Cuando uno piensa en el concepto “desarrollo aeronáutico de México”, inmediatamente nos vienen a la cabeza los estados de Querétaro, Baja California, Guanajuato, por mencionar algunas entidades, pero difícilmente pensamos en Oaxaca.

Y es que la tierra de mi abuelo paterno, no se ha caracterizado precisamente por ser un polo importante en el desarrollo de aeronaves; o por lo menos eso es lo que yo creía, hasta que fui a la Feria Aeroespacial México 2025 (FAMEX).

Recorrí los pasillos de la feria viendo los distintos stands, y me topé con el de “Oaxaca Aeroespace”, quienes presentaron su aeronave P400 T; sin embargo, deben saber que ya tienen un equipo anterior certificado, el PE210-A.

Tuve la oportunidad de entrevistar a Alfredo Carreño quien me explicó lo siguiente:

“Es un avión mexicano, cien por ciento, desde diseño, empezó más o menos hace 12 años; tenemos dos prototipos, el prototipo 210, que es en el que actualmente tenemos pruebas de vuelo exitosas y posteriormente tenemos este prototipo que es el P400 T. Se puede decir que es el ‘Pegasus 2′, todo lo que nos ha funcionado en el primer prototipo, lo estamos implementando en este otro equipo, para ir resolviendo las fallas que se tuvieron al principio.

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Está fabricado de fibra de carbono, y obviamente con piezas de aluminio como son las alas; el fuselaje es completamente de fibra de carbono, y también el canal, el ducto, la hélice, el estabilizador y el timón.

Todo lo demás es aluminio, principalmente las alas, los trenes de aterrizaje, tiene muy buena aviónica (aplicación de la electrónica a la aviación y la industria aeroespacial), está muy actualizada y está fabricada por manos cien por ciento mexicanas, no tenemos a ningún extranjero.

Es tanto para el uso de la aviación civil como la militar, más que nada es para entrenamiento básico, patrullaje, vigilancia y este se le pueden implementar puntos duros para que en su caso pueda ser artillado”.

Prototipo Pegasus P-400T. Foto: Alejandra López Vázquez

Aquí voy a hacer un importante paréntesis, para llevarlos al siglo pasado, hasta el año de 1912, cuando Juan Guillermo Villasana, pionero en la aviación mexicana, se puso a construir aviones y motores.

De la mano con los hermanos Aldasoro, en 1915 fundaron los “Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas (TNCA)” en el que fabricaron el primer avión diseñado por Villasaña, y que llevaría por nombre “Latinoamérica”, tomando como inspiración la aeronave modelo de origen francés el “Deperdussin”, utilizado principalmente para carreras aéreas, allá por el año 1910.

Imaginen la importancia alcanzada en la fabricación de aeronaves, que las mismas se exportaban a Centroamérica; y adivinen dónde estaban los talleres, pues en los famosísimos llanos de Balbuena, en lo que hoy son los terrenos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Sí, como país fuimos pioneros en la aviación. Por supuesto en vuelo, recordemos que el primer presidente en el mundo en volar fue Francisco I. Madero, pero también fuimos de avanzada en la fabricación de aviones y de motores.

Sin embargo, al finalizar la segunda guerra mundial, nuestros vecinos del norte se pusieron “nerviosos” al percatarse de que nuestros ingenieros aeronáuticos y mecánicos, eran excepcionalmente buenos, no quisieron tener competencia, y qué mejor que acabar con la industria aeronáutica en nuestro país.

Todo un teje y maneje muy hábil, que provocó que se dejaran de producir motores y aeronaves. Desde entonces (y hasta la fecha) dependemos de aviones extranjeros, constriñendo a la aviación mexicana solo al mantenimiento de los equipos gringos.

Por eso hoy -y no es casualidad- quiero aprovechar que el medio Expansión publica una columna muy relacionada a la historia que les acabo de contar, titulada “México se consolida como proveedor aeroespacial, pero EU amenaza su avance”.

Y es que debo recalcarlo, nuestro personal aeronáutico es más que excelente; aunque he leído comentarios en redes sociales denostando el esfuerzo de Oaxaca Aeroespace, que “si ya se tardaron muchos años”, que “para qué”, y principalmente una sarta nutrida de quejas.

Yo, al contrario que todas esas voces negativas y muy desinformadas, estoy convencida que si se le da el impulso adecuado, esta aeronave pronto surcará los cielos, hay mucho talento, y debemos explotarlo al máximo.

Tanto Pegasus 1 y Pegasus 2, son un sueño que puede convertirse en una realidad, siempre y cuando nos quitemos de encima la falsa creencia de que en México no se pueden hacer aviones; en nuestro ADN está que sí se puede, y ya lo hemos hecho, solo falta que nos la creamos. Parabienes a la iniciativa de Oaxaca Aeroespace; que sea una de las muchas que puede generar el talento mexicano.