Hay muchas razones para apostar al nuevo paradigma que ha propuesto la Secretaría de Educación Pública. Durante nueve años, antes de incursionar en las trincheras de opinión, tuve la oportunidad de impartir clases en el nivel medio superior y superior, lo mismo que acompañamiento en temas relacionados con el diseño curricular y, con esa precisión, pude darme cuenta del fortalecimiento a todo el tema educativo. Y cuando hablamos de esa concepción, nos referimos, desde luego, a un tema integral que abarque todas las necesidades de la sociedad sea cual sea el ambiente en el que se desarrollen los niños y adolescentes, pues el valor que tiene ese proceso y aprendizaje, en la medida que se aplique, será el detonante para meterse al universo de las oportunidades.

La llegada del proyecto de transformación, que inició con Andrés Manuel López Obrador, comenzó a sentar las bases de un cambio en el paradigma educativo. En aquel entonces, que fue un parteaguas para dar un giro total, fue poner fin a los mecanismos de evaluación que se trazaron en el Pacto por México. Eso, a la postre, se fue corrigiendo con la modificación al artículo tercero de la constitución que, como tal, aludió a la defensa de los derechos de la plantilla laboral y, por supuesto, a la reconfiguración total de un modelo educativo que se adaptará a esas necesidades que tanto menospreció y minimizó el PRIAN. El punto es que, a partir del 2018, el gobierno, de la mano de la SEP, viene implementando programas, cuya tarea se enfoca principalmente en el proceso de aprendizaje de los alumnos bajo una metodología de mayor acompañamiento.

Esto, evidentemente, es un asunto que debe involucrarnos a todos los que pertenecemos a la comunidad educativa. Me parece muy interesante la apuesta que propone Mario Delgado a través de la Nueva Escuela Mexicana que muy pronto entrará en vigor. Tiene, de entrada, muchos elementos que van más allá del valor importantísimo de la enseñanza. Me refiero a la continuidad de seguir aprendiendo para que el rendimiento sea más significativo, eso sí, con mecanismos e instrumentos pedagógicos que proporcionen los recursos indispensables para ese aprendizaje. Para tal sentido, el titular de la SEP, una y otra vez, ha dejado bien claro el objetivo primordial que es, ni más ni menos, el interés de una uniformidad permanente. Para tal efecto, queda claro, hay un trabajo colaborativo que radica en la preparación o, mejor dicho, en la profesionalización de quienes están frente a grupo.

Ese dinamismo que propone la Nueva Escuela Mexicana, para quienes tenemos mucha experiencia en los procesos de enseñanza y aprendizaje, será de vital importancia, especialmente ante los desafíos de un mundo globalizado al que, en muchas ocasiones, hay que adaptarnos por la necesidad. Por eso es tan importante que los docentes, que son los facilitadores de los contenidos curriculares, estén altamente capacitados para asumir una responsabilidad. La actualización y la preparación permanente, que debe ser un deber irrestricto de quienes somos docentes, tiene que ser permanente, incluso con herramientas tecnológicas que facilitan los tiempos y, de paso, se ajustan a ese permanente cambio a los modelos que, a su vez, permiten mejorar la calidad, como otro de los componentes fundamentales de la Nueva Escuela que ha diseñado Mario Delgado. Se nota que hubo mucha organización y planeación, pero sobre todo se rodeó de especialistas en el rubro para que este fuese potencialmente efectiva en esa acción colaborativa que, como tal, tenemos todos.

Mario Delgado, en ese sentido, ha planteado a la perfección el trabajo que se vuelve fundamental en una comunidad educativa. Involucrar a quién integran estos ambientes educativos, que por supuesto también incluye toma de decisiones, ha sido un gran acierto que, además de las experiencias que pueden llegar aportar, son de vital importancia para ese humanismo que viene implícito en los procesos de transformación que encabeza la presidenta constitucional, Claudia Sheinbaum. Por ese motivo, se esperan grandes resultados en la puesta en marcha de este modelo o paradigma. De hecho, Mario, como tal, ha tenido un buen comienzo a más de cinco meses de tomar el timón de la Secretaría de Educación Pública. Un paso importante, por ejemplo, es erradicar el esquema de comida chatarra de toda institución educativa, dejando claro que, en sí, habrá una mejor alimentación con componentes del plato del buen comer.

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Tener un control más específico en el tema de la alimentación, sin duda, es un gran paso para el fortalecimiento de la educación. Si un niño se alimenta bien, evidentemente, tendrá un mejor rendimiento físico y mental, eso es un elemento que significa congruencia con los valores de una buena formación.

Lo que logramos esperar, dada las grandes expectativas depositadas en la Nueva Escuela Mexicana, es una educación de calidad. Así de simple. Es verdad, no podemos soslayar que aún existen necesidades apremiantes, sin embargo, esta nueva cultura en los procesos de enseñanza y aprendizaje, que romperá todas las brechas, será el parteaguas para adentrarnos al mundo de la innovación. Para caminar en esa dirección, evidentemente, debe existir el uso de las tecnologías y más recursos pedagógicos que obedecen a esas herramientas que necesitan niños y adolescentes para introducirse, lo dijimos, a la constelación de las oportunidades. Esto, que acabamos de mencionar, es crucial para que los alumnos, ante cualquier escenario, tengan los conocimientos necesarios para incursionar en distintas ciencias y campos laborales. Eso, por supuesto, se irá descubriendo con las habilidades y competencias que vayan desarrollando en esta Nueva Escuela Mexicana que muy pronto entrará en vigor. Teniendo en cuenta las enormes expectativas acumuladas, es una apuesta muy prometedora de Mario Delgado, titular de la SEP.

De la mano de todo ello, desde luego, son de vital importancia los programas de asistencia y las becas, lo mismo que el acceso y la gratuidad a todos los niveles.