Sabedores de que en toda institución política hay normas y reglamentos que son fundamentales para el funcionamiento, existen también razones para refutarlas, en especial cuando van en contra de la declaración de principios de un movimiento. Yo, en cuatro ocasiones consecutivas, he votado por la izquierda en nuestro país para todos los puestos de elección popular, incluida la silla presidencial, diputaciones locales y federales. Eso, desde luego, lo seguiré haciendo hasta que la vida me alcance, ojalá sean muchos años para seguir atestiguando este proceso de transformación que siempre añoramos, especialmente aquellos que, en décadas, vivimos bajo el yugo del conservadurismo, sobre todo cuando se trastocaba la esencia de la democracia y, con ello, reinó la opulencia con el saqueo al presupuesto público de manos del PRIAN.
Ese desencanto, sumado a esa revolución de las conciencias que proyectó Andrés Manuel López Obrador, hicieron posible que la alternancia, sí, ese anhelado cambio hiciera acto de presencia en los resultados electorales. El momento, por fin, llegó en aquel histórico 2018. Con ese principal acento, queda claro, podemos aludir que fue el hito de un proyecto de nación que construyeron las mayorías que impulsaron ese vehículo de participación que desembocó en la coalición Seguimos Haciendo Historia. Eso lo reconoció el mismo AMLO que, en esa solidaridad y unión que han mostrado las fuerzas progresistas, ha resaltado la aportación del Partido del Trabajo. Ya después, como todos sabemos, incursionó el PVEM, que se ha consagrado, al igual que el PT, como una columna vertebral que siempre, al menos desde que hay un acuerdo de coalición, han actuado con responsabilidad, tanto en los asuntos legislativos, como en los ejercicios democráticos.
Morena, de no encontrar puntos de acuerdo y coincidencia, puede diluir una alianza que, todos sabemos, resulta sumamente indispensable, aunque uno que otro actor lo minimice. A nuestro juicio, Luisa María Alcalde, desde su llegada, ha hecho un trabajo eficiente. Ha logrado, entre muchos aspectos, encontrar un punto de unidad y, de paso, apuntalar al lopezobradorismo en esa agenda de prioridades que, en concreto, es generar las condiciones para seguir ganando terreno y presencia en las 32 entidades federativas. Sin embargo, creo que se equivoca en supeditar la permanencia de una alianza, sino se sujetan a los acuerdos que se tomaron en el Consejo Nacional. Hablamos específicamente de los cargos de participación que se jugarán, bajo esa connotación de nepotismo que, de aplicarse, cortaría el derecho legítimo a tres aspirantes en específico por la gubernatura de su tierra natal. Hablamos de Saúl Monreal, Félix Salgado Macedonio y Ruth González, que aspira a ser la abanderada de la izquierda en San Luis Potosí.
Un proyecto de nación, que se nutre de ese respaldo abrumador del pueblo de México, pero también de las fuerzas que integran una coalición, no se puede disolver de la noche a la mañana por un asunto que, consideramos así, se puede solucionar con diálogo y acuerdos, sobre todo en pleno despegue de la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación. Para tal efecto, considero que no se puede condicionar la alianza que se ha construido con voluntad y esfuerzo, por un proceso de participación que tiene todos los matices legítimos, en especial para Saúl Monreal, Feliz Salgado y Ruth González. Ellos tres, desde cualquier ángulo, han forjado su propia carrera a lo largo de los años y, lo más importante, el pueblo se los reconoce al colocarlos como favoritos en la carrera por la gubernatura de sus entidades.
El someter, entonces, puede traer malestares al interior de la coalición Seguimos Haciendo Historia. Es verdad, lo he dicho en otras columnas de opinión, Morena es, sin duda, la primera fuerza política de México. Eso, como en cualquier parte, se construye con el apoyo y el trabajo territorial de la población civil. Entonces, no tiene ningún sentido, está comprobado, supeditar la unión con los partidos aliados, máxime cuando han sido fundamentales en la agenda legislativa. De hecho, los grandes desafíos, sobre todo en temas de puestos de elección popular, se deben encarar en convergencia con todos los segmentos, específicamente aquellos que son partidarios de la misma causa de transformación.
Luisa María Alcalde, a nuestro juicio, no debió adelantar vísperas en torno a las decisiones que se tomarán para definir a los candidatos en las 16 entidades federativas, sobre todo cuando hay, en esa perspectiva, dos aliados que tienen trabajo territorial y, de paso, una numerosa proporción de legisladores que han defendido a capa y espada todas las iniciativas de la presidenta constitucional. Hablo del PT y PVEM. Ellos, de por sí, han ido esbozando un menosprecio de uno que otro actor del lopezobradorismo. Esas turbulencias, peor aún, se pueden agudizar cuando no hay puentes de comunicación en ese círculo donde se toman las decisiones importantes. Sería muy desafortunado si se resolvieran las candidaturas de manera unilateral, y sin considerar la opinión de una alianza que, a propósito de ello, escribió una historia con la llegada de AMLO a Palacio Nacional.
Morena, para los puestos de elección que se avecinan, debe valorar los criterios de participación, pues el pueblo, que ha sido sabio en decidir a sus representantes, ha mostrado una postura clara en Zacatecas, Guerrero y San Luis Potosí.