Conocemos la historia. Beatriz Gutiérrez Müller felicitó en redes sociales, por su cumpleaños, a su amiga Claudia Sheinbaum Pardo.

Beatriz cometió un error de dedo al redactar, perfectamente normal por cierto. Antes de explicarlo, diré que en las reglas del arte de la felicitación —existe, quien lo dude que vaya a la inteligencia artificial de Google—, una de las más importantes es la sinceridad y la espontaneidad con que se felicita, lo que desde luego puede conducir fácilmente a erratas.

Dijo Gutiérrez Müller al felicitar a Sheinbaum Pardo “la inteligencia que no le sobra”. Lógicamente, quiso decir “la inteligencia que le sobra”.

Si en algo coinciden quienes quieren y quienes odian a la presidenta de México es que su principal virtud, imposible de negar, es la inteligencia.

Solo las personas muy inteligentes estudian física y matemáticas. Por supuesto, la gente menos dotada para el raciocinio decide dedicarse al columnismo político —no al complejo periodismo en serio, que conste— después de haber intentado fallidamente comprender, en la escuela primaria, lo más elemental de la aritmética.

Las columnas más leídas de hoy

Eso me pasó a mí. Fracasé en la ciencia, así que me hice columnista. En mi caso llegué a la universidad, pero cuando las relaciones entre magnitudes y las leyes que rigen el universo se volvieron demasiado enrevesadas para mi entendimiento, deserté.

Pude rápidamente encontrar un modus vivendi, el columnismo político —que cuando carece de ética aspira a ser comentocracia, esto es, el gobierno de quienes opinan—.

La de columnista es una profesión perfectamente apta para mentes pequeñas y, por lo tanto, muy sencilla de ejercer; así es al menos en México, donde los editores no exigen a sus articulistas pruebas de lo que afirman, y entonces pueden publicar impunemente todas las tonterías que les vengan a la cabeza.

Beatriz Gutiérrez se equivocó al felicitar a Claudia Sheinbaum en redes sociales. Es un hecho. La mayor parte de la gente que leyó el mensaje no dijo nada porque no había nada que decir: estas cosas pasan, y no tienen importancia. Una minoría lo comentó en X, Facebook, etcétera. Entre quienes le pusieron atención hubo personas que lo tomaron como algo divertido, se rieron y punto final. Pero también aparecieron profesionales de la intriga que se movilizaron para tratar de convertir el yerro en el inicio de un serio conflicto político.

Lo más grave no fue eso, sino que dos columnistas lo comentaron hoy miércoles. Con perversidad, desde luego. No me sorprendió la mala fe de Carlos Marín, exdirector editorial de Milenio, ni de Manuel J. Jáuregui, de Reforma y Mural, quien en El Norte firma como El Abogado del Pueblo —a este integrante de la familia Junco, propietaria de tales periódicos, no le basta con un seudónimo, así que utiliza dos, y no dudo que, sintiéndose la Santísima Trinidad de la Comentocracia pronto empiece a utilizar un tercer alias—.

Para el columnista Marín el error de Beatriz debe ser considerado acoso cibernético contra Claudia. Y para el articulista de los dos apodos la equivocación puede ser el origen de una guerra civil en Morena, que enfrentará a la presidenta Sheinbaum con el expresidente López Obrador.

Tonterías que hoy Claudia refutó con 17 sinceras palabras: “Quiero mucho a Beatriz, es una mujer extraordinaria, inteligente, muy culta, más bien le agradezco la felicitación”.

El incidente ha servido no para poner a pelear a Claudia con Beatriz, sino para fortalecer la relación amistosa. Cito a la inteligencia artificial de Google:

“El arte de la felicitación no solo beneficia a la persona que la recibe, sino que también puede fortalecer los lazos sociales y generar un ambiente positivo. Al expresar alegría y reconocimiento, se fomenta la conexión humana y se celebra el éxito del otro, lo cual es una experiencia gratificante para todos”.

Los editores principales de Milenio y del Grupo Reforma deberían, en estos casos, tranquilizar a sus grillos columnistas con palabras que leí por ahí y que me gustan, y que me parece no son del Quijote: “Que de casta le viene al galgo ser rabilargo, que en boca cerrada no entran moscas, que al buen callar llaman Sancho, y como el cuento era colorín, colorado se fue por el alto del tejado”.

O sea, señor Carlos Marín, señor Abogado del Pueblo (Manuel J. Jáuregui), ya déjense de estupideces infantiles. Estirar tanto la lógica puede generar lesiones uretrales tan dolorosas como de pronóstico reservado.

Posdata: No sé si Beatriz corrigió el error, eliminó el mensaje polémico o lo dejó como lo publicó en redes. Cualquier cosa que haga, se la criticarán. Si me pidiera consejo le diría que lo dejara como está, y fin de la historia, o sea, colorín colorado.