Hay todo tipo de comentarios acerca de la respuesta de Claudia Sheinbaum a Donald Trump.
A algunas personas no les gustó por el tono —demasiado duro, dicen— inconveniente para negociar con un bravucón capaz de llegar a las agresiones mayores solo por el gusto de golpear.
Pero hay gente encantada con las expresiones de la presidenta Sheinbaum. Cito las palabras que escuché por ahí: “Una mujer como Claudia, toda su vida entregada a lucha social y al activismo político, no podía contestar de otra manera a un macho irracionalmente pendenciero y envalentonado por el poder de su país. Está en la naturaleza de él ser abusivo; está en la naturaleza de ella no dejarse”.
Un hombre joven, mexicano, con estudios de posgrado, funcionario de un banco de Estados Unidos dijo cuando vio un video con la respuesta de Sheinbaum a Trump: “Claudia es una crack”.
Recurrí a la Real Academia Española para entender mejor el significado de crack: (i) caballo —o yegua, desde luego— que destaca en las carreras; (ii) persona que destaca extraordinariamente en algo. Sinónimos: “As, figura, prodigio, genial, estrella, portento”. No tengo la menor duda acerca de que se justifica llamar a Claudia crack de la política democráticamente entendida.
Hay otras dos definición de crack en el Diccionario de la lengua española: (i) cocaína en piedra; (ii) quiebra, bancarrota, caída.
Honestamente pienso que Claudia es una crack de la política por su ejemplar vida de lucha, iniciada en su adolescencia, que la ha llevado a destacar más que ninguna otra mujer en México —por cierto, Estados Unidos sigue sin tener una presidenta con A—.
Y creo que a Trump le afecta una droga tan adictiva y dañina para el cerebro como el crack (repito, cocaína en piedra): esta droga es la del éxito electoral en una nación dividida y ahora dominada por un sector, el ultraconservador poco respetuoso de los derechos humanos, que llegó desde hace años al crack ético y está ahora en la peor quiebra moral.
Quizá, por las amenazas de Donald Trump que Claudia Sheinbaum con toda dignidad respondió, se presentarán problemas económicos para México en el plazo inmediato. Si fuera el caso, habría que resistir: no hay de otra.
En efecto, fue dura la respuesta de Claudia, pero al mismo tiempo ofreció cooperación y seguir en el acuerdo comercial de América del Norte: “Estoy convencida de que la fortaleza económica de Norteamérica radica en mantener nuestra sociedad comercial. Así podemos seguir siendo más competitivos frente a otros bloques económicos”.
Pero la presidenta de México no pudo dejar de mencionar algunas verdades que avergüenzan a la sociedad estadounidense y a sus pendenciera nueva élite política: “El 70% de las armas ilegales incautadas a delincuentes en México proviene de su país (Estados Unidos). Las armas no las producimos nosotros, las drogas sintéticas no las consumimos nosotros. Los muertos por la delincuencia para responder a la demanda de drogas en su país, lamentablemente los ponemos nosotros”.
Alguien me dijo: ‘La respuesta de Sheinbaum a Trump ha colocado a México más cerca de Rusia, China, Brasil, India y los otros países del BRICS que del bloque con Estados Unidos y Canadá’.
Ir al BRICS+ no es la intención ni de la presidenta Claudia Sheinbaum ni de la sociedad que gobierna. Pertenecemos al bloque comercial norteamericano y esperamos seguir ahí. ¿Que nos expulsarán el fanfarrón estadounidense Donald Trump y su compinche canadiense Justin Trudeau? Sería un error perjudicial para las tres naciones.
Carmen Aristegui entrevistó al especialista Luis de la Calle. Este, con bastante sensatez, expresó que la mejor solución para el conflicto comercial norteamericano no es el pleito. Que don Luis se lo diga al valentón Donald Trump, quien tiró el primer, fuertísimo golpe. Poner la otra mejilla es correcto cuando el lastimado no tiene la razón. Pero la legítima defensa es lo único éticamente aceptable ante un ataque brutal, inmerecido y ventajista.
He contado innumerables veces aquí que, en 1976 o 1977, en uno de los primeros ejemplares de la revista Proceso aparecía un artículo sobre un manual de negociación de Harvard. Lo leí en alguna cafetería del Tecnológico de Monterrey, donde yo estudiaba. Recuerdo una de las recomendaciones: Cuando negocies con alguien más fuerte, móntate en tus principios. Es lo que ha hecho la presidenta Sheinbaum. Es la única opción para que Claudia, como sugirió un Premio Nobel de Economía, sea la domadora de Trump.
Ojalá Donald Trump y su acólito Justin Trudeau no nos empujen al BRICS. Nuestro lugar está en Norteamérica, donde es mucho lo que aportamos a las otras dos naciones.