LA POLÍTICA ES DE BRONCE

Claudia Sheinbaum designó a Hugo López-Gatell como representante de México en la Organización Mundial de la Salud. ¿Premio o castigo? ¿Lo manda lejos para no verlo o es el primer movimiento rumbo a su reincorporación a la vida pública? Hay muchas especulaciones y teorías; sin duda, se trata de una de las designaciones más polémicas y, creo, desafortunadas del sexenio, particularmente para el susodicho.

Recordemos algunos hechos de los meses amargos de la pandemia. En 2018 celebré el nombramiento de Hugo López-Gatell como subsecretario de salud del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Conocí a Hugo en el movimiento estudiantil del CEU, somos amigos y aún recuerdo largas conversaciones sobre el desmantelamiento de la salud pública durante los gobiernos neoliberales.

Después de terminar su carrera en la UNAM, Hugo se especializó en el extranjero —considero que de manera exitosa—. Me pareció que, en el nuevo gobierno emanado de la Cuarta Transformación, él podría desempeñar un papel fundamental; al fin de cuentas, se había preparado por más de 30 años para ese puesto.

Hugo tuvo sus momentos estelares de finales de febrero a mayo de 2020, cuando fue la voz más importante y poderosa del país en el manejo de la pandemia y cuando también, hay que decirlo, se convirtió en el objeto de las críticas de la oposición.

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Al principio de la pandemia, sobraban las dudas y escaseaban las certezas. En el momento bueno, en las horas de las definiciones, cuando se tenía que priorizar entre la política o la medicina, Hugo priorizó la política. Falló terriblemente en sus previsiones sobre el impacto de la pandemia.

En las primeras semanas, los voceros de la oposición demandaban el uso obligatorio del cubrebocas. Ante ello, el presidente dijo que nadie le taparía la boca. Hugo López-Gatell, más que entender y explicar las ventajas o desventajas del cubrebocas, desarrolló un discurso para justificar la decisión del presidente.

Con el paso de los meses, la comunidad internacional descubrió las ventajas de usar el cubrebocas como una de las medidas preventivas, junto con la sana distancia y el lavado frecuente de manos. Lejos de actualizar su discurso, López-Gatell siguió argumentando, cada vez con menos elementos comprobables, el no uso del cubrebocas.

Ya instalado en el sendero de la política —y no en el de la salud—, López-Gatell realizó unas declaraciones totalmente desafortunadas, en las cuales relacionaba las protestas de los familiares de niños con cáncer con ideas golpistas y teorías de la conspiración.

Tal vez lo más criticable en su discurso fue la falta de empatía con las víctimas y la ausencia de solidaridad con sus colegas. López-Gatell y su equipo más cercano se aislaron en una burbuja que los distanció de la comunidad médica y los confrontó con varios mandatarios estatales, entre ellos la entonces jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Desde mediados de 2022, Hugo López-Gatell dejó de ser un activo del gobierno lopezobradorista para convertirse en una carga. En septiembre de 2023 dejó la subsecretaría de salud y asumió un papel discreto como asesor de López Obrador.

Sus aspiraciones a ser candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México son la muestra más evidente de cómo este médico había dejado su profesión para asumir el azaroso camino de la política, sin ningún éxito.

Por un momento pensé que Hugo López-Gatell dedicaría los siguientes años a regresar a la academia o a la investigación; para reinventarse y recuperar su carrera científica. Lamentablemente, no es así: vuelve a la arena pública y a la adrenalina de la política. Lo que me confirma, una vez más, que cuando un hombre es tocado por el virus del poder, se vuelve adicto a los reflectores.

Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.

X: @onelortiz