“El aire de purga puede contaminarse de varias maneras. Esta es una de las más comunes: sección de compresión ventilador.

“En la mayoría de los vuelos, aproximadamente la mitad del aire se extrae del exterior, pasa por los motores del avión y luego se purga en la cabina, donde se mezcla con el aire recirculado existente. Primero, el motor aspira aire frío de baja densidad a través de sus ventiladores. Luego, se comprime y se calienta para que sea apto para respirar.

“Los cojinetes del compresor se lubrican con aceite, pero los sellos, diseñados para evitar fugas, se desgastan y degradan. Cuando esto ocurre, el aceite entra al aire y se vaporiza con el calor, liberando cantidades desconocidas de compuestos tóxicos”.

De hecho, en febrero de este año se tuvo un incidente precisamente con un avión B717 de Delta, el cual quedó grabado para la posteridad, gracias a los teléfonos celulares de los pasajeros, quienes registraron cómo en la cabina de pasajeros comenzaron a acumularse densas columnas de humo.

La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), informó de este incidente en el cual reveló que el depósito de aceite del motor derecho se había vaciado casi por completo, el cual terminó “filtrándose” en el suministro de aire de purga, lo que ocasionó las densas columnas de humo blanco a través de las rejillas del avión.

Por supuesto, la respuesta de la industria aérea no se hizo esperar, afirmando que este tipo de incidentes son demasiado “inusuales”. Sin embargo, ni la FAA, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés), ni tampoco las fabricantes Airbus y Boeing han dado entrevistas a The Wall Street Journal, para fijar un posicionamiento al respecto.

Y para echarle más limón a la herida, supuestamente un informante de Boeing a través de un correo electrónico le dijo al medio norteamericano: “el aire de la cabina dentro de los aviones Boeing es seguro. No existe ningún ambiente interior libre de ‘contaminantes’, citando múltiples investigaciones sobre la calidad del aire”. Añadió que la investigación demuestra que ”los niveles de contaminantes en las aeronaves son generalmente bajos y que se cumplen las normas de salud y seguridad”.

Boeing se defendió diciendo que el medio en cuestión (TWSJ) sacó de contexto la información y que fue malinterpretado. Un punto que tengo que señalar como tripulante que fui en Mexicana de Aviación es que coincido con que estos casos son extremadamente raros.

La FAA incluso ha dicho que estos eventos se han presentado en la siguiente proporción: 33 casos en un millón. Pero para el diario norteamericano, la FAA ha recibido más del doble de informes sobre este tipo de eventos, y tan solo en las 15 aerolíneas más grandes del vecino país, de 2010-2025 la tasa de estos incidentes se ha disparado. En 2014, The Wall Street Journal encontró tan solo 12 eventos y, para el 2024, estos habían aumentado a 108.

¿Cómo funciona el aire en los aviones? Veamos qué dice la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), al respecto. En la aviación se utilizan filtros HEPA, los cuales tienen un rendimiento muy parecido al sistema que se utiliza tanto en centros hospitalarios en los quirófanos o en áreas industriales.

El sistema usa un 50% del aire exterior y 50% del aire reciclado en la cabina, el cual se va “reciclando” entre 15 a 20 pies cúbicos por minuto. Lo que permite tener un aire que además proporciona más humedad dentro de la cabina y niveles más bajos de partículas. El aire se recicla entre 2 a 4 minutos. Sin contar con que esta forma de proporcionar aire limpio y fresco coadyuva al ahorro de combustible.

Volar es seguro, sin embargo, nunca debemos echar en saco roto áreas donde la aviación puede mejorar, y este es el caso de los gases tóxicos en cabina, que si bien no suelen ser frecuentes, sí nos hablan de falta de mantenimiento en los motores, porque es ahí donde se generan.

Por lo pronto, pueden volar confiados en que el transporte aéreo sigue siendo el más seguro a nivel mundial. Hago aquí un llamado a las aerolíneas del país para sensibilizar a los tripulantes de cabina de pasajeros, para que sean empáticos con los pasajeros cuando reportan alguna anomalía durante el vuelo.