La leyenda cuenta que Luis Donaldo Colosio confrontó a Fidel Velázquez, líder histórico de la CTM, en el famoso mitin del monumento a la revolución, en donde le aseguraba que el sector obrero daría 10 millones de votos al PRI, a lo que Colosio contestó que esto no se podía asegurar porque la gente no vota en las fábricas (a donde los controlaba) sino en sus casas, por lo que se marcaba el inicio de la debacle del corporativismo político sindical.
Las pasadas elecciones y las que han sucedido en la última década, han reforzado esta hipótesis: los sindicatos corporativos (de las grandes centrales obreras) han dejado de ser sujetos políticos electorales, pues ni siquiera a nivel local, a donde tendrían mayor control caciquil, pueden demostrar fuerza política y de organización de la gente.
Pero si además de todo lo dicho no fuera suficiente, la reforma laboral de 2019 en materia de democracia sindical pone el último clavo al ataúd de la actividad política de los sindicatos corporativos de las grandes centrales obreras, pues no sólo demuestran su parálisis estructural, sino que además se toparán con la realidad que siempre evadieron, la necesidad de legitimarse en las fuentes de trabajo a donde ni siquiera los conocen.
La baja legitimación de contratos colectivos y de renovación de dirigencias sindicales, dan una muestra de este desmoronamiento sindical, pues de 500,000 contratos colectivos sólo van 4,500 legitimados, cuando estamos a un año de que venza el plazo legal.
Podemos concluir que los sindicatos corporativos no votan, no representan la fuerza social que pavoneaban con sus listados de registros de agremiados, la gente ha rebasado por izquierda y por la derecha el control que mantenían con golpeadores para hacerlos firmar contratos colectivos, les ha demostrado que la evolución social y económica aplasta estructuras, en el caso de esos sindicatos las tritura, dejando a un puñado de tristes líderes con anécdotas de poder y lujos listos para enterrarlos junto al PRI, partido del que tantos años fueron sus soldados.
Esperamos como consecuencia inmediata no seguir viendo como candidatos a líderes sindicales de los partidos, que dejen de espantar con el petate del muerto de los votos corporativos, el pueblo manda y el pueblo decide, y a ellos los repugna.
Vladímir Ricardo Landero Aramburu, maestro en Derecho por la UNAM.