El modelo laboral que se construyó en México durante los últimos 50 años se estableció bajo bases económicas y políticas del proteccionismo comercial, y debido al atraso industrial del empresariado nacional, sostenido por un Estado neoliberal corrupto, aunado claro, al charrismo sindical.
La Ley Federal del Trabajo copió el modelo de control obrero y sindical de la ley fascista de Mussolini en Italia, en donde la única oportunidad de tener vida sindical era mediante la gracia del Estado, quien negaba o autorizaba a los sindicatos y los contratos colectivos de trabajo. De esta manera, nos llenamos de sindicatos charros, oficialistas, palomeados y sometidos al poder ejecutivo que les daba la gracia de existir, aliados al partido político en el poder, dóciles y sumisos ante los patrones que los mantenían mediante el pago de cuotas sindicales y la venta del movimiento obrero.
Con esa estructura de simulación se integraron a los organismos relacionados a la política económica y social relacionados al mundo laboral mediante la figura tripartita, pues participaban en ellos el gobierno, los organismos patronales y los líderes charros sumisos. De esta forma se organizó la fiesta en el Infonavit, la Comisión de los Salarios Mínimos, las juntas de conciliación, el IMSS, etc., vociferando que todos los sectores estaban representados.
Pero todas las atrocidades que vimos en la destrucción del sector obrero y su economía, en especial durante el periodo neoliberal, como los aumentos de miseria al salario mínimo, los fraudes en la vivienda social y la construcción de ciudades huevitos del Infonavit, hoy abandonadas, por mencionar algunas, fueron siempre avaladas y aplaudidas por los sindicatos charros en su participación tripartita dentro de los organismos mencionados.
Hoy esos sindicatos charros se encuentran en las últimas de su existencia, dando lástimas porque nadie los tomó en cuenta para los puestos políticos, ya no tienen fuerza para amenazar con huelgas, se agrupan como animalitos heridos en nuevas centrales que a nadie importan, no representan a los trabajadores, la única razón del por qué sobreviven se debe a que los altos directivos del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral se coludieron para legitimar sus contratos colectivos, así como sus reelecciones, apoyados de los despachos patronales, pero de no haber tenido la fortuna de que al frente de ese organismo estuviera gente con alma de líder sindical, hoy los contaríamos con los dedos.
Vemos sus llantos en la prensa por haber perdido su sillita tripartita con la reforma recién aprobada a la Ley del Infonavit, pero ni tienen fuerza ni harán nada, solo están urgidos por que los vuelvan a ver y les den sus dádivas.
No se ha entendido el trasfondo de los cambios estructurales en el sistema laboral de nuestro país, los patrones añoran sus contratos de protección, su control en los aumentos salariales, los despachos patronales siguen vendiendo la protección de sus líderes charros amigos, las centrales obreras se lamen las heridas, ya no pueden cambiar sus camionetotas ni mantener a sus golpeadores, la realidad les está pasando por encima. Se han roto los paradigmas, el camino será largo y estrecho, la nueva realidad laboral se llama americanización del mundo laboral y sobre ella hablaremos a mayor profundidad próximamente.
X: @riclandero | Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM