En México, millones de personas usamos diariamente las transferencias electrónicas para mover dinero entre cuentas y bancos. El sistema SPEI —operado por el Banco de México— está diseñado para funcionar en tiempo real, las 24 horas del día, todos los días del año. Esa es la promesa. Sin embargo, la realidad que enfrentan muchos usuarios, sobre todo al usar bancos como BBVA México, es otra: transferencias que se “atoran”, que “se están procesando”, o que simplemente no llegan sino hasta muchas horas o incluso días después.

¿A qué estamos jugando?

Aunque legalmente los bancos están obligados a ejecutar las transferencias de forma inmediata, BBVA —el banco más grande del país, de origen español— ha convertido la excepción en norma, aplicando horarios de corte disfrazados, tiempos de espera injustificados y un trato opaco a los fondos de sus clientes.

¿Retraso técnico o jineteo financiero deliberado? Todo apunta a lo segundo.

Los tiempos de corte de BBVA se mantienen en la lógica del siglo pasado: si haces una transferencia después de las 17:30, prepárate para que tu dinero no llegue hasta el día siguiente, o después del fin de semana. No importa que el sistema SPEI funcione de manera continua: BBVA decide unilateralmente cuándo liberar los fondos. Mientras tanto, ¿qué pasa con ese dinero que no se refleja pero sí fue descontado de tu cuenta?

La sospecha crece. Ese capital “en tránsito” no está muerto. Al contrario: los bancos lo mueven, lo colocan, lo invierten por horas o días. Y los rendimientos, por supuesto, no los ves tú.

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Esto tiene un nombre: jineteo financiero. Y aunque es una práctica conocida, cuando la ejecuta un actor con el tamaño, alcance y poder económico de BBVA, debería prender todas las alertas regulatorias.

Tan recurrente es esta práctica por parte de BBVA, que incluso en su línea de atención telefónica, sus ejecutivos tienen bien aprendido el guión: cada vez que un usuario llama para preguntar por qué su transferencia no ha llegado, la respuesta es siempre la misma. Según ellos, el retraso no es culpa del banco, sino del Banco de México, que —afirman— “verifica” los fondos antes de liberarlos. Un argumento que no solo es engañoso, sino técnicamente falso: el sistema SPEI de Banxico procesa en segundos y no retiene transferencias por procesos de verificación individuales. Esta narrativa oficial que BBVA repite una y otra vez no es otra cosa que un intento de deslindarse de responsabilidades y ocultar una operación sistemática que les genera ganancias a costa de la confianza del usuario.

Los ganadores de siempre

En 2023, BBVA reportó ganancias por más de 90 mil millones de pesos en México, la cifra más alta entre todos los bancos que operan en el país. No es casualidad: el sistema bancario mexicano es uno de los más rentables del mundo. Y parte de esa rentabilidad se construye con pequeñas trampas cotidianas como ésta: detener tu dinero unas horas, multiplicarlo en operaciones internas y después “liberarlo” como si nada.

La paradoja es brutal. En un país donde millones viven al día y necesitan liquidez inmediata, los bancos de capital extranjero como BBVA se permiten aplazar sin consecuencias las transferencias vitales de sus clientes.

Mientras tanto, los mexicanos siguen pagando con su tiempo, su ansiedad y su dinero las prácticas especulativas de instituciones financieras que han hecho de México su cajero automático.

¿Dónde están los reguladores?

Banxico ha sido claro: el sistema SPEI debe operar en tiempo real, sin distinciones de horarios o días. Sin embargo, nadie sanciona a BBVA ni exige cuentas por esta distorsión sistemática. ¿Acaso existe un pacto de silencio entre las autoridades financieras y los grandes bancos? ¿Por qué la Comisión Nacional Bancaria y de Valores o la CONDUSEF no han tomado cartas en el asunto?

No se trata de fallas técnicas. Se trata de un modelo que ha normalizado el abuso, blindado por la complicidad institucional y por la falta de voluntad política para enfrentar a los gigantes del sistema.

¿Cuánto dinero mueve BBVA cada día con estas operaciones diferidas? ¿Cuánto gana por el simple hecho de no transferirte tu propio dinero al instante? ¿Cuántos mexicanos han dejado de pagar una deuda, una renta o un compromiso por culpa de un “tiempo de corte” artificial?

Este no es un caso aislado. Es una muestra del sistema bancario que tenemos, uno que premia al poder financiero extranjero y castiga la necesidad del ciudadano común. Ya es hora de que empecemos a llamar las cosas por su nombre, y a exigir que los bancos que operan en México lo hagan con transparencia, legalidad y respeto.

Porque el dinero no es de ellos. Es nuestro.