En este gobierno, como en todos los demás, en sexenios pasados siempre han sido parte fundamental los contrapesos.

Antes se les llamaba así. Pero con la llegada de López Obrador, a esos contrapesos se les llamó: opositores, la mafia del poder, adversarios, enemigos, la sociedad civil.

Hoy, sin duda nos hace falta, y mucha falta, tener contrapesos sólidos y verdaderamente comprometidos con este país.

Pero se ha ido conformando una pseudo oposición conformada por organizaciones de  sociedades  civiles  que se han ido desdibujando poco a poco.

Y  ojo, no generalizo.

Algunos movimientos e integrantes  genuinamente tienen esta intención y este deseo de que las cosas sean mejores que las que hoy tenemos.

Pero otros más quieren liderear estos contrapesos, envueltos en protagonismo y son los que habitan Twitter generalmente.

Lo único que buscan estos “líderes” es ser vistos por todos buscando afanosamente llamar la atención , y tener más likes o seguidores en sus cuentas de Twitter .

Les contaré de mi  experiencia cuando fui invitada al Senado, hace poco más de un año, después del encierro de la pandemia. Un senador del PAN organizó una reunión con tuiteros que no estuvieran de acuerdo con el actual gobierno.

Por alguna razón fui invitada, quizá porque soy muy activa en esa red y expreso lo que pienso continuamente  e incluso escribo  además, en este maravilloso medio que es SDPnoticias.

El punto es que fui y ahí estaban varios de los tuiteros que se han vuelto famosos por ser aguerridamente opositores. Pero ya viéndolos en vivo y a todo color, varios de ellos se sentían el o la rockstar del momento. Era tal su arrogancia y su altivez que ya no distinguías si estabas viendo a un artista famoso o a un simple tuitero.

Sinceramente, no aguanté estar mucho tiempo más ahí y me salí corriendo.

La lucha de egos era enooooorme. Todos querían hablar, se arrebataban el micrófono; entre mujeres se miraban de arriba para abajo criticándose. Los hombres (no todos) en plan de “¡hola, qué tal!, me presento, soy Luis Miguel y por favor no me mires”, cada uno anhelando ser a fuerza escuchado y visto, con sus mejores galas, súper peinados y maquillajes en algunas mujeres,  pavoneándose por todo el salón como si dominaran de arriba a abajo el Senado de la República.

Escapé de ahí corriendo.

Es que por eso el presidente se carcajea.

Sabe que ni siquiera como sociedad civil estamos bien organizados y aglutinados.

Las organizaciones civiles que han ido adquiriendo notoriedad, ahora se caen a pedazos porque se demuestra que los que ahí liderean solo ven por sus intereses y se ponen a ver quién brilla más, quien es más guapo o guapa, quien se ve más fifí, y entonces quieren hacer a un lado a quien piense un poquito más y mejor que ellos y  entonces deciden silenciar a ciudadanos a modo.

Siempre son los mismos.  Afortunadamente ya se sabe quienes son.

Es que esa no es la oposición que buscamos ni merecemos.

Pero el ego y el afán de protagonismo hace que sea muy difícil que alguna “sociedad civil” pueda realmente brillar y sea funcional, congruente y eficaz.

Mientras que varios miembros (aclaro, no todos) de la sociedad civil tenga este afán por casi casi querer que se les pidan autógrafos, nos desviamos por completo del objetivo inicial que se tenia, que era que efectivamente la sociedad civil, fuera el grupo opositor más pesado y más fuerte, porque supuestamente estaría conformado por voces ciudadanas que no estarían buscando ni fama ni hueso.

Difícil ahora de creer eso.

Ahora bien ¿Cómo volver a reestructurar y organizar  de manera eficaz a la sociedad civil? Será una tarea muy difícil, porque la gente ya desconfía de sus liderazgos, porque la gente ya no sabe a quién seguir y en quién creer.

Porque mientras los creadores de estas sociedades civiles sigan creyéndose las estrellas del momento, será imposible que se logre lo que tanto se necesita: contrapesos sólidos.

Por eso AMLO se carcajea de las sociedades civiles. Sabe qué hay personajes dentro de ella que lo que menos quieren y lo que menos les interesa es el bienestar de la nación. Sino lucir sus mejores prendas, tomándose sus mejores selfies en lugares padrísimos cargados de risas y sonrisas frente a cámaras de televisión y celulares mientras el país se cae a pedazos.

No sé qué vaya a pasar más adelante ni sé con qué armas ideológicas podremos hacerle frente a los desvaríos de Obrador.

Yo me siento totalmente impotente.

Por eso es que claramente en tanto esté habiendo tal desorganización en las llamadas organizaciones civiles, Claudia Sheinbaum está lista para coronarse como presidenta.

A lo mejor es lo mejor.

A lo mejor lo merecemos.

A lo mejor…

Es cuanto.