En este mundo digital es indiscutible que personas, corporaciones, sociedad civil y gobiernos nos beneficiamos de las numerosas ventajas de su advenimiento, el cual ha traído un gran desarrollo a nuestras vidas.

Avanzamos de la mano de la tecnología, como humanidad, y así nuestras interacciones, por medio de redes y plataformas digitales, se incrementan y abarcan cada vez más áreas y facetas de nuestras actividades. La dependencia tecnológica e intensividad en su uso se ha incrementado en todos los sentidos. El problema es que en este contexto, si bien hemos desdibujado en cierta forma las barreras del tiempo y el espacio a través del uso de medios digitales, ello se ha traducido a su vez en un incremento de importancia para los denominados activos de información en forma de, entre otros, tecnología, desarrollos y, por supuesto, datos personales.

Estos activos, sin embargo, se encuentran bajo constante riesgo y expuestos a ciberataques que han crecido en grado de sofisticación, número e impacto, desde los primeros que fueron lanzados a finales de la década de los ochenta del siglo pasado y que eran solo ataques de negativa o declinación de servicio en los que se saturaban servidores hasta hacerlos colapsar y paralizarse frente a los y usuarios.

Medidas contra los ciberataques

Mientras los ciberataques se han vuelto más dirigidos, enfocados y poderosos, las medidas de ciberseguridad para contrarrestarlos también lo han hecho. Pasamos de las primeras herramientas de seguridad desarrolladas y que se limitaban a detectar las marcas o firmas de virus informáticos para prevenir su ejecución, hasta soluciones diseñadas para proveer una protección holística contra una gran variedad de tipos de ataques y proteger de los mismos a diversos sistemas objetivo.

A pesar de ello, cada vez es más difícil y desafiante proteger los activos de información en este mundo digital. Tal complejidad deriva de que el diseño e implementación de protecciones y sistemas de seguridad continuos y resilientes, a través del tiempo, requiere de continuos ajustes y adaptaciones a ambientes cambiantes, amenazas y actores digitales de todo tipo, que intervienen en este ciberjuego y buscan aprovecharse de los beneficios que les puede representar la obtención de información en una economía de datos.

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Seguridad de datos

Las aproximaciones a la seguridad de datos solían ser hechas como respuesta o diseñadas a la medida de ataques previos y por ello conocidos. Los sistemas resultantes de tal enfoque eran incapaces de adaptarse de modo automático a cambios en su entorno por su falta de flexibilidad y robustez en sus arquitecturas. Aún en los casos en los que esto se trata de paliar por medio de la intervención e interacción humana con tales sistemas, los procesos de respuesta y adaptación correlativos son lentos e insuficientes frente a ciberataques cuyas motivaciones y fuentes son muy variadas.

Debido a su flexibilidad y al comportamiento adaptable y resiliente de sus sistemas, diversas técnicas aplicativas y construidas con base en inteligencia artificial (IA), son ya utilizadas para hacer frente a algunas de las carencias de las herramientas de ciberseguridad con que contábamos hasta ahora. Aplicaciones de este tipo tienen la posibilidad de aprender de los rastros que dejan quienes buscan atacar un sistema, prevenir ataques y anticiparse a su ocurrencia para defender la información bajo su cuidado. Para ello, sin embargo, es preciso adquirir, analizar y generar cantidades inmensas de información de todo tipo, que en forma de ciberinteligencia, y como si se tratase de espionaje, usan las aplicaciones de IA para proteger sus entornos.

Numerosos y conocidos escándalos deben quizá preocuparnos ante el papel que entidades autónomas de inteligencia artificial juegan en el ciberespacio, de manera cada vez más independiente, y que nos exponen como personas a tratamientos no consentidos de nuestros datos que vulneran nuestros derechos humanos.

Las herramientas son eso. No dejemos todo en manos de las IA’s, sus desarrollos deben contemplar controles humanos respecto a lo humano para preservarlo.