El gobierno de México ha lanzado recientemente el programa Hecho en México, una estrategia que busca fomentar la producción y el consumo de bienes nacionales en respuesta a la política comercial proteccionista que Estados Unidos está implementando. Esta medida ha generado un intenso debate sobre su efectividad, impacto económico y similitudes con esfuerzos previos que tuvieron resultados mixtos.
¿En qué consiste el plan “Hecho en México”?
Este programa tiene como objetivo impulsar la manufactura y el consumo de productos nacionales mediante incentivos fiscales, financiamiento a empresas locales, fortalecimiento de la cadena de suministro y campañas de concienciación para promover la preferencia por bienes nacionales. También se busca reducir la dependencia de importaciones, especialmente en sectores clave como el automotriz, electrónico y agroindustrial.
Esta no es la primera vez que se impulsa una estrategia de este tipo. En la década de los 70 y 80, México promovió políticas de sustitución de importaciones bajo el mismo eslogan. Sin embargo, estos esfuerzos derivaron en una estructura económica poco competitiva, con industrias que dependían de subsidios y que no lograban desarrollar suficiente calidad y eficiencia para competir en mercados internacionales. Con la apertura comercial y la firma del TLCAN en los 90, el país viró hacia una estrategia de exportación que trajo beneficios como mayor inversión extranjera y generación de empleo, pero también una dependencia estructural de la demanda externa.
Desde la perspectiva del modelo de crecimiento liderado por las exportaciones, México logró integrarse en la cadena de valor global al convertirse en un socio clave en la manufactura de bienes intermedios. Sin embargo, también es cierto que esto generó una dependencia de los ciclos económicos de otros países, particularmente Estados Unidos.
Desde una perspectiva económica, el éxito o fracaso de Hecho en México dependerá de su implementación. Si bien el fortalecimiento de la industria nacional puede traer beneficios como la generación de empleo y la dinamización del mercado interno, también puede generar riesgos de ineficiencia si se traduce en proteccionismo.
La teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo sugiere que los países deben especializarse en la producción de bienes donde tengan mayores ventajas para maximizar el bienestar global. Si Hecho en México impulsa sectores sin competitividad natural o protege artificialmente industrias poco eficientes, podría resultar en costos mayores para los consumidores y menor crecimiento a largo plazo.
Por otro lado, la teoría del desarrollo liderado por la demanda interna de Keynes podría justificar un enfoque donde el gobierno estimule la producción nacional para fortalecer el consumo interno y reducir vulnerabilidades externas. Sin embargo, esto requeriría un enfoque sostenible donde las empresas mexicanas logren mejorar su competitividad sin depender de subsidios permanentes.
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Existen varios escenarios que podrían derivarse de la implementación del programa:
- Escenario positivo: Si Hecho en México logra incentivar la innovación, mejorar la productividad y desarrollar cadenas de valor eficientes, México podría fortalecer su sector industrial sin caer en proteccionismo excesivo. Esto impulsaría el empleo y reduciría la dependencia de importaciones estratégicas sin afectar el comercio exterior.
- Escenario negativo: Si el programa se convierte en un sistema de subsidios permanentes sin mejoras en competitividad, podría generar industrias artificialmente sostenidas que no logren competir a nivel global. Esto terminaría afectando a los consumidores, quienes pagarían precios más altos por bienes de menor calidad.
- Escenario mixto: Si bien algunos sectores logran fortalecerse, otros podrían sufrir efectos adversos por medidas que desincentiven la importación de bienes clave o que generen represalias comerciales por parte de otros países, especialmente Estados Unidos y China.
En mi opinión el programa Hecho en México tiene potencial, pero su éxito dependerá de si se implementa como una estrategia de fortalecimiento real de la industria o simplemente como una medida populista en respuesta a la presión externa. Es fundamental que el enfoque se centre en mejorar la productividad, innovación y competitividad de las empresas nacionales en lugar de imponer restricciones a las importaciones o generar dependencia de subsidios gubernamentales.
Además, es importante evitar los errores del pasado y aprender de experiencias internacionales. Países como Corea del Sur lograron impulsar su industria con políticas estratégicas que fomentaron la innovación y el acceso a mercados globales en lugar de cerrarse al comercio internacional. México tiene una oportunidad de fortalecer su industria sin caer en medidas proteccionistas que podrían afectar su integración en la economía global.
En un mundo interconectado, la clave no está en aislarse, sino en desarrollar ventajas competitivas sostenibles. Hecho en México debe ser más que un eslogan; debe convertirse en un verdadero motor de crecimiento basado en calidad, innovación y eficiencia.