Decíamos en nuestra entrega anterior que la ruta del futuro mexicano no puede ser la contención del proceso transformador iniciado y que tiene ya frutos muy tangibles en este gobierno, sino el de continuar con la transformación, y si la contención la plantea uno de los grandes bloques de fuerzas en pugna, el bloque nacional-conservador (Va por México y Frente Amplio por México) por la vía de derrocar a la fuerza política actualmente en el poder, la 4T-4R liderada por AMLO y Morena, entonces esa opción debe ser rechazada tajantemente.

Si en cambio se pretende discutir las reformas necesarias, el tipo y alcance de ellas, sus términos y contenidos puntuales, entonces el choque entre estos dos grandes bloques de fuerzas puede evolucionar en el próximo gobierno hacia una unidad dialéctica distinta. Pero no hay ningún indicio de ello. Van con todo contra la 4T-4R. Quieren el poder presidencial y la mayoría legislativa, una vez controlado hasta cierto punto el poder judicial para desatar un proceso de restauración del régimen precedente, con matices y puntualizaciones, pero en esencia, y la máxima garantía de ello es el liderazgo de Claudio X. González Jr., representante y encarnación del gran capital.

¿Por qué Xóchitl Gálvez? A este bloque nacional-conservador le es fundamental preservar la alianza con las organizaciones sociales tan variadas en donde predominan las clases medias y medias altas, mediante las cuales lograron una movilización muy exitosa. Esto es la sangre o la vida de la alianza. Pero ninguno de los “cartuchos muy quemados” que se han asomado como aspirantes a la candidatura presidencial (algunos de ellos hasta prófugos de la justicia como Cabeza de Vaca) pueden satisfacer las aspiraciones y visiones de estas organizaciones sociales. ¿Qué hacer?

Desde otra perspectiva, para esta élite de dirigentes es necesario no perder el control del bloque de fuerzas conformado en esta alianza nacional-conservadora y menos las demandas del gran capital y las oligarquías partidistas que en ella convergen. Nuevamente, ¿qué hacer? ¿Cómo reconstruir la fuerza con un enfoque estratégico distinto pero con la misma esencia de intereses que a la vez puede ser aceptable para las organizaciones sociales aliadas?

Hoy parece que el cambio de enfoque estratégico, lo que puede ser aceptable para las organizaciones civiles aliadas, lo que constituiría un liderazgo electoral de recambio y competitivo pero sostenido por los mismos intereses corporativos del gran capital y de las oligarquías partidistas cuyos membretes son necesarios en la alianza conservadora para dar la batalla electoral, se llama Xóchitl Gálvez, por lo menos hasta estos nuestros días. De allí la gran burbuja mediática que hoy la rodea. Ya algún comentarista del Canal 3 en un alarde de oportunismo le llamó “la mujer del momento”.

Ella puede sintetizar el conjunto más importante de dilemas político-sociales e ideológicos planteado al interior de la alianza nacional-conservadora: a) es apartidista formalmente; b) es mujer con trayectoria política; c) se ha destapado con un pasado en la izquierda marxista (lo cual, ya está siendo severamente cuestionado), en una tendencia radical, la trotskista; d) ha votado y apoya la política social del gobierno actual; crítica acérrimamente varios aspectos sensibles como la seguridad, la política nacionalista energética, y otros; e) reivindica una trayectoria al lado de grupos indígenas y populares obteniendo distintas mejoras en su favor; e) conoce perfectamente bien los grandes intereses del capital que se mueven dentro de la alianza nacional-conservadora; f) su discurso público es de “amor por México”; f) su experiencia de gobierno se remite a ser parte del gabinete de Fox en una especie de Comisión (no cargo formal) y haber sido delegada en la Miguel Hidalgo de la Ciudad de México.

Parece, con todo ello, el cuadro político, la candidata ideal (¿habrá alguien con mejor perfil e historial político en las filas del conservadurismo?) para enfrentar a Claudia Sheinbaum en la hipótesis probable de que ésta venza en la contienda interna de Morena. La línea de que podía ser ella “la elegida”, bajó abruptamente de la contienda a Lilly Téllez, hizo llorar a Santiago Creel, y decantó las últimas rupturas en el PRI. El dedo mayor de Claudio X es el del amo y señor. No sólo es el jefe político y el mecenas económico de la alianza, sino el ideólogo que puede pensar fuera del muy estrecho ámbito de los intereses y enfoques anacrónicos de las oligarquías partidistas, que de cualquier forma se aprestan a negociar sus intereses por la utilidad que tienen sus membretes partidistas para la contienda electoral federal de 2024, a pesar de su gran y grave desprestigio. El Congreso es un banquete mayor muy apetecible y rentable aún para dichas oligarquías. Y claro, los presupuestos públicos multimillonarios para los partidos, ni se diga.

Pero la infraestructura de apoyo para Xóchitl no está centrada sólo en los medios tradicionales de desinformación y distorsión de la realidad, generadores de falsas percepciones, sino que ello será parte de una guerra simbólica, semántica y sintáctica, mediante todo tipo de producciones simbólicas, con el “sentido” deseado, y que no están regidas por ética política o comunicativa alguna, sino que ocultan la toma de decisiones políticas, sociales, ideológicas y axiológicas, así como la propia responsabilidad de todo aquello que pasa a ser acciones y los efectos que todo esto produce. Es lo que podemos resumir diciendo en forma sencilla “una manipulación oculta a trasmano” apoyada en producción de símbolos de los más diversos tipo actuando sobre las pasiones y las emociones sociales reiteradamente.

“Porque manipulan todo resquicio simbólico, se lo adueñan, atacan, desnaturalizan y mercantilizan las “pulsiones” humanas más básicas, dispuestos a dar por verdad categórica los eslóganes que fabrican a pedido, según la ubicuidad y la velocidad que requieran contra la voluntad popular. Y a fuerza de repetir las ráfagas de sus máquinas de guerra ideológica, la manipulación simbólica nos queda tatuada (…) La manipulación simbólica impone sus consignas más escleróticas (…) Con la manipulación simbólica, la esclavitud de conciencias se infiltra en la cabeza de las víctimas y suele producir engendros ideológicos patéticos.” (Buen, Fernando, diciembre, 2021)

Es decir, una guerra de manipulación que en cierta medida ya comenzó, o mejor dicho, que nunca ha cesado en contra de este gobierno, sólo que ahora el objeto político central se modifica: las candidaturas para la sucesión presidencial. Con la manipulación simbólica, el control de conciencias se infiltra en la cabeza de las víctimas y suele producir engendros ideológicos patéticos. Transita ya por medio de la inflamación mediática, la estridencia, y el bombardeo múltiple y sostenido, “Xóchitl Gálvez la mujer del momento” integrada en la alianza “Frente Amplio por México”. Ya se está verificando que su supuesta filiación en la izquierda trotskista es una patraña mediática, nadie del trotskismo mexicano la recuerda, y ellos nunca fueron una masa amplia de militantes como para que pasara desapercibida. Lo más seguro es que no haya militado nunca en las filas del trotskismo mexicano.

Pero junto a la burbuja mediática llovieron también las descalificaciones de la empresa mediana y grande de México por ese referente que ofreció como parte de su perfil político, el cual fue reprobado de manera contundente. Se enemistó con un sector de la capital nacional. No parece entonces una jugada acertada.

Por lo tanto desde nuestra perspectiva la guerra de manipulación mediática y la guerra simbólica desde el bloque de fuerzas nacional-conservadoras de cara a la elección presidencial de 2024, ya empezó, vamos paso a paso al encuentro de su desarrollo, de su expresión plena.