Quien tiene memoria de la historia sabe que Ernesto Zedillo sacó al país de la peor crisis económica, que aún en circunstancias adversas logró crecimiento y sentó las bases de la macroeconomía que nos han permitido salir a flote hasta hoy. Sabe que fue un presidente que abrió la puerta a la democracia y a la alternancia política, que dejó las reformas que establecieron claridad en las reglas del juego y que al concluir su mandato se dedicó a la docencia y a guardar un respetuoso silencio sobre la actuación de los presidentes que lo sucedieron.

En la última edición de la revista Letras Libres aparece un artículo firmado por Ernesto Zedillo titulado “México: de la democracia a la tiranía” que no tiene desperdicio. En él explica de manera amplia y contundente el verdadero sentido de denominada Cuarta Transformación, del desastre y lo que representa la reforma al Poder Judicial.

Para el expresidente el objetivo de “la transformación prometida era en realidad la de sustituir nuestra joven democracia por una tiranía”. Abunda en las transformaciones que han tenido lugar, de cómo déspotas y caciques trajeron la miseria para el pueblo y la pérdida de gran parte del territorio nacional. La segunda gran transformación, a la que apelan los líderes de la 4T, corresponde a la llegada de Porfirio Díaz, un líder mesiánico con gran ambición de poder, que destruyó los ideales de la Constitución liberal y transformó la reforma que impulsaron Juárez y un grupo de patriotas en una dictadura que duró 30 años. En su breve recuento señala que el espíritu democrático y republicano regresó con Madero, aunque duró poco, porque las fuerzas del autoritarismo lo asesinaron para restaurar la tiranía.

La Revolución mexicana y los gobiernos que emanaron de ella consiguieron en la medida de lo posible restablecer la vida constitucional del país e iniciar los avances a una democracia, a ser un país de instituciones que se fueron perfeccionando a lo largo de los años para llegar al final del siglo XX con instituciones democráticas y confiables, como un INE independiente y ciudadanizado, un poder judicial autónomo y profesional, un poder legislativo donde todas las fuerzas políticas estaban representadas y organismos autónomos que generaban contrapesos y evitaban en gran medida los abusos de los gobernantes.

Zedillo subraya que, aunque se “asegura continuar [con] los avances logrados en la Independencia, la Reforma y la Revolución, el movimiento morenista está, en realidad, emulando los atropellos que se hicieron contra la Independencia, la Reforma y la Revolución. Los mismos que transformaron esos episodios extraordinarios y promisorios de nuestra historia en tragedias para la nación”.

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La realidad lo confirma

Los fundamentos teóricos, históricos y la realidad confirman lo escrito por el Dr. Zedillo. AMLO mandó al diablo las instituciones y se encargó de destruirlas, se apoderó del poder ejecutivo destruyendo los esquemas administrativos y políticos que lo regulaban, convirtiendo al poder legislativo en una caja de resonancia que vota sin cumplir su labor de análisis y reflexión para dar lugar a un poder hegemónico y por si no bastara, la transformación del poder judicial en un aparto tiránico que sirva para justificar las atrocidades en contra de los derechos fundamentales, persecuciones, corrupción, y apoderamiento de los bienes de la nación.

Esta es la segunda ocasión en que el presidente Zedillo decide opinar públicamente sobre el país. 24 años después de haber concluido su mandato y siendo el único expresidente que supo mantener un respetuoso silencio ante el trabajo de quienes lo sucedieron, hace más significativo que rompa el silencio.

Ya no pudo más

Consciente de que en México nunca habrá una democracia efectiva sin un poder judicial profesional, imparcial e independiente, encabezado por una Suprema Corte que cumpla esos mismos atributos, decidió hablar.

En esta segunda ocasión profundizó: “Ahora ya sabemos por qué se postulan como la cuarta transformación. En realidad, no hablan de la Independencia, la Reforma y la Revolución. Se refieren a las felonías que transformaron esos episodios extraordinarios y promisorios de nuestra historia en tragedia para la nación. Esto es justo lo que busca la cuarta transformación: transformar nuestra democracia en tiranía”.

Lamentablemente la polarización, la ambición de poder y la búsqueda de impunidad al interior de la 4T continúa y se superpone a los intereses de la nación.

Ahora que el presidente Zedillo nos ofrece un texto impecable en el que explica la atrocidad de la reforma al poder judicial y los actos tiránicos, surgen voces de la 4T como César Gutiérrez Priego, hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo quien fue encarcelado en el sexenio de Zedillo por su presunta relación con narcotraficantes y que ahora pretende ser ministro de la SCJN, que en su cuenta de X amenaza y busca acallar las voces críticas.

O el hecho de que en medio de la disputa entre las bandas de Morena por los criterios de la supremacía constitucional, se estén dando hasta con la cubeta Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz.

Es la tiranía que se apodera de este país. Zedillo lo advierte fuerte y claro pero al parecer ya es muy tarde.

X: @diaz_manuel