La intención de estas líneas no es la defensa de Carlos Loret de Mola en tanto que periodista o como miembro del equipo de Latinus, sino poner en evidencia la falsa práctica utilizada reiteradamente por el obradorismo para buscar sacudirse acusaciones.
El lector recordará que fue Carlos Loret de Mola el periodista que sacó a la luz pública el asunto de la casa gris del hijo mayor de AMLO. De igual manera, derivado de las investigaciones de Latinus, salieron en su momento los supuestos contratos otorgados, mediante la figura de la asignación directa, a empresas ligadas a los López Obrador.
Como resultado de ello, y a partir de la abierta confrontación entre Loret y AMLO, el periodista devino en uno de los principales adversarios del régimen.
AMLO, en una flagrante contravención de la ley y de cualquier brújula ética, publicó en su mañanera los supuestos ingresos anuales de Loret, con el claro propósito de pintarle como corrupto, y así, mediante la estrategia de denostar al mensajero para restar legitimidad al mensaje, evadir responder con pruebas al argumento mismo contenido en el reportaje.
Morena lo ha hecho de nuevo. La senadora Andrea Chávez, tras la investigación de Loret en torno a las unidades médicas móviles utilizadas en Chihuahua para dizque ofrecer servicios médicos, denunció al reportero por haber presuntamente suscrito contratos con la gobernadora Maru Campos para -según ha asegurado Chávez- atacarla políticamente y golpearla rumbo a las próximas elecciones en el estado.
En un ejercicio especulativo, y suponiendo sin conceder que Latinus hubiera recibido dinero de Maru Campos… ¿ello exoneraría a Andrea Chávez de los delitos electorales en curso y de la evidencia del claro conflicto de interés con quien hubiese pagado el alquiler de las unidades? La respuesta es claramente no.
La joven senadora se ha convertido, pues, en una de las más polémicas miembros del partido gobernante; no únicamente por su inexperiencia y escasa labor desde su escaño, sino por ser la protagonista de un nuevo crimen electoral.
Morena, fiel a su vieja estrategia, pretende evadir responsabilidades, a la vez que viola la ley como respira. ¿Cuál es su estrategia? Pues la de siempre: golpear al mensajero para restar veracidad al mensaje.